Ediciones Vestigio es una grieta desenfrenada en el dodecaedro del universo. Un creciente catálogo de obras que tienen en común lo raro, lo perturbador, lo periférico y lo experimental, pero que por lo demás son tan diferentes entre sí como un cúmulo de ojos extirpados y el interior de un tumor (decida el lector si esto es muy similar o muy disímil). Con ello, la editorial viene haciendo un trabajo titánico y trasgresor. Algo que, muy seguramente, la va a convertir en un referente multiversal dentro de poco tiempo (entendiendo, por supuesto, el tiempo como algo relativo).
No solo la mayoría de sus publicaciones son de una calidad mayúscula, sino que además se encuentran profusamente ilustradas por una gran variedad de artistas. Luis Carlos Barragán, Pipex, Zursoif, Andrés Beltrán y Sebastián Cota, entre otros talentosos dibujantes, han formado parte integral de la oferta de narrativa y poesía de la casa, contribuyendo a la consolidación de una propuesta estética en la que palabra e imagen son virtualmente indivisibles. En este sentido, la evolución apenas natural – si acaso hay algo natural en Vestigio- de las novelas y antologías de relatos era la incursión en el terreno de la narrativa gráfica.
André Coelho y Manuel João Neto fueron los elegidos para inaugurar esta nueva mutación con Torre Terminal. André nació en Vila Nova de Gaia y su currículo es tan variado como impresionante: ilustrador, portadista y cartelista para discos y bandas de punk, rock, metal y música experimental, editor de fanzines y miembro de la agrupación de rock industrial Sektor 304. Ha ilustrado varias antologías de cómic y en 2015 fue ganador del concurso «¡Toma lá 500 paus e faz uma BD!» (¡Toma 500 lucas y haz un cómic!) con su novela gráfica Acedia. Manuel, también muy ecléctico, es licenciado en derecho y posgraduado en sociología del arte. Se ha desempeñado como escritor, editor y traductor. Durante más de diez años ha colaborado en proyectos literarios, artísticos, musicales y teatrales.
La singular dupla nos obsequia una críptica novela gráfica (término especialmente borroso en esta obra) sobre un hombre encerrado en una torre de control en un mundo desolado. Este operario aguarda la llegada de un agente que es probablemente algo mucho más complejo. Con un «argumento» que exige un lector participativo, curioso y paciente, la obra se desgaja en abstracciones, pistas e interrupciones en las que la incertidumbre y el extrañamiento están latentes desde la primera hasta la última página. Conversamos sobre el libro con Manuel João y André, quienes amablemente compartieron sus impresiones y experiencias.
¿Podrían compartirnos un poco acerca del proceso creativo tras Torre Terminal? ¿Cómo colaboraron el artista y el escritor?
Manuel João Neto: Para el momento en que empezamos a trabajar en Torre Terminal, André y yo éramos básicamente amigos que de vez en cuando colaboraban en proyectos relacionados con la música pero que, además, tenían afinidades e intereses comunes en otros campos artísticos, incluyendo las novelas gráficas. Eventualmente, André me enseñó algunos dibujos en los que estaba trabajando y con los que no sabía qué hacer, y yo empecé a jugar con la idea de crear algún tipo de montaje narrativo con esas imágenes.
André Coelho: Se trató de un intercambio visual y literario que fluyó muy libremente, hasta que el libro de repente comenzó a tomar su forma, aparentemente con su propia vida. Creo que esos primeros dibujos estuvieron altamente inspirados en Mordecai Roshwald (1), Ballard (2) y Virilio (3), que me hicieron revivir la fascinación que siempre he tenido por la iconografía de la guerra, especialmente por aquellas estructuras fortificadas del siglo XX con sus estéticas similares a mausoleos.
Junto a Manuel, establecimos ciertas líneas de trabajo, ciertos vectores conceptuales que eventualmente terminaron en algún tipo de narrativa gracias a un intercambio creativo de ida y vuelta. Durante el proceso se hizo evidente que más que encontrar un argumento, este trabajo sería una narrativa de varias capas, como si de una ruina reunida y rearmada se tratase. También, esta forma de trabajo no lineal nos permitió superar la usual dicotomía de texto/imagen o escritor/ilustrador. Nunca trabajamos en el sentido de subordinar una parte a la otra.
