Hijo directo de la coyuntura pandémica, el catálogo digital de Deriva Ediciones ha ido creciendo, incluso luego de abandonar los barbijos y el distanciamiento. La propuesta se aleja de la simple digitalización de libros para centrarse en ofrecer una experiencia online, una lectura paralela al formato papel con una identidad propia. Con la posibilidad de llegar a todo el habla hispana ¿Cómo se piensa lo digital en un mundo de fetichistas del papel?
Contra los fríos números, esas estadísticas que muestran el alcance real que tienen los proyectos editoriales de historieta digital en América Latina, Deriva Ediciones apuesta por el formato. A partir de antologías formadas por pequeñas historias, crean con retazos su vestimenta estética anual, un manto que perdura sólo un año, hasta volver a mutar.
Cuando el equipo editorial comenzó con el podcast CTRL + COMICS, descubrió que el proyecto podía transformarse en un dispositivo multiplataformas. «Hay muchas maneras de llegar al lector», explica Pablo Ontivero -uno de les editores al frente de Deriva Ediciones– y agrega, «aunque fuese por goteo, podíamos alcanzar nuevxs lectores que tal vez no nos llegaban a conocer por otros canales más tradicionales».
Para los Deriva, cada nuevo formato ofrece la libertad de probar cosas nuevas, de jugar con las reglas de cada medio. Ya sea con respecto a la extensión, sin pensar en presupuestos y precios del papel, o con les artistas invitades, sin atarse a las mayores o menores ventas que puedan generar, lo digital les permitió moverse sin esas preocupaciones. Además, las antologías anuales se transformaron en un punto de cruce con la temática anual de la editorial. «A nivel curaduría, la antología se trnaaformó en el momento culmine de la estética de ese año», cuenta Ontivero, a lo que suma, «a nivel editorial, pensamos la temática de la revista digital como el leitmotiv del año editorial, un poco como las colecciones de moda». Con esa selección estética, crean los flyer, las publicaciones, la imagen en redes y el look general de la web. Una identidad que cubre el proyecto y dura un año, hasta cambiar de piel.
De la línea digital de Deriva, algunas obras pasan del formato web al papel y otras quedan en el universo de ceros y unos. Esa decisión, esa curaduría, responde a un proceso de prueba y error. Su editor lo ejemplifica con casos puntuales. Efecto Malena y Deriva Online se pensaron desde un principio como productos digitales, desde su concepción. «Tiene que ver con el formato y el contenido, con la forma en que imaginamos la experiencia de lectura», entiende Pablo. Desde los colores al modo de lectura vertical, scrolleando, pasando por la misma transición entre historias, todo es pensado en relación a su funcionamiento dentro del formato. Para el caso de Deriva Online, nunca tendrá edición en papel, por lo que les lectores pueden leerlo de manera exclusiva en su hábitat natural.
El caso de Efecto Malena es distinto. Los editores no descartan una edición en papel, pero entienden que su formato nace de una idea de serialización y una búsqueda de libertad creativa que existe en la periodicidad, la serialización y la extensión, dos puntos que eran fundamentales para sus autores, Rodrigo Canessa y Matías De Vicenzo. Estos ítems serían profundamente condicionantes si se pensaran dentro de un proyecto impreso. Por eso, de suceder, sería en un formato recopilatorio.
Distinto es el caso de obras como las ediciones digitales de La extraña desaparición de Barnabas Jones, de Kundo Krunch y Damián Connelly, y Mano Oculta, de Rodrigo Canessa y Athos Pastore. Como describe Ontivero, “ambas surgen durante la pandemia por un lado, pero por otro también cómo respuesta a pedidos de lectores, gente que vive lejos, o que no podía conseguirlo o que prefiere leer en digital”. Para Deriva, fue probar, ver cómo respondía el público y si esos pedidos en redes sociales eran una demanda real por libros en otro formato. Para eso, agregaron extras especiales y fanzines digitales que habían sido parte de preventas o tiradas limitadas, sin perder de vista la identidad y el sentido de aparecer en esa modalidad. «Nos interesa que sea una edición digital, no simplemente el PDF de la obra impresa», sostiene Pablo. Digitalizar libros que surgieron en papel es aún una apuesta y un interrogante, una puerta que no cierran pero prefieren priorizar títulos que nacen en un nido digital.
