El diario del cangrejo es un web comic, dibujado y escrito por Gonzalo Agüero y recopilado posteriormente por el e-zine de Loco Rabia. Agustín, el protagonista, recurre constantemente a sus memorias de infancia, a veces como monstruos que se aparecen en su mente, mientras se reencuentra con los amigos del hospital en plena adolescencia.
En 12 capítulos el autor evidencia las principales secuelas y temores que quedan después de haber transitado un tratamiento oncológico. Agüero logra plasmar a través de la historieta cómo las cicatrices irrumpen más allá del cuerpo y quedan instauradas en la memoria de quienes atraviesan el cáncer. En conversación para Revista Blast, nos cuenta en profundidad cómo el cáncer se cuenta en clave de cómic.
¿Cómo surge la idea de dibujar El diario del cangrejo?
El diario del cangrejo es una historieta sobre 3 adolescentes (Agustín, Nicolás y Mora) que se conocieron en el hospital a causa de haber tenido Leucemia y se reencuentran unos años después para el cumpleaños número 15 de Mora. La historieta se cuenta desde el punto de vista de Agustín, que va alternando entre el presente y el pasado para tratar de dar sentido a varios aspectos de su vida, pero en particular el haber tenido cáncer.
La idea inicial, el germen, surgió en paralelo a la realización de una beca de investigación sobre adolescentes sobrevivientes de cáncer infantil durante el 2011-2012.

Dibujo de manera autodidacta desde siempre, por lo que el dibujo se mezcla con mi día a día, donde plasmo ideas o simplemente hago asociación libre entre la tinta y el papel. Por otra parte, soy pediatra especialista en adolescencia; la experiencia de formarme en un hospital pediátrico requirió un gran trabajo personal para elaborar todas esas historias con las que tuve contacto y, en muchos casos, pude acompañar.
Comencé con dibujos sobre algunos momentos que quedaron resonando en mi cabeza. Posteriormente las convertí en unas viñetas muy rudimentarias y sin orden, realmente no sabía cómo hacerlas ni cómo transformar eso en una historia. El cambio cualitativo ocurrió cuando en 2014 comencé el taller de historieta de Fernando Calvi (siempre le voy a estar agradecido) y pude plasmar de forma un poco caótica El diario del cangrejo entre 2015 y 2017, originalmente en Facebook; luego durante la pandemia de Covid-19 en Instagram y en la página de Loco Rabia editora.

¿Cómo desde de la historieta se puede prevenir y concientizar sobre el cáncer?
Pienso que la prevención y concientización sobre el cáncer es una función primordial de las políticas públicas en salud. Ocurre que hay un déficit en este aspecto en la mayoría de los países, salvo para algunos tipos particulares de cáncer. En el caso de Argentina, veo más complicado el panorama, pues desde 2024 se realizaron importantes recortes en el presupuesto de salud y baja de contratos de profesionales de la salud en muchos institutos y hospitales nacionales de gran prestigio e historia. Esto impacta negativamente en la planificación de salud a nivel nacional.
Por otra parte, en la sociedad en general, la palabra cáncer continúa estando rodeada de miedo, incertidumbre y rechazo; esto es aún mayor al hablar del cáncer infantil.
No estoy seguro si la historieta tiene como rol concientizar o prevenir. Más bien que su rol con respecto al cáncer (y a otros procesos de salud, enfermedad y atención) es el de crear sentidos que puedan ser apropiados por las diferentes personas lectoras y, a su vez, resignificados de acuerdo a la propia experiencia. Pienso también que para alguien que no sabe nada sobre el tema, la historieta es un buen acercamiento inicial (no sé si esto podría considerarse concientización) a una multiplicidad de miradas e historias, menos estereotipadas y edulcoradas que las que suele haber en películas o series.
El haber atravesado el proceso diagnóstico y atención por cáncer (personal o familiarmente) deja, indudablemente, marcas. Esas marcas, reales y simbólicas, requieren ser elaboradas y asimiladas. Se necesita tiempo, acompañamiento, contención, diálogo, trabajo personal, lazos afectivos de todo tipo y un sistema de salud que pueda dar respuestas. En este sentido, la historieta es un gran flujo canalizador hacia esos universos simbólicos y también reales.