Muchas de las convenciones comunes de las novelas gráficas (viñetas tradicionales, globos, narración lineal) están casi por completo ausentes en Torre Terminal. ¿Cuál es la intención particular de este formato que proponen?
AC: Las características del libro tomaron forma del modo más natural, puesto que empezamos a trabajar en el proyecto de una manera muy informal. Dado que mantuvo su forma final escondida de nosotros casi hasta su fin, creo que nunca tuvimos la preocupación de seguir ciertos códigos, o, por el contrario, de estar casi ideológicamente en contra de ellos. En realidad, nunca decidimos hacer «cómics, así que ¿Para qué someter lo que sea que estuviésemos haciendo a estas convenciones?
MJN: El tipo de formato más experimental simplemente parecía encajar con nuestra tendencia personal hacia una forma más libre de aproximación al arte en general y a las novelas gráficas en particular. Y el formato también se ajustaba al «argumento».
AC: Tiendo a ver estos tipos de convenciones como herramientas de comunicación e identificación de ciertos géneros, pero en este caso someterse a ellos conscientemente sería minimizar el potencial del proyecto y desligar el proceso, que fue tan rico y dinámico, de su objeto final. Mirando atrás, a todas las veces que he colaborado con Manuel, puedo decir que compartimos una propensión por los métodos y estrategias más experimentales. Algo que mantiene una cierta poesía en la forma final de todo lo que hacemos, sea música, escritura o ilustración. Tal vez esto sea una forma de no limitar la forma final a una única interpretación, o peor, una clasificación estricta.
Fascinante como resulta, seguir el argumento multicapas de la novela puede ser retador e incluso desconcertante para algunos lectores ¿Por qué presentar la historia así?
MJN: De nuevo, no existió el propósito específico de hacerlo conscientemente de esa manera. No teníamos un «argumento» perfectamente identificable o unidimensional porque el «argumento» era solo el marco donde el paisaje visual y textual podían encajar. Esas multicapas de sentido a las que te refieres podrían ser percibidas como simples especulaciones. En cualquier caso, sentimos que un libro acerca de un mundo que se cae a pedazos solo podía estar compuesto por narrativas colapsadas yuxtapuestas, así que toda la idea parecía coherente.
Hay multitud de referencias a lo largo del libro. Algunas son explícitas, como citas de novelas o fragmentos de poemas. Otras son más visuales ¿Cómo contribuyen con su narrativa todas estas voces tan diversas? ¿Consideran esencial que el lector esté familiarizado con estos autores antes de leer su libro?
MJN: No necesariamente. El conocimiento de las referencias puede ayudar al lector a tener un entendimiento más profundo. No solo del libro en sí mismo, sino del mundo que el libro está describiendo – eso es seguro. Pero, de cualquier forma, lo mismo pude decirse de la mayoría de los buenos libros y las buenas obras de arte, que siempre tienen múltiples capas. No conocer estas referencias o de dónde vienen puede ser positivo y emocionante, podría motivar al lector curioso a averiguar de quiénes son esas voces y qué es lo que están diciendo. Sin embargo, nunca debemos olvidar que un libro nunca es completamente entendible, ni siquiera para sus propios autores.
AC: Esas voces que emanan de las citas y los motivos visuales son como interferencias fantasmales que agregan capas de complejidad, a veces reflejando la narrativa o expandiéndola de forma bastante enigmática. Puedes entrar al laberinto con diferentes disposiciones mentales: puedes tratar de encontrar tu camino o simplemente vagar en él. El simple acto de cartografiarlo puede ser una experiencia satisfactoria o bien puedes tratar de hallar el sentido de su cartografía o significado. Así, cada una de estas voces son fantasmas o impresiones o caminos que podrían llevar a algo. El que sepas a dónde llevan o no, no es esencial. La falta de reconocimiento puede ser tan reveladora como el entendimiento completo.
Lo que es esencial es que el trabajo no es hermético: debe retener una multitud de ángulos y la habilidad de desdoblarse en numerosas formas. Las obras que parecen desafiar el paso del tiempo incorporan este aspecto. En realidad, espero que el lector de «Torre Terminal» pueda encontrar nuevos aspectos y conexiones cada vez que el libro es leído.
