Duam: lo que está arriba, abajo y dentro del suelo

Félix Vega recupera cosmovisiones mapuche y tradiciones plásticas de todo el siglo XX para formar un estilo propio. Una identidad estética puesta al servicio de la narrativa y la aventura. Su obra Duam: la piedra de la luz (Planeta Cómic Chile, 2019) se vuelve el hogar en que se vinculan entidades humanas y no humanas en mutua correspondencia. Hasta que alguien rompe ese pacto.

Como en las mejores historias maravillosas, Duam: la piedra de la luz no tiene marcas de tiempo, ni de espacio reconocibles. Antes que en el sur de América Latina, lugar originario y donde habita actualmente la comunidad mapuche, la obra del artista chileno Félix Vega parece transcurrir en un paisaje híbrido. Un territorio formado por una combinación entre los paisajes de Nausicaä del Valle del Viento y el verde planeta Namek. Esa mezcla de relieves tan disímiles en tan pocas páginas comparte elementos con esas otras geografías, relieves que podemos ver en la película de Hayao Miyazaki de 1984 y en la saga Freezer que Akira Toriyama inauguró en el tomo 21 de Dragon Ball, el 10 de octubre de 1990. Grandes porciones verdes rodeadas de elevaciones montañosas, mesetas formadas por rocas teñidas de indescriptibles colores por efecto de la meteorización. Ríos, canales, reinos entre las nubes, fuego y nieve.

Vega construye un territorio sin marcas de tiempo ni lugar reconocibles.

En historias vinculadas con la narrativa épica, como es el caso de Duam, el espacio en que se desenvuelve la aventura se convierte en un personaje en sí mismo. Más aún si nos referimos a una cultura como la mapuche, con un código propio desde el cual regular los vínculos con la naturaleza, el llamado az mapu. Para Martín Cárdenas Llancamán, Licenciado en filosofía por la Universidad Alberto Hurtado de Chile, «azmapu incluye una proyección y afirmación de cómo deben ordenarse las decisiones, las acciones y la vida más allá del comportamiento individual». Este ordenamiento jurídico, este cuerpo de normas no escritas, es entonces una relación entre vida, comunidad y territorio, elementos que no pueden entenderse por separado en la obra de Vega.

La machi Duam, personaje principal de la historia, esta inserta en esta cosmovisión mapuche que marca lo que se debe y lo que se puede. Desde su rol de che (persona) no puede caracterizarse por fuera de su relación con el mapu (territorio). Este vínculo es, además, no jerárquico. En contra del pensamiento extractivo occidental, las personas no son más importantes que la naturaleza. Todas las personas son parte del wall mapu, la tierra en la que viven, donde se reúnen los espacios materiales e inmateriales. Lo que está arriba, abajo y dentro del suelo que pisan. Todo está marcado por vínculos y relaciones que no son inquebrantables, pero cuya ruptura trae peligrosas consecuencias.

La protagonista conversa en los diferentes pasajes de la historia con humanes y con otras entidades, como la diosa ciega de las sombras, Ngen-reñu, el Pillán, dios devorador de almas y Treng Tren Vilu, dios de la tierra. Fuerzas con las que mantiene vínculos específicos, con obligaciones conocidas de antemano por cada una de las partes. Elementos con lo que entrará en conflicto.

Duam se relaciona con esas otras entidades que habitan el wall mapu bajo las normas que rigen su pacto de convivencia.

El azmapu (az -mirar- y mapu -territorio-) se opone a otra perspectiva occidental, la de creer que es el humano el que determina estas relaciones. Desde esta forma alternativa de comprender, basada en una horizontalidad entre los elementos que habitan el mapu, la persona debe pedir permiso para accionar, puesto que se adecúa a sentidos preexistentes que deben ser respetados. No hacerlo significa irrumpir e intervenir sobre un orden que busca autorregularse. Actuar de forma indebida se traduce como un desajuste en este equilibrio.

En la historieta, Duam decide hacer retornar las almas de los muertos. Primero, la de su mascota y luego las de personas fallecidas. Pero al no haber cuerpos donde depositarlas, las almas quedan en muñecos de madera que cobran vida, fabricados por su amigo Kamañ, hijo del carpintero de la comunidad. Al enterarse de los comportamientos transgresores de Duam, el consejo de machis decide expulsarla de su orden. Y es que lo que pone en riesgo es el mismo orden normativo. Sus acciones, sin ella saberlo, trastocan un acuerdo entre dioses y personas desde tiempos inmemoriales. Un pacto que había traído paz al cerrar un largo proceso de guerra. Las almas de los seres humanos que eran cazadas por las deidades para alimentarse pudieron defenderse al encontrar las piedras de la luz, las cuales servían como armas. Con estas piedras en poder de las personas, llegaron a un acuerdo: las almas de los muertos serán alimento de los dioses, pero nunca podrán estos matar para hacerse con las de los vivos.

Duam muestra una forma alternativa de sanción ante la falta, la del aprendizaje.

