Femimutancia (Julia Inés Mamone) se posiciona hoy como une de les artistas más rupturistas de la Historieta Argentina y una de sus mayores expresiones de renovación. Se identifica como dibujantx no binarie en sus redes sociales, su principal medio de comunicación con sus lectores. Su trabajo queda por fuera de las discusiones sobre el tamaño de la industria, la nostalgia por las viejas glorias y lo que el medio tiene que hacer para transformarse en Marvel Comics. Corporalidades no hegemónicas, ruptura con los roles de género establecidos, la presencia de abusos en la infancia, la soledad como elección de vida y la construcción de nuevos vínculos sexo-afectivos invaden su obra y demuestran que eso de lo que muches no querían hablar es aquello que muches querían escuchar.
Desde la elección política de la autoedición como camino para la publicación de sus obras, ha agotado sus dos primeros libros (Piedra Bruja y Alienígena) y se encuentra en proceso de producción del tercero. Además en el 2017 formó parte de la antología Clítoris (Hotel de las Ideas, 2017) y quedó seleccionade en el concurso LGTBI organizado en forma conjunta por la Editorial Municipal de Rosario (EMR) y la Dirección de Diversidad Sexual.
A partir de una estética personalísima y una serie de tópicos tradicionalmente invisibilizados, construyó una comunidad que le posiciona como une de les artistas con más reconocimiento en el ámbito local.
En tu trabajo hay una fuerte respuesta a muchos espacios, contenidos y significados muy arraigados en la tradición de la historieta, cosas que no enseña ningún manual de Loomis a dibujar. Ante esas ausencias ¿Cómo fuiste nutriendo tu backup de referencias?
Mi «backup», en un principio, fueron libros y textos de corrientes transfeministas y el trabajo desde el activismo gordo. El libro Cerda Punk de Constanzx Alvarez Castillo, la fotografía de Rocío Inmensidades y los textos de Yael me hicieron pensar sobre las corporalidades que estaba representando y también sobre las historias que estaba contando en cada una de mis historietas. Sin darme cuenta, estaba haciendo historias que no tenían que ver conmigo y por eso me costaba amigarme y encontrarme en esas cosas que hacía. El ejercicio de contar desde mi lugar y desde mi perspectiva acerca del mundo que me rodea no es solamente una elección, sino que precisa además de un cuestionamiento constante sobre eso que produzco. El por qué y el para qué hacer eso son preguntas que me hago todo el tiempo y que me acompañan.

En estas formas dominantes de hacer historietas, existe una hegemonía acerca de los roles asignados a cada género, desde una visión binaria ¿Cómo lográs crear nuevas narrativas gráficas que enfrenten esas normas todavía tan presentes?
A la hora de asignar roles a cada género encuentro que mi propia identidad no es binaria, yo soy no binarie. Pero a veces no tengo una definición exacta acerca de esto. Me siento género fluido, pangénero, agénero. Lo vivo de manera fluctuante y también lo experimento sobre mi trabajo. Al plantar mi trabajo, mi propia identidad no binaria hace que todas esas formas binarias sean replanteadas y cuestionadas en lo que hago.

Gran parte de esta renovación de artistas que discuten lugares y significados dominantes elige trabajar con corporalidades no hegemónicas ¿qué potencialidad encontrás en ese protagonismo que elegís darle?
En un principio, apareció la pregunta acerca de qué corporalidades estaba eligiendo representar. La respuesta fue que eran todas hegemónicas y este ejercicio de la pregunta parece simple pero no lo es. Creo que es un ejercicio que se debe hacer.
Luego, empecé a transitar o habitar los espacios desde otro lugar y comencé a observar a las personas que me rodeaban. Encontré que esas corporalidades que yo representaba no eran las que yo veía en mi cotidianidad. Mi obra no hablaba de las personas con las que compartía un colectivo o un subte. Tomar conciencia de esa diversidad y su existencia me hizo reflexionar, una vez más, sobre el por qué de seguir dibujando esas corporalidades hegemónicas que están definidas para el placer visual de determinados sectores poblacionales que consumen historietas. Encontré que eso no me representaba y que no era una búsqueda que me interesaba. Así, hoy en día me cuesta pensar en dibujar esas corporalidades hegemónicas tan presentes en la historieta, sobre todo para el caso de personajes percibidos como femeninos.

