Las rutas de viaje de Corto Maltés. Primera parte: sus piezas

Desde hace más de medio siglo, Corto Maltés recorre el mundo a través de las páginas de sus historietas. La obra creada por Hugo Pratt ha logrado conformarse como una de las más importantes de la historia del arte gráfico. Carolina González Alvarado desarma estas historias para descubrir una poética y un estilo que son propios de las aventuras del marinero.

Corto Maltés es un personaje creado por el artista y narrador gráfico italiano, o «artista de historietas» (como él mismo se define), Hugo Pratt. Asimismo, Corto Maltés es el personaje principal de varias narraciones publicadas en revistas de cómics, posteriormente recopiladas en álbumes que relatan una historia que funciona como eje temático y argumental para crear títulos tan poéticos como La balada del mar salado, El sueño de una mañana en invierno, Bajo el signo de Capricornio, entre otros.

En 1974, el artista asistió como una de las figuras principales al Primer Salón Internacional del Cómic en Angulema, en Francia, a la fecha uno de los festivales de narrativa gráfica más importantes a nivel internacional. En el mismo año, se lanzó un disco de 45 rpm interpretado por Sylvia Fels inspirado en Corto Maltés y se publicó por primera vez en castellano, primero en la revista Skorpio y posteriormente en una revista titulada Corto Maltés, ambas en Argentina. A partir de estos años, seguiría una intensa producción y presencia en el escenario de la narrativa gráfica que duraría aproximadamente veinticinco años.

Corto Maltés funcionó como inspiración para muchos proyectos por fuera de la historieta, como este disco de Sylvia Fels.

Los hilos detrás de la aventura

Teniendo en cuenta la relevancia que Corto Maltés tiene en nuestra historia cultural, los rasgos estructurales, estilísticos y temáticos de algunos de sus álbumes son dignos de análisis. Respecto a su estructura, podemos mencionar una de las contribuciones más importantes de Hugo Pratt a la historia de la narrativa gráfica: la sustitución de lo episódico por la serie de continuidad.

Artistas del cómic previos a él ya contaban con personajes e historias emblemáticas en la prensa, como The yellow kid de Richard F. Outcault y Terry and The pirates de Milton Caniff (obra comparada frecuentemente con la de nuestro autor). En el caso del primero, se trataba de historias breves publicadas en periódicos y revistas que narraban un único acontecimiento, por medio de una serie de viñetas secuenciadas. El segundo, narraba historias que, si bien formaban parte de una narración mayor, no alcanzaban la profundidad psicológica y narrativa de las historias de Corto Maltés.

Hugo Pratt creó un universo narrativo cuyas historias estaban conectadas entre sí. De este modo, era posible encontrar un personaje en distintos arcos, como es el caso de Caín Groovesnore, un joven de alta clase social que aparece por primera vez en La balada del mar salado y a quien encontramos nuevamente en Las célticas, ya mayor, convertido en un soldado que participa en la Primera Guerra Mundial.

Me detendré unos momentos para hablar de La balada del mar salado a fin de desenmascarar su estructura. Originalmente publicado en 1967, por capítulos, en la revista Sargento Kirk, fue el primer álbum de la saga. Esta obra, como el título sugiere, está estructurada a la manera de una pieza musical, una balada que retoma la tradición lírica del Siglo XVIII, para narrar varias historias entrelazadas. La transición a la madurez de los jóvenes primos protagonistas, Pandora y Caín, el misterioso origen del Monje (una autoridad cuyo poderío se expande a los mares del sur, a una isla y a un grupo de hábiles piratas y mercaderes) y los movimientos independentistas. Todo ello, como el título sugiere, frente a la presencia y temperamento del «mar salado», el océano Pacífico.

La balada se compone de elementos diversos que confluyen y se entrelazan con la biografía de cada personaje y se encuentra, a su vez, sometida a las circunstancias de un evento mayor: la guerra.

