«Las historietas me dan la oportunidad de ver mis problemas desde afuera»: Nicolás Ordoñez

Definir rápidamente el trabajo del dibujante colombiano Nicolás Ordoñez no es tarea fácil por todos los aspectos destacables que se puede señalar en sus historietas: la inmanencia y la gestualidad de sus personajes, los juegos entre las formas y las composiciones de página, la sutil inserción de referencias, entre muchos otros.

De Ordoñez se puede disfrutar de su trabajo en su cuenta de Instagram que se ajusta muy bien a sus tiras y en publicaciones impresas como: Te quiero # 1 y Somos muchos, esta última publicada por Hambre Libros. Cada una es una extensión de esas probaturas que pueden leerse en digital las cuales están en sintonía con una tradición de la historieta siempre refrescante y desprovista de compromisos. Las narraciones gráficas de Nicolás Ordoñez destilan un absurdo que se amplifican por el humor, el desasosiego y una palpitante plasticidad que le da la forma de su línea negra al papel blanco.

Hablamos con este dibujante y nos contó algunos detalles de un trabajo que se nos antoja imperdible.

En algún lugar de su biografía usted mencionaba que encontró en el dibujo una forma de desahogarse. ¿Cómo ha sido esa forma de desahogarse a través del dibujo de historietas?

A veces siento que el dibujo en mi vida lo puedo comparar con los cigarrillos o el trago, en el dibujo encuentro una forma de lidiar y alejarme de la vida real, pesada, larga y aburrida. Un terapeuta más barato. No sé qué haría si no pudiese dibujar, me es normal hacerlo todo el día, todos los días. Y las historietas me dan la oportunidad de ver mis problemas desde afuera, como si fuese otra persona. Es afortunado que otras personas ven en mis tiras cómicas reflejos de sus vidas, es triste, pero a la vez que bueno que no estamos solos.

Una tira de Nicolás Ordoñez.

Fue en «Nada», si no me equivoco, que usted encontró los comics ¿Cómo recuerda ese encuentro? ¿Cuáles fueron esos cómics que te le torcieron el camino?

Por supuesto antes de «Nada» ya sabía de la existencia de los comics, pero siempre los vi ligados a los superhéroes, tipo Marvel, D.C y demás. Cuando estaba trabajando en «Nada» tenía como meta leer todos los libros (lo cual nunca logré). Pero llegué a una novela gráfica de Joe Matt, titulada Consumido la cual cambió mi vida. Un historietista, el mismo Joe Matt, obsesionado con el porno en VHS y una especie masturbación olímpica, nos cuenta sus frustraciones al ser interrumpido en su éxtasis autoinfligido, su bloqueo artístico y la precariedad de esperar el pago de su editorial por su último libro. Luego llegó Seth, Anna Haifisch, Jason, Nick Drnaso, Robert Crumb y muchos otros que empezaron a surgir uno tras otro, como si hubiese encendido la luz en una discoteca clandestina con sobre cupo en época de pandemia.

Hablemos un poco sobre su línea de dibujo, que en muchos casos es clara, limpia, desprovista de color, aunque en otras historietas resaltan los volúmenes de negro sobre blanco. ¿Cómo llegó a esta forma y estilo?

Cuando me empecé a interesar en el comic, no quería entrar de lleno, sentía que iba a traicionar el arte que ya venía haciendo y a quien ya le había entregado mi mano en compromiso. Mi prometido era el arte contemporáneo, las galerías, los cocteles y las fiestas.

Intenté mezclar el arte contemporáneo con el comic, así que empecé a hacer un dibujo diario para una exposición que se acercaba, como eran diarios tenía que hacerlos sencillos y rápidos, por lo que usé tinta y pluma y solo blanco y negro. Eran más bien tiras cómicas, chistes, todos juntos en una pared. Esa sencillez me atrapó, por primera vez sentía que algo que hacía era concreto, directo. No confundía con trazos ni con tramas ni colores, se quedó y a día de hoy sigue siendo mi forma favorita de dibujar. 

Hay un implícito humor y un absurdo en muchas de sus historietas, ¿de qué manera va insertando estos materiales en sus narraciones gráficas?

Creo que es algo familiar, lo heredé de mi papá y el del suyo y así se volvió toda una familia, generación tras generación de gente cínica y a la vez con clara conciencia propia de su absurdo.

Es una forma de ver el día a día, hacerlo menos tedioso. Son aspectos que no se limitan a las historietas, se ven mucho en conversaciones en una panadería y en los chats de WhatsApp.

La sombra y la desnudez.

Usted puede narrar de forma silente o vinculando palabras y dibujos sin perder fluidez. ¿Qué determina en su caso que una historia tenga o no palabras?

Esta es más literal. Hay veces que necesito dibujar, pero no me surgen los textos, los diálogos no me convencen o las divagaciones filosóficas suenan demasiado pretenciosas y aburridas. Así que los dibujos toman el mando de la narrativa. Hay veces que no llegan a nada y no me gustan y quedan guardados, nunca vistos y hay otras veces, como en Te Quiero #1 que mi inestabilidad emocional estaba a tope y el nudo en mi garganta no me permitía musitar palabra sin sonar como un imbécil. Surgió sin esfuerzo, cuando algo surge así, es como un río, no puede perder fluidez.

En muchas de sus tiras y dibujos hay una recurrente desnudez que recubre la insignificancia en los personajes. ¿Qué significados le aporta la desnudez a lo que quiere narrar y representar?

