Un nuevo año concluye en el universo editorial de la Historieta Argentina. Un nuevo año con problemáticas preexistentes y con temores con respecto al futuro próximo. En medio de tanto ruido ¿Qué cosas pasaron este año? ¿Cuáles fueron los libros que más me gustaron?
Si la cultura en general es una de los primeros sectores afectados por toda crisis económica y social, la historieta en particular es primera línea en toda batalla cultural. Durante 2023, el mundo editorial y creativo enfrentó desafíos y problemas, viejo y nuevos. El conflicto por la falta de papel, que sigue azotando a la industria, índices de pobreza alarmantes que afectan la capacidad de compra de muches lectores, acompañado todo por una aparentemente irrefrenable devaluación del peso argentino y, como si esto fuera poco, la llegada de un gobierno fascista liberal que recurre a todo ello para convencer y llegar al poder. Un nuevo año concluye y la Historieta Argentina crece y resiste. Se preocupa por lo que será el mañana, sin haber resuelto lo que pasó ayer.
Si en 2022 hablé de un definitivo escenario post-pandemia, en 2023 la industria del arte gráfico secuencial en el país vivió a la par del ánimo electoral. Fueron pocos los momentos en que la historieta logró robarle unos segundos de atención a la coyuntura política. En Argentina, gracias al sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), les candidates que llegan a disputar los cargos del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo son elegides por el pueblo, democráticamente, y no ya dentro del hermetismo de cada partido. Esto hace que, entre el 13 de agosto y el 19 de noviembre, les argentines votaron tres veces (una en las PASO, otra en la primera vuelta electoral y otra en el balotaje). El final, anunciado por muchas encuestas durante los meses previos, es que el peronismo no supo convencer, sus errores fueron demasiados y en poco tiempo y una gran mayoría votó por un gobierno de tinte fascista que gobernará hasta 2027.
¿Por qué creo necesario introducir todo esto en un anuario de historietas? Porque en las charlas de pasillo con editores, en los encuentros en ferias con les artistas, en las preguntas hechas durante las presentaciones, en los intercambios generados en talleres y en las cajas de comentarios y en los DM de Instagram casi no se habló de otra cosa. Escribo esto a pocas horas de la asunción del nuevo presidente electo, Javier Milei. A pocas horas de lo que, creo, aunque ruego estar equivocado, será el comienzo de una etapa oscura de nuestra historia y de nuestra historieta.
Si se cumple lo que en campaña se ha prometido, la industria argentina de historietas deberá insertarse en la lógica del libre mercado y salir a competir -nunca en igualdad de condiciones- con las producciones editadas en otros países -aunque muchas veces fabricadas con papel nacional-. Si se cumple lo que en campaña se ha prometido, se desfinanciarán la educación y la salud pública, donde trabajan y donde se atienden muches de les creadores de historietas. Si se cumple lo que en campaña se ha prometido, se perseguirá a las disidencias, entre las cuales están algunes de les mejores artistas de la escena actual argentina. Si se cumple lo que en campaña se ha prometido, leer historietas será, una vez más, un espacio de resistencias.
Dudé mucho acerca del tono que quería darle a este anuario. Parto siempre de priorizar el entusiasmo y la felicidad que me genera el poder seguir leyendo historietas argentinas con la calidad y la cantidad de este presente. Pero sería deshonesto de mi parte no compartir con ustedes también mis temores frente a los problemas que se avecinan.
Paradójicamente, todo esto se da en el mismo momento en que se vuelve a editar El Eternauta, de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, esta vez en manos de Planeta DeAgostini. Por primera vez en la historia, muches lectores de casi todos los países de América Latina podrán acceder al clásico absoluto de nuestra historieta, en una edición que hace honor a la tira publicada originalmente en Hora Cero Semanal. En tiempos en que todo se va oscureciendo, la buhardilla de Juan Salvo será, una vez más, un refugio iluminado para les lectores. Esta vez, para les de toda la región.