La modalidad digital ofrece respuestas y caminos positivos, así como zonas negativas y nuevos desafíos. Para Ontivero, «la libertad en extensión y formato (serial, continuado, modo scroll) ofrece muchas ventajas, incluso con programación html con mini animaciones (cómo la realizada por nuestra invitada en la revista digital #2, Marta Altieri, en su historieta digital Joselito)». Aunque lo digital sea aún para Deriva una superficie apenas arañada, la posibilidad de experimentar desde esta libertad creativa les resulta atractiva. A ello se suma el alcance, el llegar a una espacialidad que el papel no alcanza. «Es una gran ventaja que muches lectores toman contacto con estos cómics de la misma manera que con el podcast, desde la comodidad de su escritorio y computadora, donde sea», argumenta su editor.
Entre lo negativo, Pablo destaca dos puntos. En primer lugar, una pérdida que arrastra el formato digital. «Cómo editores no solo de contenido, sino de libros, hay algo del terreno de lo material, de las texturas, de la dureza y comodidad de la encuadernación para la lectura, del olor incluso del libro que se pierde por supuesto y no es menor, hace a una parte de la experiencia del libro como objeto», interpreta Ontivero. Se hace presente la pregunta de hasta qué punto nos relacionaremos con esta intangibilidad de las cosas. En segundo lugar, aunque conectado con lo anterior, el público de historietas es un híbrido entre lector y coleccionista, un ente que privilegia mayoritariamente el papel. El equipo de Deriva lo entiende: «Los libros son más costosos de realizar, pero también generan más capital (simbólico o literal) y más atractivo general que las publicaciones digitales». Por eso, su oferta de cómic digital se piensa desde atractivos diferenciales, elementos que solo puedan habitar en ese terreno.
Aunque una parte del catálogo digital se pensó para ese mundo y la otra fue un intento de traspaso, ambas se desarrollaron en un momento -al parecer- propicio: la pandemia por COVID-19. Una vez terminada, con el retorno del encuentro cara a cara, resta saber qué rol ocupará dentro de la estructura de Deriva. Pablo Ontivero aclara que «será un catálogo doble». La antología, Deriva Online, continuará como una excepción anual. Las series digitales, como la actual Efecto Malena, seguirán e incluso pueden llegar a aparecer nuevas. En este sentido, lo digital, pensado digitalmente, tendrá un lugar. «La idea sería mantener alguna serie digital de manera constante, mientras van saliendo los libros», anuncia. Con respecto a la obra, lo digital, como ya pudieron comprobarlo con la historieta de Canessa y De Vicenzo, permite animarse a la serialización, que la obra se vaya haciendo en el camino, capítulo a capítulo. Con respecto a les autores, permite la libertad necesaria para que estes trabajen sin las ataduras que impone el papel.
El catálogo digital de Deriva Ediciones tiene la potencialidad de llegar a todos los rincones de la región, una limitante que los libros en papel no han sabido superar aún. Para les locales, es la posibilidad de llevar sus historias a todos lados, en todo momento. Para les más alejades, significa poder saber qué está pasando en otros lugares, a un costo mucho menor que el libro, generar esos puentes que el libro coleccionable no pudo tender. Si las redes sociales permiten conocer la producción gráfica de lugares remotos del mundo con un simple «seguir», quizás la historieta digital ofrezca almacenar historietas a un botón de pago de distancia. Es, sin dudas, una búsqueda, un acercamiento y una apuesta incierta, pero repleta de nuevas narrativas en las que sumergirse.
Para conocer todo el universo de Deriva Ediciones, en papel o en el ciberespacio, su tienda es un buen comienzo.