Esfera roja sobre tierra negra

Recuerdo que había escuchado sobre Tupac Cruz, y había repasado en librerías uno de sus libros, pero su referencia se me escapaba y terminaba diluida entre la bruma de la actualidad y la novedad. Tiempo después, luego de una consulta, de una lectura y revisar detalles, lo que me sorprende es la fecha de publicación de su libro Esfera roja I: Rompemos Ramas, publicado por Jardín Publicaciones en 2013. Hace diez años. Me sorprende porque no hay, o no encuentro, comentarios sobre el libro. Una presencia fantasmal, la del libro y la del artista que no ha tenido la divulgación que le corresponde. Tal vez esto se deba a la fluidez del trabajo del artista, ajeno a las clasificaciones, y a la poca preocupación por mostrarse como dibujante de cómic, o parte de alguna colectividad, trepar y llamar así la atención.

Detalles de la guardas: Esfera roja I: Rompemos Ramas, de Tupac Cruz.

La envoltura de Esfera roja I, rígida y de color verde está acompañada de unas formas indefinidas en la portada, pequeñas ramitas tal vez, que parecen moverse, la cual, por su color y esos detalles no definibles la hacen un tanto larvaria. El libro esconde otra respuesta, cuando damos un vistazo al interior y advertimos que se despliegan, luego de pasada la guarda verde con manchas rosas, unas páginas de cartulina rosa como superficie interna que contrasta con lo que hay afuera. Ahí de nuevo lo larvario, el empaque de lo que se esconde al interior como mundo distinto y aislado de lo que hay afuera. Un juego y una vacilación.

Las esferas rojas como viñetas.

Este es un libro sin la urgencia de la necesidad y lo inmediato marcada, y como pasa con otros trabajos de Cruz, su lectura, mejor, su inmersión está en la órbita de los encuentros accidentales y sucesos cotidianos imprevistos. Aunque en este caso podemos leer un registro de unas acciones y un conjunto con unos personajes sucios y maltrechos que rompen ramas, ¿unos viejos?, ¿unos niños? No lo sabemos. Lo que percibimos es que están en contra de todo, que están de otro lado, en un mundo que creemos no es el nuestro. Las fragmentadas acciones de esos nihilistas las vemos por las rendijas de unas esferas que funcionan como viñetas, dispuestas sólo en las páginas frontales, lo que sucede detrás, en el reverso, no lo vemos, sólo los vemos de frente mientras pasamos la vista y somos testigos de lo que hacen en esas viñetas circulares y de montajes irregulares sobre la página. Vemos entonces en cada esfera los detalles de sus rutinas y rituales, los detalles de sus conversaciones, la salpicadura de sus palabras, los gestos y sus caras, pequeños indicios que nos dan algo de orientación respecto a sus intenciones: romper ramas, hacer fuego, beber, comer y romper ramas. Y algo más. De este modo nos hacemos una idea parcial de sus propósitos, si es que existen, propósitos que no son claros y no parecen ir más allá de lo poco que vemos, que es lo que se nos muestra al interior de cada esfera, en cada mancha, y en cada línea. Un mundo aparte que trae su música y se completa con los sonidos de Monton Volador, uno de los grupos que ha integrado Cruz.

Empaque de portada: Esfera roja I: Rompemos Ramas de Tupac Cruz.

Cruz recupera algo que se viene perdiendo en ciertos cómics de los últimos años, tan preocupados por mantener una respetabilidad y jugar del lado de las positivas valoraciones que reclaman los estudios culturales, lo de este artista, en otro lugar, es una invitación a mirar por una rendija y ver lo que puede pasar con «una auténtica forma de arte del pueblo, libre de nociones imperantes de aceptabilidad, y capaz de dar voz a la disidencia» como escribió Alan Moore en su ensayo Buster Brown desde las barricadas. Desde luego que no es un espacio que sólo habite Cruz, pero permitirse un libro sin ninguna utilidad, que no entraría ni por asomo a una selección para bibliotecas y lecturas escolares, y que no está amarrado por un mensaje alentador y necesario es, dentro de todo, refrescante, una alternativa más para un arte narrativo que se asfixia por tanta causa oportunista.

Mario Cárdenas
Mario Cárdenas
Estudió literatura en la Universidad del Quindío. Ha escrito en diferentes medios sobre cómic y literatura. En sus ratos libres se dedica a tomarle fotos a "Caldera" su Bull terrier.

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