Lo que en primera instancia parece un relato local, incrustado en las montañas del occidente de Medellín, se transforma, al tiempo que plantea nuevas posibilidades en el paisaje y en la vida de la protagonista del relato, Candelaria: una mujer joven, corriente y habitual de la ciudad como lo describe su autora, Alejandra Higuita.
Candelaria y la fuerza primordial, es el debut de Alejandra como narradora gráfica, un libro que le sirvió para ensayar ideas y proyectar deseos, con una forma de representación del territorio que se distancia de lo real, desviándose hacia lo onírico y otras posibilidades sensoriales y narrativas.
Hablamos con Alejandra sobre la publicación de este trabajo, con el que ganó la Convocatoria 2022, Unidos por la Cultura, en la categoría: Gráficas, del Instituto de Patrimonio y Cultura de Antioquia.
Al interior, entre ese naranja que le da color, los montajes y collages su historieta destaca por una potencia gráfica en unas viñetas grandes. Así un lector puede reparar en un ambiente natural con otros sentidos. A pesar de que hay texto, y una voz narrativa en palabras, son las imágenes las que predominan. ¿Esa intención, de darle protagonismo a la imagen fue deliberada?
Sí, desde el inicio quise que la imagen tuviera el rol protagónico. Quería darme el placer y el permiso de regodearme en el dibujo, los detalles, las texturas, los follajes y al final, en la composición de estos elementos. De todos los procesos necesarios para la realización de una historieta, considero que la parte gráfica es mi fuerte así que la usé para sentar las bases sobre la cuales construir mi proyecto.
Sumado a lo anterior, ¿cuál era su relación previa con estos paisajes y territorios?
Me encanta recorrer Medellín caminando y he conocido personajes e historias increíbles. Viví algún tiempo en la Comuna 13, la he recorrido muchas veces, incluso cuando no se podía, y me resulta súper actractiva. En medio de ese fango de violencia, tráfico y persecusión, germinó una cantidad impresionante de grupos culturales y artísticos muy potente. El cerro Pan de azúcar tiene mi vista preferida de la ciudad, algo místico, magnético, y la energía allí es súper intensa. Un día de muchas coincidencias en una subida a reflexionar, surgió la idea del proyecto Candelaria y la fuerza primordial.
A lo largo de la narración gráfica hay pocos diálogos y sobresale un narrador en tercera persona que nos cuenta sobre Candelaria. ¿Cómo se fue armando la voz narrativa en este trabajo?
Siempre quise para esta historia una narradora omnisciente. Escuchaba su voz en mi cabeza cuando dibujaba y cuando componía las imágenes. Al final, lo único que yo tendría que hacer sería poner estas palabras en el papel. Parecía muy sencillo pero a la hora de hacerlo me di cuenta de lo difícil que me resulta escribir. El texto recontaba la imagen, le robaba protagonismo y aún así, carecía de fuerza. Entonces pensé en prescindir de él, evadir, pero sentía que unas partes debían ser contadas y poco a poco después de varias ediciones, sugerencias y de matar un poquito a la narradora, la historia quedó tal como está.
En todo caso, quien habla es una Candelaria más madura, más sabia, más consciente y más sensual, que se mira y se cuenta desde el futuro con desapego, en tercera persona.
Uno de los conceptos más atractivos, desde mi lectura, es la aparición de un lenguaje onírico, algo no natural que incide en la transformación. Además hay confrontaciones, dimensiones desconocidas. ¿Por qué decidió insertar estas ideas y conceptos narrativos en una narración gráfica de apariencia local?
El mundo interior y el de los sueños son terrenos de infinita expansión que hemos explorado muy poco. Con esta historia pude bajar al papel algunos de los espacios, situaciones, conflictos y aprendizajes con los que me he encontrado en mi exploración personal. Cuando Candelaria pasa por una crisis existencial y por diferentes estados mentales que le hacen aparecer realidades en concordancia, descubre que puede acceder a planos más profundos de su consciencia y a otras dimensiones más allá de la tridimensional. Quise insertar estas experiencias en apariencia extraordinarias en la vida cotidiana de una chica común y corriente de Medellín, porque aunque el proceso por el que atraviesa es muy íntimo, su naturaleza es de carácter universal.
