El dibujante norteamericano Chris Ware hizo la última portada de The New Yorker, titulada “Bedtime” (hora de dormir) portada que coincidía con el National Doctor’s Day (el 30 de marzo) en Estados Unidos y la noticia de que New York era el nuevo foco de del virus SARS-CoV-2, causante de la Pandemia de enfermedad COVID-19. En la portada dibujada, aparece una trabajadora de los servicios médicos sosteniendo un celular con una mano, al tiempo que un hombre y dos niños la saludan, desde el otro lado. Lo que se ve, con la inserción de la pequeña pantalla, es un gesto de contacto, de despedida, mientras la mujer debe seguir trabajando y su familia tratará de descansar. Todo sucede en un pasillo de un hospital, donde otros médicos y enfermeras, caminan con tapabocas y arrastran camillas y atienden pacientes. Una acciones que se repiten hasta el fondo de la página, de manera interminable.
En la historia sobre la portada que escribió Ware dijo que «como táctica de procrastinación, a veces le pregunto a mi hija de 15 años sobre qué debería ser el cómic o el dibujo sobre el que estoy trabajando», añadiendo además. «No sólo porque me permite alejarme de mi mesa de dibujo, sino porque, como muchos niños de su generación, ella presta atención al mundo». La respuesta de su hija fue «Asegúrate de que sea sobre que la mayoría de médicos tienen hijos y familias propias».

Además del gesto central, lo que se revela detrás de la portada en esa pantalla (las pantallas donde estamos muchos ahora), lo que Ware dibujó es una representación del encierro, un laberinto del cuál no hay salida a la vista. Donde nosotros, los confinados de las pantallas y los que deben estar afuera -porque deben prestar servicios vitales- estamos en un mismo lugar, habitamos -sin notarlo- espacios compartidos, los de una realidad multiplicada, unos ateniendo pacientes e intentando salvar vidas y otros encerrados, leyendo noticias, viendo vídeos, pegados a una pantalla, consumiendo cifras, esperando y especulando sobre el futuro.

No es la primera vez que Ware dibuja una pantalla en sus portadas para The New Yorker, insertar pantallas en su portadas eso es algo que el autor hizo también la de noviembre 2 de 2009, en ella, las siluetas de un grupo de padres, son alumbradas por el brillo de unos celulares; en otra, de enero 6 de 2014, una obra de teatro escolar es vista a través de las pantallas de los celulares que unas manos de padres sostienen, y en la del 27 de noviembre de 2006, en la sala de una casa, y con un ejercicio narrativo que nos recuerda Aquí de Richard Mcguire, se contrapone en paso del tiempo, en dos viñetas horizontales, donde vemos a dos grupos de familias que están reunidas comiendo, y en una de ellas, la escena está alterada por la pantalla de un televisor.
En Rusty Brown, uno de sus últimos libros editados al español por el sello Reservoir Books, en parte de lo que se cuenta hay intersecciones con las pantallas. En una de tantas páginas, aparece uno de los personajes, un viejo Jason Lint viendo un partido de fútbol americano que es reproducido en una ventana del computador. Mientras el hombre sigue viendo esa pantalla, a la vez come, al tiempo que una llamada de un celular irrumpe en la escena que ha sido dibujada en una convivencia de imágenes, de ventanas, viñetas y pantallas. Es decir, lo que hace Ware es representar un ecosistema narrativo de los últimos años. Dibujando una red de relaciones aparentemente inconexas, que parecen fragmentarias y que creemos segmentadas. Una pintura de esta época. La inserción de las pantallas en sus páginas de cómic no es gratuita, en su obra éstas funcionan como las viñetas, que son vehículos que fluctúan con sus narraciones gráficas.

Ahora que nuestras vidas pasan en un confinamiento que puede transmitirse a través de las pantallas, y lo que éramos, lo que hacíamos, aparece suspendido ahí, superponiéndose y anclándose a la incertidumbre por no saber qué pasará, y las actividades sociales parecen inmóviles, ralentizadas, nos asomamos a las ventanas o las pantallas para tener la sensación de que estamos saliendo del laberinto.