Revitalizar los escritos del pasado

Con Santiago Sánchez Kutika en el guion y Kundo Krunch en el dibujo, la editorial argentina Hotel de las Ideas recupera un camino de crónicas periodísticas traspasadas al lenguaje historietístico. Carlos Gutiérrez construye en este texto la idea de una historieta como hogar para los viejos reportajes gráficos de época y a esta obra como el mejor de sus ejemplos.

Una de las grandes posibilidades que tiene el noveno arte, el comic o la BD, es que ha sido uno de los medios y herramientas preferidas de las editoriales para acercar a nuevos lectores a las obras clásicas o a las biografías de los grandes escritores. Ejemplo de lo anterior es lo mucho que se ha publicado en el mercado europeo y americano que presenta la reescritura y gráfica de grandes novelas como Rebelión en la granja o La guerra de los mundos, entre otras, las cuales presentan un toque actualizado, teniendo en cuenta los nuevos contextos sociales. También el trabajo que hacen editoriales como Rey Naranjo, la cual ha publicado biografías gráficas de escritores latinoamericanos. El último fue Pablo Neruda, pero ya habían hecho las de Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Juan Rulfo.

La cárcel del fin del mundo es un comic que se basa en las crónicas escritas por el escritor argentino Juan José de Soiza Reilly en 1933, en las que se plasma un perfil de los presos de la cárcel de Ushuaia, Argentina. Cárcel levantada lejos de la civilización, en un frio extremo, administrada con miseria y la crueldad, donde terminaron sus días algunos de los presos argentinos más famosos de la época, y uno de los asesinos en serie latinoamericanos más conocido de manera internacional: el Petiso Orejudo.

¿Puede la crónica periodística de principios de siglo XX hallar una reinterpretación en la historieta?

En nueve capítulos se cuenta la vida, las causas y las consecuencias de nueve convictos que atentaron contra la vida de una o más almas. Todo arranca con un preludio en el que se muestra a unos políticos arrestados por crímenes de Estado, quienes son condenados al frio carcelario. En ese punto del encierro se van desenmascarando a los personajes desde los cuales aprendemos que la miseria puede engendrar el crimen y la cárcel se convierte en la forma del suplicio o una manera de ascender en la escala social de los criminales. Además queda expuesto el poco arrepentimiento que se puede llegar a tener un preso con la condena encima.

El encierro narrado de forma gráfica, nos describe la vida de un preso que puede fingir su inocencia mientras su mente dibuja la realidad; conversa con el criminal que se volvió criminal por influencia y no por iniciativa, lo que lo llevó a estar en el mundo y el momento equivocado; no deja atrás el crimen pasional al que se puede llegar incluso después de haber alcanzado la gloria; y nos trae el testimonio de Cayetano Santos Godino, apodado Petiso Orejudo por su aspecto físico, el niño asesino sanguinario y sin arrepentimiento que vivió toda su vida en aquella cárcel; por último, nos propone la cara efectiva del objetivo resocializador en el que el criminal logra encontrar la redención así sea descubriendo la naturaleza.

La obra de Juan José de Soiza Reilly, periodista de la reconocida revista Caras y Caretas en el libro editado por Hotel de las Ideas.

Mientras la figura de Juan José de Soiza Reilly nos remite a un periodismo que ya no es, el de las coberturas de policiales para aquellos medios que daban espacio a las historias de criminales, desde su trabajo en la mítica revista Caras y Caretas (dicho sea de paso, cuna del humor gráfico argentino), la del Petiso Orejudo nos traslada a esas figuras de la mitología delincuencial argentina que bordeaban entre lo real y lo irreal, hijo de inmigrantes italianos y dueño del tristemente célebre título de «primer asesino serial de la historia Argentina». El accionar periodístico y la construcción del delincuente no volvieron a ser los mismos después de Santos Godino.

Son nueve voces que forman un universo que confirman lo que escribió Jean Paul Sartre en A puerta cerrada: el infierno son los otros. No es un mundo paranormal o fantástico sino la realidad que suele rodearnos y que puede acabarnos de un momento a otro, con una decisión o elección errada.

En cuanto a la parte técnica, Kundo Krunch nos presenta un dibujo con rasgos expresionistas, composiciones y líneas al estilo Mike Mignola, con una paleta de colores que esconde el panorama en algunos casos para mantener el aura de misterio y desolación, pero también que contrapone la iluminación del pasado para el reconocimiento de las causas. Los trazos se ajustan a las historias que se cuentan y por su estilo de líneas es lo que primero llama la atención.

En la obra de Kutika y Krunch, el ambiente se compone por todos los elementos de una época.

Como conclusión, podemos decir que el trabajo de estos dos artistas y dibujantes nos confirma que el reportaje gráfico es el mejor reemplazo para las crónicas de la primera mitad del siglo XX y aún la puede traer como memoria teórica.

Carlos Gutiérrez
Carlos Gutiérrez
Licenciado en Lingüística y Literatura de la Gran Colombia, docente de Lengua castellana en un colegio de Bogotá, los dibujos, las historietas "Observaciones de un Zorro" o skecht que se me ocurren los publico en @Mundo_fanzine, lector amateur de cómics y novelas gráficas.
Artículo anterior
Artículo siguiente

Dejar un comentario

Por favor escribe tu comentario
Por favor ingrese su nombre aquí

Leer artículos similares...