Cielo rojo, la cotidianidad rota

Cielo rojo un trabajo del colectivo LECHE (Laboratorio de Estudios Culturales Históricos y Espaciales) es una obra diseñada a múltiples manos que nos invita a explorar desde varias perspectivas un acontecimiento que cambió la historia de la ciudad de Santiago de Cali, capital del departamento del Valle del Cauca. El hecho es un antes y un después que marca la caótica etapa de modernización acelerada de una urbe. Una tragedia que contó un aproximado de cuatro mil muertos y doce mil heridos (casi todas víctimas civiles) las primeras horas de la madrugada del 7 de agosto de 1956. Una insólita y gigantesca explosión en cadena provocada por cuarenta y dos toneladas de dinamita proveniente de Suecia la cual se iba a utilizar en obras públicas varias en la ciudad de Bogotá, a donde nunca llegaron, pues de seis a diez camiones (no existe una cifra exacta, hay muchos vacíos en los intersticios de esta historia) que transportaban el explosivo junto con aproximadamente seis barrios alrededor de la plazoleta de la estación central del ferrocarril del Pacífico donde estaban estacionados y funcionaba un destacamento de la policía militar, prácticamente  desaparecieron del mapa de la ciudad dejando atrás ruinas, cuerpos destrozados, y cientos de personas atrapadas entre los escombros.

Detalle inicial en «Cielo rojo».

El carácter súbito del hecho agudizó la tragedia para la que nadie estaba preparado, sin embargo la sociedad se organizó rápidamente y la desventura de todo un pueblo fue el detonante para la organización. Los damnificados posteriormente reubicados así como los protagonistas en primera persona del hecho son los eslabones claves para unir esos relatos sueltos y cenicientos en una cómic que nos entrega tres relatos cortos: Crónica roja, Al oriente, y Casas que brillan. Un trabajo del cual hacen parte en la investigación: Javier Peña Ortega, Paula Pino López y Paola Zambrano Velasco. En los guiones: Carlos Bastidas Zambrano, Javier Peña Ortega, Paula Pino López. Y en la parte gráfica e lustración: Lynda Acosta,  Andrés Ocampo y Mónica Peláez.

Fragmento de «Al oriente».

Crónica Roja, la narración inicial de esta obra indaga en los recuerdos de un ex reportero de esta rama periodística, algo dado a la bebida en su época, quien cuenta como horas antes fue testigo de una serie de hechos sumamente extraños y desconcertantes, pues el día lunes 6 de agosto, horas antes de la explosión, entrevistó por casualidad a «Miguel» un militar a quien dieron la orden de activar la carga explosiva mediante un disparo, disposición que provocó su huida y estado paranoico en el que «Marcos» el reportero lo encontró en un hotel del centro de Cali. No se supo más de él después de sus declaraciones, lo mismo pasó con el editor del diario «Darío» a quien Marcos le entregó la inconcebible información. Y al parecer todo se trataba de una conspiración para limpiar un sector poco próspero de la ciudad y adjudicar esas tierras ya limpias al «desarollo», cosa que por así decirlo empata con el destino que la ciudad tuvo después del estallido. Sin embargo en tanto a responsables y causas verdaderas nada se sabe de esta tragedia, tal vez una colilla tirada al descuido, tal vez un genocidio. Esta pieza se caracteriza por una ilustración principalmente descriptiva; simpleza de trazo en pos de una economía gráfica que permite asimilar las imágenes en su nitidez y simpleza lineal, mientras una música tradicional ondula entre viñeta y viñeta transportándonos momentáneamente a la época, acompañado de un entintado sutil y contundentemente descriptivo a la hora de transmitir las  imágenes que evocan ese lunes que pintaba como un buen día.

Detalle de «Al oriente». Segunda parte del libro.

Al oriente, segundo tópico en esta obra, se caracteriza visualmente por la preponderancia casi total de la ilustración, en este caso análoga (artesanal), los claroscuros del grafito y la textura del papel otorgan a esta corta historia un aire bastante íntimo (la privacidad propia del dibujo) y vibrante. Anónima, silenciosa y melancólica, nos cuenta una vida, la de una madre, podría ser la de cualquier damnificado, que, entre restricciones militares regresa a su hogar para escarbar entre el desastre su pasado, sentirse de alguna forma cerca de los que ya no están y todo lo que se ha perdido. Imágenes recreadas de archivos fotográficos de la época cargadas de un simbolismo oscuro y agobiante, que transmiten la desolación, angustia y depresión que muchos sufrieron posteriormente. Perderlo todo en medio de la incertidumbre, de la incredulidad, flashbacks del día fatídico, las hoy rústicas sirenas de las ambulancias rompiendo la cotidianidad de una madrugada que tiñó el cielo de rojo por un corto lapso de tiempo, miles de pérdidas irreparables, la tarea larga de reconstruir la felicidad, Al oriente desde una poética que no precisa de palabras nos introduce en calidad de «victimas» a las entrañas de esta catástrofe.

Fragmento de «Crónica roja» primera parte de «Cielo rojo».

Cielo es la protagonista de la última historia- Casas que brillan– viuda madre de tres hijos pequeños, que debe recibir la noticia del fallecimiento de su esposo a través de un comunicado radial como otros miles de familiares de fallecidos y heridos, después de la explosión, las problemáticas apenas se desataron, «resolverlas» tardó en muchas circunstancias años de incertidumbre y vida precarizada, es el caso de esta familia que tuvo que vivir «de arrime», en albergues y campamentos provisionales adecuados por el ejército, quienes tenían el control del Estado tras el golpe de Gustavo Rojas Pinilla a la débil democracia que liberales y conservadores se disputaban (cabe destacar que este culpó a la oposición por el «atentado»). El empleo, la educación, los servicios básicos se vieron detenidos, las condiciones en general no eran las mejores, fosas comunes se llenaban con cuerpos sin nombre, las cuales se tapaban para siempre. Cielo y sus hijos fueron de las personas que se beneficiaron de los planes de reubicación de cientos de familias que por mucho tiempo vivieron de forma muy  poco digna.

Construir el futuro tras un pasado desecho por quien sabe que causas, fue la tarea final de este trabajo, a través de las voces y testimonios y archivos que operan como registros vivos de ese episodio que cambió trágica y de manera abismal la ciudad, en una noche y un estallido sin más.    

Novela gráfica Cielo rojo by lechecolectivo - issuu

David Andino
David Andino
Quito, 1991, artista visual , que desde las prácticas experimentales indaga en la posibilidad de evidencias los complejos fenómenos que constituyen "la realidad" sin dejar de lado el desarrollo y la búsqueda personal de aquello que podrías llamar el ámbito de lo técnico. Prácticas como el arte comunitario, procesual y colectivo, son recursos a los que acude para desarrollar sus propuestas.
Artículo anterior
Artículo siguiente

Dejar un comentario

Por favor escribe tu comentario
Por favor ingrese su nombre aquí

Leer artículos similares...