¿Qué elementos de las viñetas te permitieron evidenciar los temores y cicatrices que quedan después de transitar un tratamiento oncológico?
Utilicé varios elementos que fui aprendiendo en el taller de historieta, algunos a propósito y otros de casualidad, trabajando en modo piloto automático, pura metodología Karate Kid.
Usé dos gamas de colores para alternar el relato del presente y del pasado: rosas y celestes. No sé bien por qué elegí esos colores, pero me parecen que generan un contraste fuerte y hacia el final de la historieta se mezclan, en concordancia con el desarrollo del personaje.
Utilicé metáforas visuales surgidas del juego entre la imagen y la palabra, para mostrar miedos, recuerdos, expectativas, sueños y etcéteras. La música fue otro hilo conductor importante, la escuchaba mientras dibujaba y Agustín escucha música o piensa en música en casi todos los capítulos. La música lo conecta con otras personas que conoció en el hospital y es parte de su forma de pensar y elaborar. Hasta hay una lista en Spotify, je.
Me basé en muchos micromomentos o microsituaciones que suelen ocurrir en el hospital, particularmente en la sala de oncología, pero me parece importante aclarar que ni los personajes ni las situaciones relatadas en El diario del cangrejo están basadas en pacientes del hospital.

En la historia se evidencia que la muerte se asocia directamente al cáncer, lo que detona una serie de emociones que hacen menos llevadero el tratamiento o, incluso, que muchas personas eviten exámenes de prevención. Desde tu formación como médico, ¿cómo se puede empezar a transformar este paradigma en la sociedad?
La asociación cáncer-muerte es casi instantánea en muchas personas, esto ha pasado también con otras enfermedades anteriormente. En la medida en que se generan nuevos tratamientos, se generaliza su acceso y se divulga información confiable, estos temores disminuyen significativamente. En esto son fundamentales las políticas públicas, como mencioné anteriormente.
La historieta es amable para todas las edades y la mayoría de las personas, tiene un atractivo difícil de explicar (al menos para mí). En el caso del cáncer y otros problemas de salud puede brindar múltiples escenarios simbólicos sobre los que poder pararse y apropiarse del tema. Hacer propia la experiencia de otras personas y generar más sentidos, en contraposición al binomio cáncer-muerte o la muerte como un lugar tenebroso.

Con humor también muestras cómo impactan los efectos secundarios en la vida de quienes transitan el cáncer, para quienes al final estas escenas, constituyen un lugar de cotidianidad. ¿Cómo se vive esto desde las salas de internación?, ¿por qué el humor puede ser la herramienta para hacerlo más llevadero?
Si bien El diario del cangrejo tiene algunos momentos que podrían ser humorísticos, no fue mi idea original. De hecho, no conozco muchos de los mecanismos del humor gráfico. Pienso que en la vida de Agustín (y de muchas personas adolescentes) la confusión y la sucesión de eventos algo caóticos tienen cuotas de humor, como también de experiencias de alegría, tristeza, frustración, ambivalencia y reparación. Pero justamente, los pormenores de la historia tienen inevitablemente humor, porque es una parte más de las cosas y ciertamente hace que sean más llevaderas. Sería insoportable una historia (y una vida) donde solo ocurran cosas opacas y tristes.

Otro de los factores que se resaltan en la historia es la dificultad para socializar en un entorno en el que haber tenido cáncer te hace diferente. No solo por las vivencias, sino porque las prioridades al transitar un tratamiento oncológico cambian, independientemente de la etapa en la que te encuentres. Desde tu experiencia como investigador y médico, ¿qué consejo le darías a un chico que debe regresar después del tratamiento a ámbitos como la escolaridad o grupos de amigos?
El regreso a la vida cotidiana luego de la experiencia del cáncer tiene muchas complejidades y varía de una persona a otra. El tratamiento del cáncer y lugar del cuerpo afectado pueden dejar algunas secuelas, más o menos evidentes, y también otros problemas de salud que se van a ir expresando con el paso del tiempo. Por eso es importante continuar con los controles de salud a lo largo de la adolescencia, juventud y adultez. Es esencial contar con información adecuada y personalizada, respecto a los antecedentes de la persona, tipo de cáncer, del tratamiento realizado y los controles necesarios.
La adolescencia es el momento vital donde las personas se apropian de su historia, construyen su propia versión de los hechos, por eso el trabajo con la palabra es muy importante. Las personas que tuvieron cáncer a edades tempranas (antes de los 6 años) no suelen recordar nada de lo ocurrido y requieren del relato de su familia y el equipo de salud para construir esa historia. Las personas que tuvieron cáncer en años escolares o en la adolescencia tienen una experiencia de primera mano y mucho material sobre el trabajar. En ambos casos hablar sobre el tema y aprender a expresar (incluyendo las actividades artísticas) las incertidumbres ayudan mucho en ese camino.
La historieta se puede leer aquí.
Sobre Gonzalo Agüero:
Gonzalo Agüero es médico pediatra especialista en Adolescencia, trabaja en el Servicio de Adolescencia del Hospital de Agudos Dr. Cosme Argerich. Dibuja, ilustra, escribe y hace historietas. Está convencido de que sin salud y educación pública, gratuita y de calidad, el futuro es escabroso y oscuro.