Culto al pasado

La tradición amnésica suele ser un comodín para los vencedores. Los trabajos y procesos de memoria, frecuentemente, estorban a los discursos dominantes y hegemónicos. La memoria, en muchas ocasiones, es un peligro para el discurso oficial. Por fortuna, el culto al pasado es el mejor antídoto para combatir el olvido. La necesidad de memoria ha sido una preocupación desde los años ochenta. Sacrificar un poco el futuro para privilegiar el pasado es menester en la configuración del presente. El deber de memoria del Estado colombiano comenzó a regir con la Ley de Justicia y Paz y se robustece con el clamor de organizaciones y víctimas que, con persistencia, en el día a día lo exigen. En Galán: la crónica de otra muerte anunciada se privilegia el pasado y se deja en evidencia las dimensiones de la violencia derivada del narcotráfico. 

Unas viñetas que nos revelan las dimensiones de la violencia derivada del narcotráfico.

El magnicidio de Galán ha sido caldo de cultivo para diversos escritos y registros visuales. Un gran número de investigaciones, crónicas y textos literarios se han ocupado del hecho; sin embargo, ninguno lo había narrado desde el cómic. Galán: la crónica de otra muerte anunciada se suma al creciente número de cómics documentales colombianos, del cual hacen parte obras como Caminos Condenados, La Palizúa: ustedes no saben cómo ha sido esta lucha, Sin mascar palabras: por los caminos de Tulapas, Los Once, Ciervos de Bronce, entre otros. Registrar, denunciar y reportar la violencia tiene, también, antecedentes en el cómic extranjero; por ejemplo, Rupay de Cossio, Rossell y Villar, Palestina de Sacco o Maus de Spiegelman. Con suficientes años de acontecer el asesinato de Galán, el ejercicio investigativo, testimonial y de archivo adquiere una perspectiva sesuda que lo distancia de la inmediatez de los hechos. 

El ejercicio investigativo llega hasta la infancia de Galán.

Aunque la violencia derivada del narcotráfico parece un lugar común, en el cómic resulta novedosa. El libro es un híbrido que utiliza diversos recursos para explorar la historia de Galán y reconstruir los momentos previos al asesinato. Allí, el texto, las viñetas y fotografías se entrelazan con una singularidad que ofrece una experiencia continua de lectura. Además, la narración se divide por capítulos y se presenta en blanco y negro, anteponiendo las ideas a la forma. Igualmente, los investigadores recurren a los voces oficiales y familiares de Galán, lo que permite que la documentación sea exhaustiva para el dibujante. 

Las voces de sus familiares siempre presentes.

La obra, de autoría múltiple, contiene diferentes formas y estilos. Por un lado, los guionistas (Daniel Valero y Javier Forero) guardan una fluida prosa que dota de claridad la lectura. Por otro parte, los historietistas dejan la huella de su trazo gráfico de la siguiente manera: Óscar Ramírez decide volver en negativo las viñetas, apuesta por el trazo realista y un montaje fluido y rítmico; Juan M. Siza se acerca a uno moderadamente caricaturesco y, al mismo tiempo, la forma y grosor de algunos bocadillos le otorgan intensidad a la narración; Juan C. Soriano, por su parte, se distancia del trazo sencillo (y por momentos rompe la cuarta pared con objetos); y Laura V. Álvarez se decanta por el trazo realista y una rica variación de ángulos. En fin, cada dibujante nos deleita con su versión gráfica de Galán.

El avión HK-1408 que, magistralmente, aúna las viñetas.

La posición vehemente de Galán a favor de la extradición y sus denuncias contra Pablo Escobar fueron el “primer clavo de su ataúd”. Un clavo que llegó mucho antes, cuando el presidente de los Estados Unidos Richard M. Nixon declaró en una decisión política coyuntural (y caprichosa) la guerra contra las drogas, lo que generó el auge de los exportadores de cocaína en Colombia. Un clavo que sigue derramando sangre a diestra y siniestra. Víctimas, como Galán, de la violencia derivada del narcotráfico ocupan las principales páginas de los medios (y la memoria) pero queda pendiente por narrar los millares de muertos que no están en nuestra antena de redentores, notorios y famosos. Y en la arena política, la legalización de las drogas para sacarnos el clavo que llevamos en el pecho. 

El hombre que quiso ser un “héroe”.

En Galán: la crónica de otra muerte anunciada se nos invita admirar críticamente al político, y al hombre de carne y hueso, y al mismo tiempo a cavilar sobre los interrogantes que persisten sobre su muerte y lo que pudo ser un futuro “diferente” para Colombia. Además, el libro incita a pensar que los historietistas son, también, emprendedores de la memoria (tomo prestada esta noción de Elizabeth Jelin). De Galán nos quedan sus ideas y el saber que, justo allí donde se planeó su asesinato, florecen las flores más hermosas y revolotea el gallito de ciénaga. 

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Galán: la crónica de otra muerte anunciada 

Guion: Forero y Valero

Ilustraciones: Álvarez, Ramírez, Siza y Soriano

Intermedio Editores

112 páginas 

2019

Diana Gil
Diana Gil
Más que nada una soñadora.

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