Los cuatro cuadernos de cómic y dibujo de Medellín

Hace poco terminó el 45 Salón Nacional de Artistas, una versión que tuvo por primera vez amplia participación de autores de cómic, tanto en la exposición Arquitecturas Narrativas como en la línea curatorial Llamitas al viento, eje del programa de publicaciones: Cuadernos de cómic y dibujo. Los autores de cómic participaron en los cuadernos con sus materiales disponibles, donde hicieron una aproximación a lo efímero, tal y como quedó escrito en el texto curatorial. En algunos de estos cuadernos se presentaron trabajos de cómic de autores de Medellín, como Mariana Gil Ríos, Marco Noreña, Joni Benjumea y Álvaro Vélez (Truchafrita). Con la inserción de los cómics a un formato estándar, el de una cartilla sin gracia, las narraciones gráficas quedaron condicionadas a unos cuadernos estrechos y homogéneos desde la forma, por la evidente precariedad en los materiales usados, como el papel bond, algo que le dio al resultado, una impresión de objeto con escaso atractivo editorial. Este evidente desacierto editorial ahogó y mutiló las libertades narrativas de los dibujantes, gracias a ese descuido se dejaron de lado los múltiples formatos y posibilidades materiales que pueden ser usados para editar un cómic.

Una página de Zona de confort, Joni B

Dicho esto, cada uno de los trabajos de los autores de Medellín expuso inquietudes particulares ceñidas a sus años de trabajo, por lo menos, desde el contenido expuesto. En las cartillas se aprecian algunas preocupaciones recurrentes que los dibujantes ya habían marcado en publicaciones anteriores, aunque acá, cada uno y una, a su manera, extienden formas alternativas de ver y leer cómic. Por ejemplo, en Zona de Confort, Joni Benjumea usa la trama, a partir de una soda que nunca llega para darle un golpe de movilidad a una narración que parece atrapada en una serie de conversaciones inútiles, pero lo que se ve de cerca es el paso del tiempo irrecuperable en sus personajes –atrapados en su confort– y el evidente desplazamiento que han sufrido, mientras intentan hacer vida al costado, al borde y margen de lo que es ahora el Parque del Poblado de Medellín. Lo que supone además una continuación para su cómic del mismo nombre, que como se sabe, terminó siendo un registro de un espacio público que ya no es tal, así estos personajes envejecidos y atrapados en su zona son, también, unas ruinas inmóviles atrapadas en la precisión de las viñetas y la retícula que se mueve ante la mirada del lector.

 

Doble página Nover/Volver a ver Marco Noreña

Marco Noreña, al contrario, ensaya con unas preocupaciones menos terrenales, en su cuaderno Nover/Volver a ver juega con la página para establecer variaciones entre la mirada que cambia, según el tiempo o la recuperación de la visión, y las formas que la preceden. También las visiones iniciales son alteradas por una mirada múltiple que se cruza con la del lector desde las viñetas, con una instalación de agujeros y ojos que han sido fijados allá, de ese lado, para desestructurar la narración habitual y dotarla de un aspecto extraño. Así, con su refinado estilo, Noreña usa un juego de figuras geométricas instaladas en las viñetas para cortar y armar, y ofrecer puntos de vista, como el que inicia la narración en la cual una bandera tricolor aparece mutilada y reaparece recompuesta al final, lo cual sugiere que eso que vemos y somos, como identidad, no lo es todo.

Doble página Platónico Imperfecto Mariana Gíl Ríos

En Platónico Imperfecto Mariana Gil Ríos establece una continuidad con algunos de sus trabajos y exposiciones anteriores. En sus tramas se leen resonancias geométricas con Noreña, pero en su caso, el uso de las formas no es tan radical, las formas en sí, un círculo y un cubo, un triángulo y un cubo, son los personajes dentro la retícula que dialogan, que se alteran, se aferran, se rayan, sufriendo evidentes estados emocionales al paso de las disonancias que surgen en toda conversación. Los personajes, como formas, expresan sus alteraciones evidentes más allá de estar atrapados en una retícula, esta decisión sutil, rima –con distancia– a lo hecho por David Mazzuchelli en Asterios Polyp, proporcionado identidades a sus personajes con una caracterización visible, lo que sabemos de estas formas-personajes es todo aquello que no se muestra directamente, todo lo que está en el pliegue, en las líneas y los colores.

Por último Las costillas de cómic, con cerveza de Álvaro Vélez (Truchafrita) siguen la línea trazada de sus últimos cómics, no tanto lo hecho en sus Cuadernos Gran Jefe o libros como Francisco José de Caldas, un camino a la estrellas, donde expone una biografía didáctica sobre el científico, sino sus cómics que derivan en la reflexión, en una huida al vacío, en una renuncia a la progresión existencial, y en personajes que intentan alcanzar respuestas con sabios que hablan sobre la estupidez humana o que hablan sobre el significado de la tumba de Jesús. Todas estas alusiones toman forma evidente en la historia «central» del cuaderno, en la que dos de sus personajes hablan sobre el «El cuello de botella» en la existencia del Homo Sapiens, al tiempo que la narración es intervenida por un hombre que aparece extraviado en las viñetas. Esta confluencia de relatos también está presentada en la superposición de lecturas, citas y fragmentos de libros que acompañan las historias en viñetas y que aparecerán en el reverso de sus próximas historietas como La iglesia de los cuernos. 

Doble página de Costillas de cómic con cerveza, Álvaro Veléz (Truchafrita)

En esta participación los dibujantes marcaron, a su manera y posibilidades, unas muestras de estilo y unas preocupaciones en el oficio de hacer cómics en Colombia, dejando de lado las tendencias de los últimos años o el empaque de los cómics periodísticos, un camino que parece ser el más rentable en los próximos años, por la validación implícita que trae el género. Más allá del tropiezo con el formato, estos cuadernos son un panorama reducido del oficio del cómic en la ciudad de Medellín que no es tanto lo que se dice o parece según sus detractores.

Mario Cárdenas
Mario Cárdenas
Estudió literatura en la Universidad del Quindío. Ha escrito en diferentes medios sobre cómic y literatura. En sus ratos libres se dedica a tomarle fotos a "Caldera" su Bull terrier.
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