En términos de eventos indie, 2023 fue un año que no logró dejar de extrañar a Dibujadxs. Pese a eso, la continuidad de Distrito Comix (Flores, Ciudad de Buenos Aires), la presencia de la historieta en la FED: Feria de Editores (Chacarita, Ciudad de Buenos Aires), el agite de la Feria de la Historieta de Morón (Morón, Provincia de Buenos Aires), el olorcito a chipa del Tinta Town (Goya, Corrientes), y el hermoso Yeso -Festival gráfico (Junín, Provincia de Buenos Aires) -entre tantos otros- mantienen firme la posibilidad de encuentro.
Si voy a lo mainstream, Crack Bang Boom, en su doceava edición, cumplió nuevamente con su misión de reunir a una parte muy importante de la industria en un solo lugar. En su última versión a orillas del río Paraná, el evento máximo nacional mantuvo su condición de cita obligada en el calendario anual, con una muestra curada por el Archivo de Historietas y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional, presentaciones para todos los gustos, el tradicional y multitudinarios desfile de cosplay y decenas de novedades editoriales que eligen a la CBB como espacio de estreno.
En lo que refiere a difusión, muchas vueltas, continuidades y apariciones que vale la pena destacar. Volvieron los podcast de GComics Online, con su habitual batería inagotable de data; Volvió Federico Mariano al formato audio con La Historieta Rebelde; Siguen las entrevistas en CTRL+ Comics, el ciclo de entrevistas de Deriva Editorial; Nació el proyecto Charlas Mutantes, una serie de entrevistas a autores de la escena nacional y a personajes que hacen parte en la industria; Hicimos lo mejor que pudimos desde estás páginas de Blast, ya corridos de la novedad, analizando libros nuevos y viejos y trayendo la voz de algunes creadores argentines, como Sole Otero, Damián Connelly o Lautaro Fiszman.
Pese a las inclemencias económicas y políticas, editoriales como Historieteca, LocoRabia, Hotel de las Ideas, Deriva, entre otras, lograron mantener un número de lanzamientos realmente heroico. Se suma a esa lista lo hecho por Deux, una especie de muerto viviente editorial que cada tanto resucita, con un catálogo que rescata una importante porción de la historia de la historieta local, pero en manos de un editor cuyas decisiones algún día alguien entenderá (como organizar una presentación lanzamiento y no tener libros a la venta o no reimprimir ninguno de sus títulos). Pese a esos manejos, sus libros son una chance muy celebrada por les lectores, ya que permiten disfrutar de esas historietas que solo existían en revistas, ahora compiladas en un solo lugar.
Dicho todo esto, aviso que este anuario no es un ranking y por eso no tiene orden jerárquico. Tampoco intenta abarcar todo lo que salió este año, porque no leí todo lo que salió este año. Sí es un espacio donde compartir historias que lograron entretenerme en un año cargado de emociones, un listado a través del cual agradecer a les artistas que siguen haciendo y siguen dando un espacio para el disfrute, en tiempos donde es tan necesario.
La señora del 5° C (Dolores Alcatena, Deriva)
A la par de sus libros, Deriva cuenta con una colección de revistas, historias cortas en manos de artistas que van orbitando alrededor de la editorial. En esta entrega, llega una de las mejores creadoras de historias del momento: Dolores Alcatena. Un relato entre el costumbrismo argentino y el fantástico. Un escape al pasado para transitar el presente. Me hizo llorar las cinco veces que lo leí, porque también tengo una Juana, que se fue hace poco y a la que me encantaría volver a saludar.
Daaarkhs: relatos de altamar (VV.AA., Sociedarks/Quimera)
En la Historieta Argentina hay una ley superior nunca escrita: «para hacer, juntate con otra gente». Hay un valor en la reunión, en la producción colectiva. El colectivo Sociedarks, criatura originada en los talleres de Paula Andrade, va por su tercer antología. Diez historias que se meten en la temática piratas, desde diez perspectivas que, si bien habitan cerca del manga, exponen todo el espectro oscuro del colectivo. Premio a la constancia para elles.