El camino de redención de Duam muestra otro aspecto fundamental del azmapu. Lo que hace la machi para ayudar y defender a su comunidad hacia el final del libro le permite cerrar un camino de sanción, hasta llegar a la rectificación de sus errores y la aceptación de su lof -su unidad social básica, formada por grupos de parentesco consanguíneo- para que pueda retornar. En el mundo mapuche, el error no implica condena, sino un proceso de consejo y conversión hasta rectificar los actos personales que afectaron a los elementos que integran el mapu. Duam comprende poco a poco el precio de sus actos, al tiempo que se enfrenta a la traición por parte de un ser querido.

Es realmente asombrosa la capacidad de Félix Vega para adaptarse a diferentes historias, entendiendo cuál debe ser el espíritu y el mensaje detrás de cada una de ellas. Como dibujante de la novela gráfica Los fantasmas de Pinochet, con guion de Francisco Ortega y edición de Planeta Cómic Chile, logró demostrar que la historia puede contarse también de la mano de la crudeza del expresionismo y el misticismo del simbolismo. Pudimos ver cómo en esa otra obra, la sonrisa que simboliza la violencia sufrida por el pueblo chileno, la sangre como un pigmento que tiñe gran parte de la obra y la metáfora constante son los elementos plásticos a los que recurre para hablar de uno de los más crueles dictadores de la historia de la humanidad. Pero en Duam: la piedra de la luz, su objetivo es otro: invitarnos a la aventura.

El arte de Félix Vega es arrollador y persigue un solo objetivo: adentrarnos a la aventura.

El artista elige ubicarnos siempre a pocos metros de la acción, como si cuidáramos las espaldas de la protagonista, como si corriéramos los mismos peligros, tuviéramos el mismo miedo e igual valentía para enfrentar cada desafío hasta lograr corregir sus errores. Desde su inocente infancia hasta la serie de eventos que la llevarán a ser una poderosa machi, en todo ello nos ubicamos a escasos pasos.

Sobre una página en negro y antes de comenzar la obra, el autor traduce ciertos conceptos extraídos del mapudungún. Un glosario que acompaña al lector y pone en valor la importancia de mantener y defender los idiomas nativos. La lengua mapuche fue recopilada por primera vez en el libro Gramática Araucana, de 1903. Un protodiccionario redactado por otro Félix. En este caso, Félix José de Augusta, uno de los misioneros capuchinos a los que se encomendó la evangelización de la zona, a finales del siglo XIX. Pero no lo hizo como un intento por resguardar su valor, sino como un mecanismo para facilitar la pacificación y control de dichas comunidades. La recuperación del hablar en lengua, desde las mismas comunidades y desde ciertos sectores -como representa este libro- va en un sentido contrario: reafirmar la autonomía cultural mapuche y la salvaguarda de su cosmovisión.

El nombre de la protagonista, Duam, se traduce como al castellano como «deseo», «intención» o «voluntad». Es este interés por realizar un acto específico, en este caso -y como explica Duam- «recuperar lo que alguna vez perdimos», lo que entra en conflicto a lo largo de la historia. Un deseo que atraviesa la vida de la machi y va cambiando junto a ella, desde la inocencia de la infancia hasta las responsabilidades y búsquedas como adulta parte de un todo que la excede y la incorpora.

Portada de Duam para su edición francesa, publicada en 2010 por Clair de Lune.

Las entidades que se relacionan a lo largo del libro permiten a su autor dar rienda suelta a su creatividad estética. Si bien pueden encontrarse en él conexiones con uno de los padres de Studio Ghibli y con la mente detrás del universo de los saiyayines, también conversa con maestros de la historieta y el arte del siglo XX. Duam dialoga con el trabajo historietístico de Moebius con respecto a la geografía y al de Juan Giménez si analizamos la tecnología. Vega no se queda ahí y suma a la charla algunos elementos plásticos que podemos también encontrar en las pinturas de Diego Rivera y en los mazos de Magic: The Gathering. La conjunción de todos esos elementos en un solo lugar nos permite un viaje oscilante, atrapante y sumamente sensorial entre lo real y lo maravilloso.

Lo que se narra, desde el guion y desde el dibujo, es también un todo que no puede entenderse por separado. Lo contado, lo dibujado y lo coloreado son en Duam: La piedra de luz, entes interrelacionados en pos de un pacto a ser respetado, que permite adentrarnos en una aventura hacia el interior de tiempos y lugares inimaginables.

Demian Urdin
Demian Urdin
Estudiante de Antropología Social por la Universidad de Buenos Aires, especializado en el estudio de la Historieta Argentina como construcción patrimonial. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina en el año 2018, donde analizó los procesos históricos de desarrollo del fanzine de historietas y su incorporación al Archivo de la Historieta y el Humor Gráfico Argentinos de esta misma institución. Ha realizado diferentes investigaciones en clave museológica acerca del trabajo del Museo del Humor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aire. Es, además, columnista para diferentes medios gráficos y radiofónicos argentinos donde indaga en el mundo de la historieta, los cómics, las series, el cine y los videojuegos. Fue co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas “Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta”. Actualmente, dirige el proyecto de difusión de la historieta latinoamericana "Grafo: Culturas Dibujadas".

Dejar un comentario

Por favor escribe tu comentario
Por favor ingrese su nombre aquí

Leer artículos similares...