La historia comienza con el rescate de dos jóvenes náufragos, Pandora y Caín Groovesnore. Su salvador resulta ser Rasputín, quien posteriormente subirá también a su catamarán a un vulnerable, pero no por ello menos irónico, Corto Maltés. Este último navega amarrado (cual San Andrés) a un precario navío tras haber enfrentado el amotinamiento de su tripulación y ser despojado de su barco. Pero, contrario a lo que podría esperarse, la atención no se concentra en Corto Maltés sino en los dos jóvenes herederos de una adinerada familia de la industria colonial.

Portada de la edición española de La balada del mar salado

Podríamos afirmar que se trata de una bildungsroman, o novela de aprendizaje, en la cual vemos la transición a la madurez de estos jóvenes así como su metamorfosis como sujetos. En un principio, también se podría suponer que se trata de una historia de supervivencia. Sin embargo, a las vicisitudes que enfrentan los personajes, se suman los problemas éticos de los soldados que participaron en la guerra, los conflictos de interés y acuerdos comerciales entre distintos grupos tales como piratas y militares, así como una intrincada historia familiar que implica a los jóvenes y al Monje.

La historia se desarrolla a lo largo de un año en el océano Pacífico. Sin embargo, los viajes que realizan los personajes en esta balada se desarrollan en secuencias que no tienen gran consideración estricta con la realidad geográfica y temporal. Tiempo y espacio se transforman en función de los acontecimientos que ocurren. Le corresponde al lector intuir cuánto tiempo ha transcurrido y aceptar el pacto ficcional que concede que los personajes se trasladen de un lugar a otro y permanezcan en constante movimiento. De este modo, lo que cobra verdadera importancia son los efectos que estos viajes producen y las transformaciones que experimentan los personajes en ellos.

La poética de Hugo Pratt

Respecto al estilo, la obra de Hugo Pratt, como la de todo artista genuino, muestra transformaciones. En el caso de La balada del mar salado observamos un tipo de dibujo figurativo, pero con un trazo que revela dinamismo y audacia. Originalmente publicado en blanco y negro, deja ver un interesante dominio del negro, el cual funciona como un elemento dramático. Esto puede notarse, sobre todo, en las tormentas y en los trazos que representan el mar en movimiento. Posteriormente, la obra sería coloreada, sin que ello signifique la pérdida de intensidad, sino la adición de atmósfera y temperatura a cada página.

La capacidad expresiva de Hugo Pratt radica en la facultad de cargar de significado cada una de estas viñetas. Incluso podemos prescindir del diálogo para envolvernos en la escena y hacer de él un testigo que no sólo observa qué les ocurre a los personajes, sino que también interviene en la obra, interpretándola. Asimismo, los giros narrativos, el ocultamiento y el factor sorpresa serán recursos que el autor utilizará para crear tensión y dramatismo en la obra.

Corto Maltés supo destacarse por sobre otros personajes desde una identidad única

Un aspecto interesante por mencionar es la habilidad del artista para crear secuencias de acción. Tomemos, por ejemplo, la escena en la cual Corto y Pandora dan un paseo mientras esperan la llegada del Monje en los dominios de su isla. Tras recibir un balazo, el conductor muere y el todoterreno cae al mar. Con una velocidad increíble, Corto logra controlar su caída, pero debe salvar a Pandora. Tras lograrlo, es atacado por un pulpo feroz, cae atrapado por una ostra gigante y es casi devorado por un tiburón. Todo ello, en apenas seis páginas y en una única secuencia narrativa. Las acciones se suceden una tras otra con gran rapidez lograda por la efectividad de los recursos visuales y discursivos utilizados por el artista italiano.