Celiaquía y Confusión (Sine, LocoRabia)
Hace pocos días recomendé el nuevo libro de Sine y alguien me preguntó: «¿No es muy de nicho?». La respuesta es un rotundo «no». La que para mí es la mejor humorista gráfica del 2023, habla sobre su vida desde el momento en que le diagnostican celiaquía. Desde allí, logra sacar el tema del «con esas cosas no se jode» y llevarlo al humor como medio para concientizar.
Dora 1959-1962 (Ignacio Minaverry, Hotel de las Ideas)
«¿Por qué recomendás un libro que salió originalmente hace más de diez años?», dirán ustedes. Primero, porque creo que Dora es uno de los grandes clásicos de la historieta nacional del siglo XXI. Segundo, y conectado con lo primero, porque los clásicos «tienen que estar». Hotel de las Ideas hace un «rescate» -en el sentido amplio de la palabra- y nos trae las dos primeras entregas en un libraco hecho para un primer encuentro y también para grandes reencuentros con la historia de Minaverry.
DCLXVI 666 (Bukrut, WebCómic Mutante)
Como parte de Mutante, me tocó leer -y, sobre todo, releer- más historietas digitales que las que había leído en mi vida entera. Entre todas, la de Bukrut se convirtió en mi favorita. Seis es un agente dentro de una organización ¿divina? que se encarga de mantener el espacio tiempo ordenado, pero a él le gusta hacer las cosas de otra manera. Un cadáver exquisito que parece creado por Akira Toriyama y Osamu Tezuka. DCLCVI 666 logró una de las cosas que más busco entre tantas lecturas: sorprenderme con algo nuevo.
Debate por Señas (Christian Montenegro y Francois Rabelais, Tren en Movimiento)
Cada vez que encontramos un cánon editorial que nos permite decir «este formato es historieta», viene Tren en Movimiento y lo destroza en mil pedazos. Christian Montenegro adapta un texto del siglo XVI a un formato híbrido. Una obra que habita en el espacio inexistente entre la revista, el diario, el fanzine, el afiche. De esas obras que, felizmente, no entran en ninguna biblioteca y obligan a salirse de los encasillamientos.
Náufrago Morris (Pablo Franco y Lautaro Fiszman, Loco Rabia/Historieteca/Ilatina/ ComixZone)
Franco y Fiszman son dos de los ganadores del 1º Premio Latinoamericano de Historieta. Con Náufrago Morris, desembarcan en Brasil, Francia y Argentina. Una obra sobre la desesperación, sobre los restos de humanidad como camino para sobrevivir. Con la explosión gráfica a la que Fiszman ya nos tiene acostumbrades y un guion impecable de Franco, el dúo trae a este presente la historia de un naufragio del siglo XVIII.
Carnaval (Diego Pagani y Mariano Pini, Mopa)
Una historia al otro lado del Puente Ezequiel Demonty (popularmente conocido como Puente Alsina) que tiene un Orson Welles anacrónico y alquímico visitando un freak show al sur del conurbano bonaerense y a Sandro como banda sonora. La dupla Pagani-Pini sorprende y deslumbra desde el indie para traer una de las mejores historietas argentinas del año.
Tierra de Nadie (Roberto Barreiro y Edu Molina, Comic.ar)
En las historietas bélicas argentinas, Oesterheld impuso la frase «el enemigo es la guerra». En Tierra de Nadie, la dupla Barreiro/Molina supera esa consigna y redobla la apuesta. El enemigo no es el contrincante, el enemigo no es la guerra, el enemigo está más allá. La Primera Guerra Mundial y la guerra de trincheras como escenario para una de terror, con pinceladas breccianas de un dibujante que me encanta.
Sellos Postales de la Morondanga Republik: Historia Filatélica y Fantástica de un País (Flora Márquez, autoedición)
Como es mi listado, pongo lo que yo quiero. Como amante del arte filatélico, el fanzine de Flora Márquez (que oscila entre la historieta y el libro ilustrado), es precioso. La historia, las tradiciones y la idiosincrasia de un reino inexistente, a las que conocemos en un viaje a través de sus sellos postales.
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