Muchas veces hablaste de la importancia de articular con espacios que estén en la misma línea ideológica de tus obras ¿Qué valor encontrás en esos trabajos colectivos?
En los trabajos colectivos en los que participé y en los espacios en los que las personas se están cuestionando este tipo de temas encuentro una potencialidad de crecimiento. Crecimiento no solo a nivel de las obras, sino también a nivel personal. Las temáticas que suelo abarcar son muy personales y creo que lo personal es político, entonces esos espacios y esos trabajos dan lugar a un debate del cual me interesa formar parte.

Tus libros tienen una carga emocional muy fuerte, temáticas complejas y en muchos casos dolorosas ¿Cómo atravesás el proceso creativo de trabajos con tanta profundidad?
El proceso creativo para cada libro suele ser muy fluctuante. Por momentos, lo experimento como una especie de catarsis y puedo trabajar con eso durante muchísimo tiempo. Soy muy constante en la creación durante semanas e incluso tengo días de mucha producción, donde puedo hacer varias páginas a la vez. Pero también la ansiedad que me genera cada proceso nuevo de trabajo hace que duerma poco y el hecho de procesar toda esa información que quiero volcar y el pensar en cómo esa información me atraviesa, muchas veces me bloquea. Si bien mis trabajos son semi autobiográficos, cada relato implica una transformación de la realidad y un trabajo por medio de la ficción para que puedan llegar a publicarse. Poder enfrentar el camino de entender qué quiero contar y qué cosas tienen que ver conmigo en ese relato me permite transitar por todas estas sensaciones y observar desde otra perspectiva para evaluar qué cosas transformar en función de que la obra deje de tener que ver conmigo y deje de ser una parte de mí. Suelo intercalar momentos de mucho trabajo con estos momentos de bloqueo en los que necesito parar, tomar distancia y observar eso que hago desde lo más afuera que me sea posible. Solo así logro continuar hasta el final cada uno de mis libros y sentir que genero este trabajo de reflexión constante que demandan las temáticas que elijo abordar.

Muchas veces comentás que encontraste una dinámica de producción en la que alternás un libro más personal con un libro más ficcional ¿Cómo conviven estos dos mundos en lo creativo?
Si bien todos mis libros son personales, porque todos tienen que ver con cosas que yo misme he vivido o que vivieron personas cercanas a mí, siempre suelo agregarle esta parte ficcional de la que te hablaba para poder tomar esta distancia y despegarme de las historias.
No fue así con lo primero que hice. Por ejemplo, en el fanzine «Lxs Niñxs» lo experimenté como algo muy personal y como una especie de vómito. Habla sobre violencia de género y es la que identifico como mi primer historieta y al mismo tiempo como una de las que más me gustan. Es el inicio de todo lo que después fue mutando en Alienígena, Piedra Bruja y en el libro que estoy trabajando ahora. Esa es la diferencia del primero, ser un vómito y una catarsis sin ese filtro ficcional. Entendí que si quiero hablar de cosas que tienen que ver conmigo, que tienen un contenido político y con tópicos a visibilizar, es necesario el manto ficcional para separarme y para también hacer entretenida la historia y darle la posibilidad de ir por otros caminos.
De todos modos, creo que todas la obras de historieta o de otros géneros artísticos, siempre tienen esta combinación de parte biográficas y partes ficcionales. No estoy para nada de acuerdo en que existan obras de solo ficción, porque siempre tienen una base que viene de quien lo está escribiendo o creando. Es bastante peligroso considerar que hay una diferencia entre la obra ficcional y la autobiográfica, porque por lo general se le da mayor entidad a la primera y se borra esta parte más personal, justificando obras con bajadas de línea heteropatriarcales y capitalistas justificadas en lo ficcional. Es necesario romper con esa idea.