En la transformación del paisaje y el territorio aparece la figura del turista, un poco lateral, aunque invasiva. ¿Había una intención con la idea del turista en masa que todo lo invade más allá de la mención?
A veces especulo con la idea del turismo masivo atraído a la ciudad por un milagro inventado. Me gusta observar los procesos de transformación urbanos que ha tenido Medellín y creo que este definitivamente la revolucionaría. ¿Sería tan caótico como lo imagino? No sé, pero indudablemente el impacto en ejes como el social y el económico, afectaría a nivel colectivo e individual. En la historia este momento de boom en la ciudad, marca un punto de inflexión en la vida de Candelaria.
Hablemos un poco sobre el proceso de trabajo. Hay una parte donde se puede leer «Todo proceso creativo, implica destrucción». ¿Cómo fue el proceso creativo en este caso? ¿Qué tanto destruyó, qué tanto se transformó?
En este proyecto tuve un proceso de elaboración de mi relación con el masculino. Por medio de la narración gráfica cuya composición iba surgiendo de manera casi automática como en una especie de terapia, pude descubrir el miedo y la rabia contra la que creía ser una figura externa, el hombre, pero que en verdad era algo más complejo que habitaba en las profundidades de mi psique. Cuando recordé que todo aquello que veo en mi realidad es una proyección de mi estado interior y comprendí que la aversión que sentía no era más que el rechazo a mi propia oscuridad, pude derribar algunas barreras mentales, reconocer ciertos traumas y observar las cosas desde otra perspectiva para poder sanar.
El dibujo, como un saco de boxeo, me ayudó a descargar mi rabia y a transmutarla en un poder interno que finalmente podía proyectar hacía afuera: un poder creativo, libre y visceral.
Como lectora y creadora de esta historietas ¿con qué fuentes narrativas y gráficas tuvo un diálogo para esta creación? ¿Hay referencias o referentes en historietas y otras artes narrativas que impulsaron este trabajo?
Esta pregunta me pone realmente en conflicto. No soy lectora ni me considero creadora de historietas y mis únicos contactos con el género antes de empezar este trabajo fueron: ver la película Persépolis de Marjane Satrapi (no leí la novela), y leer Virus Tropical de Paola Gaviria PowerPaola. Cuando me vi metida de cabeza en el proyecto, con un contrato que debía cumplir en 4 meses y una carta de compromisos firmados, después del momento de pánico, empecé a explorar. Abrieron mi imaginación una conferencia de Altais comics y Álvaro Vélez (Truchafrita), y después, un taller con el colectivo La Chimenea donde tuve la oportunidad de conocer más acerca de autores, formatos y procesos. Para la historia tuve como referentes algunos textos, imágenes y deidades de la mitología hinduista y de la filosofía budista, escritos y enseñanzas de la mente y la realidad.
Los globos, los menhires son ideas que intervienen la ciudad. ¿Cuál era la intención en situar estas piezas como otros protagonistas de la narración y la ciudad?
Los menhires y los globos son otro de mis permisos en la historia, mi juego, una alegoría de mis fantasías sexuales, la expresión de mis sueños frustrados de artista.
Creo que esta historia no termina acá, sino que se puede seguir expandiendo, a una serie de narraciones gráficas. ¿Habrá algo más a futuro?
Como este formato es nuevo para mí, me encantaría seguir explorándolo y conocerlo a fondo para transgredirlo. Quiero jugar con las viñetas, la imagen y los textos.
En la historia dejo algunos cabos sueltos que quisiera resolver en proyectos futuros y de Candelaria hay mucho por contar. Así que espero pronto estar trabajando en el próximo proyecto. Digamos que ya estoy en la etapa inicial.