Movimiento, viajes, transformación. Nacha Vollenweider, autora argentina integral de historietas, construye sus historias a partir de la exploración de experiencias personales y las reproduce incorporando aspectos de la realidad circundante. Si bien el hilo conductor de Notas al pie (Maten al mensajero, 2017), La ley de Murphy (Maten al mensajero, 2021) y Volver (Maten al mensajero, 2023) es autobiográfico, la artista cordobesa paralelamente inserta en sus viñetas elementos históricos, políticos y filosóficos.
Si su tiempo es el presente, los matices que retrata se trasladan al pasado para rastrear cuidadosamente la radiografía de las situaciones que la atraviesan: genealogía familiar, cambios sociales, migración, política, religión. Mientras Nacha vive se sabe reflejar en la historia y a partir de esto, construye su propia memoria.
Mientras cursó el Master en Diseño, con especialidad en ilustración y cómics en Hamburgo, escribió y dibujó Notas al pie, (novela finalista en 2016 del premio Comicbuchpreis de la Berthold Leibinger Stiftung y su trabajo final de tesis, editado en 2017 por la editorial alemana Avant-Verlag y por Maten al mensajero, luego en 2019 se editó con Ilatina Editions). En ella, Nacha explora su identidad desde la historia, el género y la política. La artista acompaña los trazos de sus personajes con un narrador omnisciente, que funciona como las notas al pie de una edición crítica, y le permiten al lector comprender la taxonomía de las situaciones que retrata mientras viaja en tren. Su pensamiento es continuo, el mismo movimiento del viaje. Ve a través de la ventana anécdotas de su presente que conviven con el pasado, de manera consciente a través de la investigación y la documentación.
En 2020 Nacha dibujó La ley de Murphy en su intento de viajar hacia Lucerna como invitada al Festival Fumetto. Su viaje se detuvo por el comienzo de la pandemia por el Covid-19 y mientras sus días de cuarentena transcurrían en un departamento en Zürich, ni la espina en su pie impidió que pudiera transitar y reflexionar sobre los objetos y las situaciones que vivió. La artista nacida en Río Cuarto nos deja ver, con sus particulares trazos en tintas negras y grises, aspectos políticos y sociales de Suiza. Además, como si fuese un efecto del tiempo que se detiene, en este diario editado por Maten al Mensajero en 2021, se evidencia con más detalle su formación en pintura y la influencia del expresionismo alemán en sus viñetas.
Sin embargo, es en Volver (también finalista 2019 del Comicbuchpreis, Stuttgart) donde vemos la máxima expresión de la evolución de Nacha en términos no solo narrativos y visuales, sino que encontramos un desarrollo profundo de su identidad. Es como si ese viaje de ida en el que indagó constantemente sobre sí misma desde distintos aspectos, culminará -sabemos que no del todo por su naturaleza móvil- en la consolidación y maduración de su identidad. A la manera de Deleuze y Guattari, las páginas de la novela constituyen un ritornelo, que conversa entre su vida, el arte y el territorio. Su exploración desde el afuera encuentra sus manifestaciones desde la afirmación de sus propias convicciones y lo resuelve con artificios que van desde lo plástico en sus viñetas, hasta lo literario a nivel estructural.
Si bien los elementos de documentación, investigación y realismo que desarrolla en Notas al pie están presentes también en Volver, hay un elemento diferenciador que permite que esta transformación se manifieste: el surrelismo. Nacha logra transmitir todo el proceso interno de evolución a partir del sueño y del personaje de ficción con el que construye una metáfora sobre el cambio interno, que también es viaje y movimiento. Nacha migra una vez más y llega siendo otra para volver a entender su origen y su territorio, con todos los aprendizajes de la otra orilla.
Conversamos con la autora de Ruta 22 (2011), Vientre (2012), Empoerte Generation (2013), las mencionadas Notas al pie (2017), La ley de Murphy (2021), Volver (2023), entre muchas otras publicaciones.
¿Cómo surge la idea de cada libro?
La idea de cada libro surge básicamente de acuerdo a la experiencia personal. En mi primer y segundo libro, esas ideas surgen sobre todo del significado que tiene moverse, trasladarse de un lugar al otro, buscando nuevas perspectivas, nuevos horizontes.
¿Qué técnicas y materiales usas?
Uso los materiales básicos. Lápiz, tinta, goma y papel. Luego escaneo y retoco en Photoshop. No utilizo prácticamente herramientas digitales, ya que sinceramente no considero que sea un buen sustituto del trabajo artesanal. No me ayudan a ganar tiempo, además desconfío de tantas horas expuesta a la luz.
¿Por qué la elección del blanco y negro para tus últimas obras con Maten al Mensajero?
En primer lugar, porque es más económico para la impresión. Y en segundo lugar, porque el pincel que utilizo con tinta es una herramienta que me permite como escribir, describir con el dibujo. Me da una soltura y una rapidez que me permite captar de manera casi inmediata, lo que voy viendo.
¿Cuáles son tus mayores referentes a la hora de pensar una historieta como dibujante y como guionista?
