Este es un año especial para el cómic underground español o mejor decir “cómix” español, para diferenciarlo del cómic “mainstream”. En diciembre se celebran los 40 años de publicación del primer número de la revista El Víbora, conocida por su desagradable sentido del humor, su alto contenido en drogas, sexo y violencia. Una publicación que en palabras del dibujante español Mariscal supuso “La salida de las cloacas del underground” y que consiguió llevar el cómic adulto a un público masivo por primera vez.
En los estertores de la dictadura franquista apareció El Víbora la revista por excelencia de la contracultura en cómic de habla hispana. La revista publicó los temas fundamentales del momento en el “cómix”: revuelta contra el poder, libertad sexual, drogas, subversión de los valores morales, todo en un entorno urbano. El Víbora, arriesgó por los cómics de calidad, personales, aportando una pequeña gran revolución a la industria de la historieta española, dando a conocer a creadores de la escena independiente de todo el mundo, como: Robert Crumb o Tanino Liberatore y los hermanos Jaime y Beto Hernández.
Portada del primer número de El Víbora.
Heredero de la escena underground californiana, afectado por la obra de Shelton, S. Clay Wilson o el ya citado Crumb, el editor y fundador de la revista, Josep María Berenguer entrevistado en la serie de libros “Del Tebeo al Manga: una historia de los cómics” cuenta que “Estuve varias veces en EE UU, a donde había ido a pasear, a descubrir el mundo, y allí leí tanto cómix undeground como la literatura de Jack Kerouac o Allen Ginsberg; aquello me proporcionó una visión de la otra cara de América”. Berenguer luego del viaje, conoció a Josep Toutain, quien le daría el respaldo económico para iniciar la revista.
En medio de la crisis económica que se dejó sentir en España sobre todo a partir de 1977, salió El Víbora para los supervivientes a la dictadura, y todo lo que vendría después. Berenguer recordando los inicios de la revista, cuenta los detalles y las intenciones editoriales de su idea editorial: “Entonces le dije a Toutain que me gustaría hacer una revista de artes visuales, con cómics, fotografía, cine, ilustración y pintura y él, que tenía muy buen ojo para los negocios, me respondió que me dejaba el dinero para financiarla y me aportaba sus conocimientos del medio si editaba una revista de cómics”.
Por esos años, un grupo de amigos que vivía en diferentes comunas en Barcelona se dedicaban a hacer historietas marginales fuera de los anquilosados circuitos editoriales de la ciudad, entre ellos estaban los que luego serían integrantes del Víbora: Mariscal, Nazario, Los hermanos Farriol, Montesol, Max, Martí, Roger, Isa, Pámies y Onliyú. Estos autores, antes de hacer parte de El Víbora, participaban activamente en revistas contraculturales como “El Rollo Enmascarado”, “Paupérrimus” o” Star”. Incluso sufrieron la persecución policial a raíz de la edición clandestina, en 1975, de la “Piraña Divina” un cómic de Nazario que fue acusado de obsceno y degenerado. A todos aquellos creadores y dibujantes los convocó Josep María Berenguer para los primeros números de El Víbora. Berenguer dice con esto, y la confluencia de los autores, que a la vez hacían de editores que la aparición de la revista “Surgió en parte por casualidad y un poco por necesidad”. Luego del aplastante franquismo, la España de esos años estaba urgida por una explosión. Por una catarsis, desde lo creativo.
Lo que más deseaba Berenguer era ofrecer a los lectores historietas concernientes a la realidad inmediata; que fuesen parte de esa realidad y no de los mundos típicamente ficticios y evasivos fomentados por los demás cómics presentes en los kioscos: cómics de superhéroes, de ciencia ficción, de espada y brujería tipo Conan o cómics del lejano oeste. Para esto adaptan la etiqueta de Cómix, para hermanar sus publicaciones con el underground californiano.
Para el dibujante e historietista colombiano Marco Noreña el descubrimiento de El Víbora fue fundamental en su trabajo. La lectura de El Víbora coincidió en su vida con el descubrimiento de algo tan fuerte y tan decisivo para el como el punk. “Eran el tipo de cosas que querías hacer cuando fueras grande”- Confiesa. A finales de los 80 y principios de los 90 Noreña conoce a Pablo Marín, otro dibujante colombiano, quien le compartió algunas Víboras. “El efecto de esas lecturas fue como el de una explosión”. Agrega Noreña hablando de su primera lectura de Anarcoma de Nazario, una historieta con altas dosis de sexo homosexual explícito y violencia.
El Víbora fue mi puerta de entrada a lo mejor del cómic internacional”- cuenta- Además de Nazario otro dibujante español Noreña también disfrutaba de Max y su estilo tan definido de línea clara. Otros autores como el Japonés Yoshihiro Tatsumi y su Gekiga también mostraron su talento en aquellas páginas. Según Noreña “Mientras en EE UU existían dos líneas fuertes como eran las propuestas de RAW con Spiegelman a la cabeza, que editaba un tipo de cómic experimental, intelectual y sofisticado también estaba la propuesta en el otro extremo de los cómics de WEIRDO, sucios y duros, con Crumb a la cabeza”. El Víbora era valiosa como propuesta de cómic además, porque unía estas dos líneas en español, las juntaba en un mismo magazine y los confrontaba”.
Luego del underground El Víbora vería desfilar por sus páginas al Post-underground y al Movimiento alternativo y/o independiente. Autores como Bagge, Burns o el dibujante de TANK GIRL, Jamie Hewlett aparecieron por sus páginas en contraste con la “línea chunga” de características feístas y grotescas tan opuesta a la escuela de la línea clara de Hergé.
Este año, Ficomic y el Museo Nacional de Arte de Cataluña colaborarán en el proyecto El Víbora. Comix contracultural, para hacer una exposición que conmemora los 40 años de la salida a los quioscos del primer número de la revista. La exposición incluirá una introducción a los orígenes de la revista en el marco del comix underground de los setenta, que tras un total de 300 números y varios especiales, se le considera la revista de cómics más longeva del denominado “Boom del cómic adulto en España” solo superada por la revista “El Jueves”.