Cuando uno lee cómics, página tras página, encuentra verdaderas joyas en su exploración. Más si eres un “fan de hueso colorado” como yo. Uno de esas fascinaciones son los cómics de Batman, que siempre me han interesado por sus notables atmósferas oscuras y urbanas y también por todo lo que se le puede sacar a un personaje como Batman. Fuera de adaptaciones cinematográficas o televisivas me gustaría abordar el tema de larga vida en su espacio nativo, los cómics books. Cuando me acerco a un cómic por primera vez debo confesar que lo me engancha es un buen arte de portada. Y lo que para mí es un “buen arte” para otro lector puede no serlo e inclusive pasar desapercibido. O llegar inclusive a la repulsión absoluta.
Batman #497. Portada Kelley Jones Cover (1993)
Entre los dibujantes de Batman que ocupan un lugar canónico para en mis lecturas se encuentra Mike Parobeck, continuador en cómic de la línea Dark Decó del animador Bruce Timm en su famosa serie animada, “Batman The Animated Series” o Dick Sprang de la década de los 50, en plena Edad Dorada del cómic, que plasmó un Batman más sonriente y agradable junto a su Robin inseparable. Además de estos, puedo mencionar con honor los nombres de Frank Miller, Neal Adams o más recientemente Jim Lee. Cada uno le ha aportado al murciélago características únicas e importantes en determinado momento.
Uno de los autores que más le ha aportado cualidades ha aportado al mito del Hombre Murciélago es Kelley Jones. Un dibujante que ha hecho que mis ojos salgan de sus cuencas en más de una ocasión. Jones, nació el 23 de julio de 1962 en Sacramento, California, se formó como dibujante influenciado por las películas de James Whale y Jaques Tourneur como el mismo lo indica en una entrevista a Millan Kovacs. Artistas de la talla de Wally Wood, Graham Ingels, Jack Kirby y (Su eminencia) Bernie Wrigthson afectaron su trazo. Además de esto, en cada página dibujada por Kelley Jones se nota esa herencia de los pulps y los cómics viejos de EC.
Su versión de Batman puede apreciarse en la trilogía vampírica de Batman que comienza con Batman v.s Drácula con guiones del escritor Doug Moench y que continua con Batman: Tormenta de sangre y termina con Batman: Niebla carmesí, es de un toque profundamente denso, macabro y grotesco. Jones propone anatomías inverosímiles, sombras recargadas y atmósferas malsanas y muestra a personajes como los villanos de Batman cada uno más horrible que el anterior.
Lo que logra Jones con su versión de Batman es acercarnos a la versión inicial, y más aterradora del personaje. Un ser demoníaco, un espectro de malignidad pura para sembrar el temor en el corazón de los criminales supersticiosos y cobardes. Así como Bob Kane y Bill Finger, los creadores originales, veían al personaje.
Kelley Jones Batman & Rogues Comic Art
En entrevista con Millan Kovacs sobre su versión de Batman, Jones dice: “Yo quería que fuera intimidante, quería que los criminales de Gotham no lo vieran como un ser humano. Hay que recordar que los buenos ciudadanos y la mayor parte de la policía de Gotham lo ven como un criminal. La galería de villanos debía temerle por completo. Ese es para mí el verdadero “Poder” de Batman.Continuando con su visión del personaje Jones comenta que: Las historias de Batman son mejores cuando son indistinguibles del horror y el cine negro”.
Kelley Jones quien también trabajó con el escritor Neil Gaiman para su serie The Sandman, ha dicho además, sobre su colaboración con el escritor Doug Moench en varios títulos más con DC Cómics con el murciélago como la miniserie Batman/Deadman: “Batman tenía que ser más aterrador, más demoniaco con el fin de que coincidiera con la visión de Doug”
Esta es una de mis versiones de Batman favoritas. Un Batman: aterrador, profundo, intenso, demoníaco. Con una capa larguísima como el tejido de la noche y largas orejas que parecen cortar las estrellas. Bienvenidos señoras y señores una noche cualquiera a pasearse por las calles de Gotham City. Donde el crimen te espera siempre a la vuelta de la esquina y encomendamos nuestras vidas a un oscuro protector.
¡Larga vida al murciélago!