El color rara vez se usa en el libro, pero parece aparecer en momentos muy específicos ¿Pueden decirnos algo acerca del criterio narrativo o estético usado para su inclusión ocasional?
MJN: Quizás haya algún sentido allí, solamente tendríamos que encontrarlo- y André probablemente sería el más indicado para hablar de ese detalle específico. En lo personal, me parece que la presencia o ausencia de color indica una separación entre mundos, cómo dos mundos separados son percibidos a través de diferentes lentes. Otros lectores pueden tener otras interpretaciones. En general, el balance de color y blanco y negra crea un sentido de navegación a través de realidades paralelas que agrega algo de ritmo al surco completo del libro. Es una manera sencilla de agregar complejidad.
AC: Aunque el uso del color empezó como un impulso estético, pronto empezó a revelar una lógica interna conforme la narrativa tomó su forma. Este carácter revelador es uno que tiendo a preservar en mi proceso de trabajo. Me siento terriblemente frustrado cuando simplemente tengo que cumplir con ciertos pasos en orden para alcanzar un objeto final. Debe haber espacio para el instinto, la inconsciencia y los sucesos accidentales que pronto se revelan para incorporar lo misterioso y lo poético. En Torre Terminal, el color no debe ser ignorado en tanto que da pistas sobre las realidades multidimensionales que existen en el libro. Así como pasa con otros elementos visuales, el color puede ser visto como un leitmotiv, un conector. Pero me abstengo de crear explicaciones que puedan castrar al lector. Este libro sobrevive más gracias a lo enigmático y lo sensorial que a través de la lógica.
Esta novela fue originalmente publicada en 2014 ¿Cómo la ven en retrospectiva tras 8 años? ¿Hay aspectos que quisieran cambiar? ¿Este trabajo en específico ha tenido un impacto a largo plazo en sus propuestas estéticas/ narrativas?
AC: Este libro fue altamente importante para mí y aun ahora tiene más ecos en mi trabajo que nada de lo que haya hecho antes. Más que las implicaciones visuales en meros aspectos formales o visuales, el proceso causó cambios singulares y profundos en mi manera de pensar que es expresarme a través de dibujos o pinturas al igual que los mecanismos para crear una narrativa visual o, simplemente, contar una historia.
Contraria a mis experiencias anteriores, incorporé una dimensión más amplia del gesto y también de lo que se llamaría «la voluntad del medio» y su aparente aleatoriedad en mi trabajo. Si se mira el arte original, se va a reconocer claramente una cierta amplitud que nunca sería capaz de lograr si trabajara en pequeñas hojas con instrumentos de precisión. Todo esto muestra la expresividad del libro. Así que cada dibujo empezó a moverse en la dirección de esta idea de una mediación entre mi acción y voluntad y el medio.
A partir de este choque se alcanza una experiencia más completa, no solo como creador sino también como observador. Se siente de algún modo más dinámico, lleno de aspectos «micro gestuales» que enriquecen la imagen. También, la mezcla y yuxtaposición del collage, ilustraciones hechas con diferentes medios y monotipos dieron espacio a la idea de que la intuición tendría que jugar un rol mayor en lugar de los códigos de género estrictos.
Todas estas nociones serían posteriormente usadas y exploradas en mis siguientes libros, es decir Acedia y Mnemosina. Trabajar en Torre Terminal me permitió involucrarme con una perspectiva de las novelas gráficas/ narrativa gráfica/ cómics que está más cercana a una forma de arte o lenguaje artístico, que trasciende la idea de ser solo un género literario o un sub forma de las artes visuales.
MJN: En retrospectiva, y a pesar de la importancia que Torre Terminal ejerció en nuestros propios esfuerzos artísticos, un no puede evitar sentir que todo el libro pude ser mejor: mejor conceptualizado, mejor balanceado, mejor logrado en cada aspecto. Sin embargo, tenía sentido cuando lo hicimos y tiene sentido ahora – así que básicamente el principal impacto a largo plazo que el libro puede tener es precisamente su vida a largo plazo. Nos mostró que nuestras intuiciones funcionaban y eran dignas de ser exploradas.
