«No nos queda más remedio que aburrirnos o aburrir»
Lord Byron
«El aburrimiento extremo sirve para quitarnos el aburrimiento»
François de La Rochefoucauld
Este libro lo recibí como un regalo. La primera impresión me hizo creer, por un breve instante, que era un libro de otro país. La amiga que me lo regaló recién había llegado de viaje y creí, con mi entusiasmo habitual, que era un detalle que me había traído de otro lugar.
Al abrirlo y mientras buscaba en su interior, me di cuenta que era un libro de acá, bueno, impreso en Medellín, Colombia. Y que fue publicado hace diez años. No lo había visto antes, y pasando de largo el tiempo de publicación, la portada donde aparece una mujer con la boca bostezando se me antojó nueva, y el libro recién salido.
Así pasa, lo nuevo no es siempre lo que salió en el último año.
Meh, el libro, es como dejó escrito su autora Lina Moreno en la contraportada «un libro para los aburridos». Pensar en esa declaración me remite a otro libro que bien podría estar paralelo, por lo menos en cuanto a sus intenciones. Me refiero a El libro del tedio, de José Ardila. Aburrimiento y tedio, dos estados habituales en la realidad de los últimos años, estados que mutan y hacen presencia a pesar de que estamos condicionados por una humareda de estímulos y las vaporosas posibilidades de entretenimiento.
Ahora bien, Meh, armado en capítulos, escapa a la ambición monumental de la historia larga; para hacer espacio a los pedazos de aburrimiento que representa, escapando también a toda productividad, utilidad y enseñanza. Un buen punto, un libro sin las responsabilidades como etiqueta y el empalago positivo. Para decirlo de otro modo, es este un libro en contra de la utilidad; una vindicación al aburrimiento.
En las historias que funcionan como una red inervada, el silencio está por encima del ruido. No se dice nada, las palabras escasean, salvo los títulos donde aparecen. El libro, entre sus pérdidas de tiempo, te lleva en su armado silente a entrar en su juego, a mezclarse entre la nada y el bostezo. De tal modo que mientras se lee, uno observa. Mientras en apariencia no pasa nada, el tiempo pasa, se trenza el tiempo, pasa el tiempo ¿No es el aburrimiento una cuestión de tiempo?
Me pregunto ahora por el efecto del libro. Y en ese tiempo del aburrimiento cabe la imaginación y la sucesión de lo inesperado: como pasa en el libro, con una tropa de hormigas que se llevan el cuerpo de una mujer que se desparramaba en el aburrimiento. O cuando se descuelga una araña que se hace gigante hasta que retoma su forma original.
Dibujado a lápiz, Meh se destaca -además- por la resolución de las transiciones entre viñetas, el énfasis entre los elementos que, si bien nos muestran acciones, gestos y expresiones, funcionan como capas de diseño que nos permiten reflejarnos en las viñetas, en ese prolongado aburrimiento que trenza y trenza los días; mientras todo es tan rutinario, urgente y está saturado de objetivos y metas.
Y sí, este libro se publicó hace diez años, aunque su reflejo es el presente. Los aburridos hacen parte del diagnóstico, aunque los aburridos sin muchas tareas, y en contra de todo entretenimiento se atreven en su espacio a pensar; y a imaginar. O bueno, a no hacer nada.