Esta velocidad y las intrincadas dificultades a las cuales se enfrentan los personajes se reflejan también en varios de sus diálogos. Ellos expresan hartazgo y cansancio y funcionan como un juego metaficcional en el que se quejan de los complicados giros a los que son sometidos por el autor. Expresiones como «ya me cansé de esta historia», «es que acaso no dejaré de correr de un lado a otro», nos dejan ver ese vaivén al que los personajes son sometidos como olas movidas por un fuerte viento.

En la obra de Hugo Pratt la forma y el contenido están íntimamente relacionados. De allí que los rasgos estéticos sean coherentes con la estructura de la obra. El tipo de dibujo, así como el especial cuidado que el artista tiene para presentar una acción dramática en un número limitado de viñetas, ponen de manifiesto su dominio tanto de la imagen como de las estrategias narrativas. Tomemos, por ejemplo, la carta que se encuentra al inicio de La balada del mar salado. Presentada como si se tratase de un documento fidedigno, la carta, escrita por un miembro de la familia Groovesnore, comenta la donación a Hugo Pratt de una serie de evidencias que permitieron articular la historia que se presentará a continuación.

El artista utiliza el recurso narrativo del «manuscrito encontrado», tal como se observa también en El Quijote, para dar la ilusión de veracidad sobre lo que el lector encontrará. La carta incluirá una cita a otra epístola escrita por Pandora, uno de los personajes principales, dando así un «prueba de verdad» al documento. Asimismo, también se dice: «Esta es una historia real y nunca hubiese aceptado hacerla pública, si el señor Pratt no hubiera insistido tanto en que se lo contase todo» (Pratt, 35).

Desde el inicio, el autor invita al lector a formar parte del juego de la ficción haciendo uso de los códigos de verdad de un documento supuestamente testimonial. Nos encontramos, ya desde el comienzo de la historia, con una ambigüedad de la que hablaremos más adelante.

De manera metafórica, La balada del mar salado funciona como un vestigio, como un residuo del pasado al que podemos acceder a través de la narración. La obra es presentada como una huella, como un ejemplar arqueológico que marca el tiempo y lo contiene en la imagen. De modo que, a través de la lectura, nos convertimos en cómplices de ese pasado que, si bien es ficcional, nos permite implicarnos en él.

Las narraciones de Hugo Pratt revelan conflictos tan humanos que viajan de cultura a cultura. De manera que es posible ver a Corto Maltés en espacios y escenarios completamente distintos, relacionándose con una guerrillera china, un radical ruso, un rebelde kurdo o una adivina, hasta llegar a personajes de leyendas británicas, como Merlín y Morgana. Seguir los pasos de Corto Maltés e indagar en sus rutas de viaje nos dejará con un sentimiento de melancolía, con ese sutil sentimiento de pérdida y abandono que deja tras de sí el recuerdo libre y feliz por los ya pasos andados, por las montañas escaladas y las calles ya transitadas.

Pero, ¿qué pasa cuando la historieta cambia de medio y adquiere movimiento y sonido? Lo veremos en la segunda parte de este ensayo.

Carolina González Alvarado
Carolina González Alvarado
Es profesora e investigadora en narrativa gráfica. Licenciada en Literatura Latinoamericana, con maestría en Letras modernas en la Universidad Iberoamericana, graduada con Mención Honorífica. Ganadora del Premio FICSAC (Patronato económico y de desarrollo) por su destacada labor como becada de investigación de alta calidad en la Universidad Iberoamaricana, Ciudad de México, en 2014 y 2015. Realizó estudios de doctorado en la UIA, en la University of Glasgow, Escocia, y en la Universidad de Almería, España. Cuenta además con el diploma en “Pedagogía del Cómic” otorgado por la Escuela Superior de la Imagen, en Angoulême, Francia. Es colaboradora de la revista sobre cómics, de circulación internacional, Comicosity, y escribe la columna El Conejo Blanco en la revista Marvin, sobre narrativa gráfica latinoamericana. Ganadora del concurso de crítica cinematográfica de My French Film Festival, onceava edición (2021).

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