A propósito de la nueva edición de Vestigio (que agradecemos enormemente) ¿Cómo se sienten respecto a llegar a lectores de habla hispana? ¿Creen que hay algún reto especial en la traducción (no solo en términos de lenguaje, sino tal vez creativamente o con aspectos que hayan podido ser particularmente locales en la versión original)?
AC: El primer sentimiento fue de sorpresa pues honestamente no esperaba que el libro pudiese suscitar interés hasta allá. Tengo un gran aprecio por la tradición latinoamericana en artes y literatura, así que se siente genial tener mi propio trabajo en circulación en esa parte del mundo.
MJN: Hasta donde sé, la traducción (que a propósito es excelente) no fue especialmente retadora – aunque solo el traductor podría responder esa pregunta. En realidad, la versión original fue escrita en inglés, que obviamente no es nuestra lengua nativa, así que desde su concepción el libro fue una suerte de bastardo lingüístico. No creo que esto sea un problema para los lectores de habla hispana de este libro, a quienes estamos extremadamente agradecidos y felices de poder alcanzar vía esta nueva edición de Vestigio. Es más que maravilloso que algunas personas en su país y continente, tan lejos de nosotros en diferentes maneras, estén interesados en este tipo de arte pero, como dijo André, hay una gran tradición de literatura y novela gráfica en Latinoamérica, muchos grandes artistas y ficcionistas, así que podría no ser tan sorprendente como parece.
Torre Terminal es, claramente, un trabajo experimental (incluso se etiqueta de esta manera en la edición en español del libro). Comparado con un cómic tradicional, esto de alguna manera limita el público que podría estar interesado en él. ¿Cómo ven la recepción de este tipo de libros? ¿Han podido recibir alguna retroalimentación significativa de sus lectores?
AC: Por obvia que esta limitación del «trabajo experimental» parezca para el sentido común (yo definitivamente estaría de acuerdo con ella de primera mano), el hecho es que la edición portuguesa se encuentra agotada y ahora hay una nueva edición en español. Así que, aunque no estamos hablando en términos de números de venta mainstream o de escala masiva, esto muestra que hay una audiencia para este tipo de ofertas experimentales o poco convencionales. Esto, creo yo, es el resultado de la habilidad del libro para sobrepasar los lenguajes y géneros artísticos convencionales mientras mantiene sus pies en algunos territorios reconocibles. Tal vez más que simplemente sentirse atraídos por su carácter experimental, nuestros lectores son aquellos que tratan de evitar la alienación y las trampas del entretenimiento.
MJN: Además, en el siglo XXI la dicotomía del arte experimental y convencional se está haciendo cada vez más obsoleta. Los límites de lo que es considerado «experimental» y lo que es aceptado por el público general se ha estirado más y más, llegando un punto en el que eventualmente se harán indistinguibles. El tipo de novelas gráficas que hacemos son para personas que son intelectualmente críticas y curiosas, así que esto automáticamente excluye a una parte significativa de la audiencia que está interesada exclusivamente en el entretenimiento. Hasta donde soy capaz de entender, dentro del reino de «nuestros» lectores encontramos todo tipo de personas, con diversos trasfondos y afiliaciones estéticas, algunos más interesados en los formatos más clásicos, otros más atraídos por las formas disruptivas. Al final, no importa en qué categoría se encuentre el libro; lo que importa es cómo se articula con una visión de mundo específica y en qué grado tal representación se puede relacionar con la propia visión del lector. Como siempre es el caso en el arte, después de todo.
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A mi juicio, Torre Terminal es una obra caótica, radioactiva, que va envenenado silenciosamente al lector conforme pasa las páginas, desconcertado. Para cuando se llega al «final» uno no puede estar seguro de si una bomba de hidrógeno acaba de explotar o lo hizo en el momento mismo en que nos atrevimos a abrir el libro. Lo único cierto es que tras leerla habremos mutado, naturalmente.
- Escritor y académico de ascendencia ucraniana e israelí. Autor de la famosa novela de ciencia ficción postapocalíptica “Nivel 7”.
- James Graham Ballard fue un escritor inglés de ciencia ficción con un particular interés por los escenarios distópicos.
- Paul Virilio fue un teórico cultural y urbanista francés conocido por sus escritos acerca de la tecnología y la relación entre poder y velocidad. Autor de obras emblemáticas como “La bomba de la información”, “Guerra y cine” y “Velocidades Políticas”.