Cuando empecé a dibujar comics, quería transmitir justamente eso, la poca importancia de la vida, no como algo negativo, tampoco algo positivo ni motivador, la compleja simplicidad de las cosas. No tenía mucha experiencia creando diálogos, ni hilos narrativos, por lo que me centraba en chistes cortos y los transmitía a través de un personaje desnudo, pero la desnudez nunca era un factor que se mencionaba, simplemente existía así y el mundo lo ignoraba porque él no importaba. Luego empecé a leer más tiras cómicas y poco a poco mis historias se fueron alargando y la desnudez me dejó de interesar y mi vida se empezó a llenar de palabras, de diálogos, de escenarios. 

Rutinas en los personajes de Nicolás Ordoñez.

Además muchos de sus personajes, son también «cosos » como usted los llama en una clara intención por salirse de los bordes y la superficie de la página. ¿Por qué ampliar su mundo en esas otras dimensiones?

Los personajes en porcelana fría fueron primero protestantes. Protestaban sobre cosas insignificantes. Me interesaba el término manifestación. Así que eran manifestaciones románticas o sobrenaturales, luego me gustaban los espías, los dormidos y así se convirtieron más en una especie de figuras de acción, no se si así surgieron en los comics de super héroes también las figuras de Superman y estos tipos. Pero las miniaturas están siempre ligadas a mis intereses artísticos, por lo que siempre van de la mano de mis dibujos. Además se ven muy bien en las librerías de las personas.

Sumado a esto, en el diseño y las composiciones las arquitecturas en la página son otros de los rasgos particulares en sus historietas. ¿Qué importancia tiene el diseño y la arquitectura en sus formas de contar?

Los espacios son algo en lo que he pensado muchísimo, al principio me sentía un poco culpable al no representar el país en el que nací, o la cultura que me rodea o los problemas masivos que nos ahogan. Pero gráfica y narrativamente no son factores que me hagan querer dibujar. Así que dibujo los edificios que me gustan, las calles que me interesan, los letreros que me emocionan, los climas que me agradan. Y me gusta que así mis historias se vuelvan de todo el mundo, porque ya no importa el lugar porque no tiene una historia detrás, no importa nada, solo el hecho de que está y eso es suficiente.

Durante el encierro.

Entremos en las historietas publicadas en impreso como Te quiero # 1. En esta hay un deriva en la soledad y el amor ¿Cuál es su interés por las historietas que transitan en esos estados?

Son estados que se sienten mucho, es decir, cuando la soledad abrasa, se puede sentir como las llamas en la piel, se siente en todo lado, debajo de la almohada, dentro de las uñas, en los zapatos, en la nevera, en las mascotas y en las personas, al igual que el amor o el desamor, pero también el aburrimiento, la rabia, el rencor, la paranoia. Es algo que todos sentimos, pero cada vez las derivas por estos estados crean caminos diferentes, pero no llegan a ningún lado y es por eso que me interesan tanto, no creo que existan los finales, solo la muerte y aún así podemos fantasear con el diablo. Y saltamos de un estado a otro, a veces los juntamos o los enfrentamos, me gusta sentir cosas y creo que eso puede llegar a ser peligroso, de pronto hacer historietas es un trabajo de alto riesgo. 

En el baño.

Su última publicación es Somos muchos, una historia de mayor extensión y con algunas de sus obsesiones ajustadas a una narración larga donde se multiplica un personaje. ¿Cómo es la construcción de historias largas como estas?

Como todas mis historias, surgió de un chiste. Hice un personaje que se despertaba y en la puerta de su habitación había un invasor. Pero era él mismo, y en un momento que se espera debería ser de impresión o de explosión, su reacción se queda corta. Pero me pareció una premisa demasiado divertida, así que seguí dibujando y haciendo paralelos con mi vida.

Por último, ¿qué viene a futuro en su trabajo? ¿Se siente cómodo en la autoedición y la independencia de un trabajo sin tanta urgencia y fuera de temas tendenciosos?

No me siento muy cómodo en la autoedición, mi interés está en dibujar y contar cosas. Podría haber muchísimos más comics a día de hoy e incluso más narraciones largas, porque los dibujos no paran de producirse. Pero toda la gestión que lleva editarlos, luego imprimirlos, llevarlos a librerías y convencer a la gente de que hay otra gente que querría comprarlos, lleva mucho tiempo, dinero y esfuerzo social. He aprendido a ser paciente, mover las fichas y dejar que el mundo siga girando y que las cosas fluyan.

Creo que mis temas son los temas más tendenciosos que existen, los escritores, artistas y románticos del mundo nos han hecho bostear sobre sus penas cientos y miles de veces y aun así erigimos bibliotecas y museos y los llevamos a nuestras casas y los compartimos con conocidos, lo presumimos, adornamos, cambiamos, lo metemos en universidades, se convierten en conocimiento de masa y los convertimos en mantras y persistimos y jugamos y releemos, y saboreamos una y otra vez esos temas. No me interesa quedarme afuera de nada, pero solo puedo hablar desde lo que siento, porque es lo único que es real, y lo real ni comienza ni acaba.

Mario Cárdenas
Mario Cárdenas
Estudió literatura en la Universidad del Quindío. Ha escrito en diferentes medios sobre cómic y literatura. En sus ratos libres se dedica a tomarle fotos a "Caldera" su Bull terrier.

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