Alcanzaron la cima de popularidad en la llamada Edad Media, más por los señalamientos a las que fueron sometidas, que por los efectos reales en la sociedad; pero de igual manera, esto ayudó a construir la leyenda a su alrededor. Son las mismas que con su icónica caricaturización de mujeres volando por los aires en una escoba y exhibiendo su sombrero de ala ancha con copa puntiaguda, han permanecido en la cultura popular.
Nunca nos han abandonado y en los albores de la tercera década del siglo XXI, parecen tomar un nuevo impulso para deleite de los lectores. Las Brujas (Sacred Witches), hacen su aparición en modo historieta para recrear el clásico del mismo título de los años ochenta del escritor británico Roald Dahl. Aunque el lapso no es tan lejano, parece necesario ajustarse al momento actual en que las artes gráficas están revisando esas lecturas entrañables de la infancia, de muchos para adaptarlas, al lenguaje de las historietas.
Una reseña acerca de la trama del libro original y la polémica que lo acompañó, sería fascinante; pero para el caso que nos incumbe, como es su adaptación a historieta, puede resultar un ejercicio de provocación hacia el lector a que se anime a explorar la obra de Dahl. Las primeras páginas nos sugieren un contexto de duelo, a juzgar por la actitud desconsolada de un niño sumido en sus fantasías silenciosas para mitigar el dolor. En mi caso, no sabría explicarlo, pero ese pequeñín me transmitió una sensación de carencia desde el primer vistazo, aspecto que queda despejado más adelante al comentarse en una conversación, que sus padres fallecieron en un accidente. Ahí ya tenemos un gesto inicial importante a destacar.
Este momento triste se desvanece cuando la abuela del chico se introduce en la historia con su excéntrica personalidad, cambiando la perspectiva de la misma, mientras se consolida en el «polo a tierra» de su nieto. En medio de esas noches de mutua compañía, la mujer empieza a recrear anécdotas personales de brujas, logrando despertar la curiosidad en el muchacho hasta el punto de obsesionarse. A partir de este quiebre, la historia se desarrolla con fluidez, al tiempo que el carácter de los personajes se perfila: una anciana irreverente tratando de hacerle entender a su apocado nieto el mundo de las brujas de una manera no tan convencional, aunque sin perder de vista su innata maldad.
Durante unas repentinas vacaciones por asuntos de salud al sur de Inglaterra —por cierto, país donde transcurre todo—, mas exactamente en el hotel donde se hospedan nuestros protagonistas, ocurre la experiencia que marcará lo que resta de sus vidas. No solo corroboran la existencia de aquellas brujas modernas tal como lo ha relatado con detalle la abuela, sino que el chico vive en carne propia el odio que profesan a los infantes y su deseo de exterminarlos del planeta. Accidentalmente, se cuela en un congreso organizado por ellas en uno de los salones del hotel, en donde tiene la oportunidad de observar desde un escondite, como La Gran Bruja y jefa de todas las brujas, expone su plan final; sin embargo, es descubierto y obligado a beber una pócima maligna que lo convierte en ratón. Igual suerte corre una niña a la que han tendido una trampa, la cual por azar termina siendo su compañera de aventuras. Luego de presentarse ante su abuela con su nueva apariencia, solo les queda valerse de tal infortunio e inventar una estrategia para evitar que las malvadas lleven a cabo su propósito, logrando literalmente, darles una cucharada de su propia medicina. Abuela y nieto se acostumbran a las circunstancias, configurando un nuevo sentido a su vínculo, asumiendo que a ambos les queda pocos años de vida; ella en su condición de anciana de 83 años y el, en su situación de animal, prometiendo permanecer juntos hasta el fin.
La encargada de tamaña responsabilidad de hacer de este libro aclamado, un remake gráfico atractivo, es Pénélope Bagieu (Francia, 1982). Esta ilustradora y guionista de profesión, luego de largos procesos por la adquisición de los derechos de autor, logra estar a la altura del legado de Dahl, tomándose la licencia de alterar varios trayectos de la historia sin deformarla, sino por el contrario, enriqueciéndola con mordacidad e incluso, al mejor estilo de película de suspense, elaborando un ambiente de tensión. Todo esto se manifiesta en el papel con un trazo desenfadado en el marco de las viñetas, pero proporcionado en las figuras, sujetas a colores primarios y secundarios con tenues sombras, haciendo uso de dichos recursos como lenguaje no verbal.
Una singularidad adicional, es la capacidad de la artista para imprimir expresiones en los rostros con pocos trucos lineales; esto ayuda a darle un hilo emotivo a cada escena para conectar con el espectador. En general, creo que es un acierto y experiencia pedagógica a la vez, pues para quienes no han tenido la oportunidad de leer el texto de 1983 con detenimiento, o ver la clásica adaptación al cine de 1990 dirigida por Nicolas Roeg, y protagonizada por Anjelica Huston, esta nueva versión sirve como ejercicio referente para adentrarse en este mundo.
Esta adaptación editada al español por el sello Alfaguara Infantil, que está fresca en librerías del país, logra cautivar por su hábil alternancia de secuencias dramáticas con dosis de humor ácido, algo que Bagieu supo cocinar hasta conseguir un delicioso postre visual.
Roald Dahl (Gales, 1916-1990). Novelista y autor de cuentos para niños. Su fuerte vínculo maternal ha definido su obra con la presencia determinante de la mujer: abuelas queridas, madres cómplices o tías odiosas. A lo largo de su carrera trabajó con diversos ilustradores, los cuales les dieron vida a sus personajes, de los que siempre surgía una lección moral acerca de la visión obtusa de ciertos adultos a la hora de educar a sus hijos. Entre otros de sus logros literarios, están Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, Mi amigo el gigante y su primer libro Los Gremlins, de 1943.
Pénélope Bagieu nace en París en 1982. Estudia Artes Decorativas en París y en la Central Saint Martins de Londres. En 2007 crea el blog Ma vie est tout à fait fascinante, un blog en el que expone su vida cotidiana con humor e ilustraciones. Su éxito llega a las librerías. Crea las aventuras de Josefina, dibuja para prensa y publicidad, colabora con Boulet (Le Page Blanche) y Joann Sfar (Stars of the Stars). Publica Cadáver exquisito, su primer relato largo y California Dreamin’. En 2016 publica la Valerosas, una obra de tinte feminista con treinta retratos de mujeres audaces.