Comentado por Raúl Trujillo.
Raúl Orozco es publicista e ilustrador freelance. Su famoso seudónimo Raeioul, también es su marca editorial desde 2014, la cual se especializa en publicaciones infantiles. Realiza con frecuencia contenidos dirigidos a ilustradores para algunas revistas digitales como Revista Bacánika. Raeioul afirma que su mayor pasión es hacer libros, algo que constata con sus publicaciones más reconocidas como: Aeiou, ¡Guau¡, Abecedario animalario y Consejos prácticos para creativos. Son casi diez años de labor independiente y en la actualidad trabaja para cumplir el sueño de tener su propia tienda con los productos y personajes de su repertorio, aferrado siempre a la inspiración que le transmite su pequeña hija Lucía.
Con la aparición del virus, se ha evidenciado que, más que a la pandemia a escala planetaria o a que se nos introduzca en forma de cadáver a una bóveda, a lo que de verdad le tememos, es a que nuestras debilidades queden al desnudo ante los ojos de los demás. Situaciones desde no poder pagar el arriendo, hasta tener que lavar la loza todos los días, son merecedoras de ocultar, pese a que le pueden ocurrir a cualquiera. Raeioul, nos invita muy amablemente a reflejar nuestra vulnerabilidad a través de la suya, partiendo de las banalidades cotidianas que ejemplifica en el Diario de cuarentena. Con su reconocido estilo de contraste armónico entre colores primarios y secundarios, y fiel a su dibujo expresivo, nos recrea en dieciocho viñetas ortogonales, un fragmento de una especie de libreta de apuntes, en la que confiesa sus temores, culpas y odios. Pero al mismo tiempo, se enorgullece de sus pequeños triunfos (hacerse amigo de una lagartija) algo que, en cierta medida, se transforma en otro camino para ganarle la partida al coronavirus, sin haber sido presa de la enfermedad. En forma de colección de momentos, frente a la vista del lector pasa un manual sobre cómo sentirnos vivos en medio de un confinamiento que parece no terminar y cuya mejor manera de sobrellevarlo, es reivindicarnos tal como somos. El mensaje para asumir es que, la vida tal vez tenga forma circular y su cadena de causalidades, es resultado de un único proceso universal: el hacer y el no hacer. Pero finalmente… ¡no nos salvaremos de lavar la loza!