A nivel gráfico, en general siempre fui muy estudiosa del Art Noveau de fines del siglo XIX y las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. En pintura siempre seguí mucho a los expresionistas alemanes como Kirchner, Emil Nolde, Otto Dix. También reflejado en el cine con las películas de Sergei Einsenstein, que podemos ver más adelante en Alberto Breccia, por ejemplo. Siguiendo esa línea, pienso mucho en artistas que conocí en Alemania muy importantes como Anke Feuchtenberger, Birgit Weyhe y Ulli Lust.
¿Cuál es tu formación?
Mi formación es bastante extensa. A dibujar comencé desde que tenía 6 años. Mi mamá siempre me estimuló en ese sentido y pude encontrar rápidamente una orientación, una vocación que todavía me acompaña. Mi formación primaria es en la Escuela de Bellas Artes Libero Pierini, en el taller de niñes. Luego comencé a estudiar dibujo de historieta junto al dibujante Gabriel Yabar (dibujante autodidacta, trabajó en la época de oro para Hora Cero, Pif Paf, e hizo algún guion de Oesterheld). Luego cuando me recibí del secundario estudié la tecnicatura en Diseño Gráfico en la Universidad Siglo XXI, aquí en Río Cuarto. Luego decidí irme a estudiar la Licenciatura en Pintura en la Universidad Nacional de Córdoba. Allí me recibí con la primera novela gráfica, titulada Ruta 22 junto a Roberto Von Sprecher, un profesor de la Facultad de Comunicación que integraba el equipo de investigación en historietas.
Luego de realizar un workshop, organizado por el Instituto Goethe en Córdoba, dónde conocí a Birgit Weyhe, apliqué para una beca para artistas del Servicio Académico de Intercambio Alemán, dónde pude completar y finalizar mi formación. Precisamente en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Hamburgo. Mi trabajo final de tesis fue mi primera novela gráfica como obra integral Notas al pie.
El contexto social y político se refleja en La ley de Murphy, Notas al pie y Volver; sin embargo, también quedan plasmados esos matices autobiográficos, uno de ellos ese deseo por encontrar la raíz y la identidad. ¿Hay una intención y relación de plasmar estos dos aspectos?
Sí, claro, todas estas historietas que escribí giran en torno a la pregunta por el «ser»: ¿Quién soy? Pensando que el punto de partida fue Alemania, donde viví seis años. Es decir, que parto desde un contexto en el cual yo era extranjera. Necesitaba hacerme esa pregunta para ubicarme nuevamente. Luego fue derivando, como en un ensayo, fui indagando sobre los aspectos históricos, individuales y colectivos que nos atraviesan, y cómo estos nos constituyen.
¿Por qué consideras que es importante el complemento entre la investigación y los lugares y objetos que visitas/encuentras?
Los objetos son portadores simbólicos que siempre nos acompañan en los viajes, tipo Souvenirs. Serían como para orientarme en el camino.
¿Tus libros reflejan una evolución en cómo te vas encontrando y reconociendo a nivel personal, en este movimiento continuo que es estar de viaje?
Sí, totalmente. Fui escribiendo los libros a medida que iba viviendo las cosas. Por eso tampoco tienen un guion predeterminado, sino que el relato se va construyendo a medida que voy viviendo.
Con respecto a lo anterior, en Volver elijes justamente un pájaro -que nos remite a movimiento, alas, vuelo- para reflejar ese trabajo de sombras que hiciste para hacer el duelo…
El pájaro y la casa son también muy simbólicos. Intento a veces no ser tan literal con las cuestiones sentimentales. Me permiten una cierta distancia y a la vez puedo reflejar de manera distinta, más poética si se quiere, ese tipo de sentimientos.
¿Qué ventajas en términos de desarrollo creativo y personal te brinda la historieta?
Hacer una historieta es un enorme trabajo. Ya que combina muchísimas capas creativas como la narrativa, la visual, la estética, etc. En lo personal lo hago como una pasión, pero también es un medio que me posibilita canalizar muchas inquietudes personales que me gusta compartir, por ejemplo, el trabajo documental e histórico.
¿Qué consideras que le hace falta la historieta argentina para seguir avanzando y cuáles consideras que son sus mejores características con respecto al trabajo que hacen otros dibujantes del mundo?
La historieta argentina es muy amplia, y heterogénea como para darte un panorama general. Puedo destacar que sí, ha cambiado mucho estos últimos tiempos y pienso que el aporte que estamos haciendo los feminismos y las disidencias es muy importante, en tanto que permite abrir el juego a otro tipo de estéticas, no tan marcadas por la industria norteamericana, sino que vienen más del diseño, las artes, la ilustración. Un camino que fue marcado por Informe. Historieta Argentina del Siglo XXI, editada por la Editorial Municipal de Rosario y curada por José Sainz.
Se abre también el abanico a nuevas temáticas, como las de género, la idea de la heroína anónima, cotidiana, por ejemplo. Podría mencionar en ese sentido a autoras nuevas como powerpaola, Sole Otero, La Watson, María Luque, Maco, Julia Barata, Paula Sosa Holt, Cami Comics, Gabi Coco, Femimutancia, Titihoon, Agustina Casot, entre otras. Existe una ruptura o un quiebre y, por suerte, hay editoriales como Maten al Mensajero, Hotel de las Ideas o Musaraña que deciden apostar también a estas nuevas propuestas. Eso nos motiva para seguir trabajando y aportando a la historieta nacional otra manera de hacer historietas.