Cuando leí que Laerte Coutinho sería editada por primera vez en español la felicidad fue enorme, aunque no del todo completa. Por primera vez sí, pero sólo para la Argentina. Una de las grandes y más populares dibujantes de Brasil se puede leer ahora en nuestra lengua, en la edición de Manual del Minotauro: Transfiguraciones de Loco Rabia y el grupo Beleferonte.
Como sabemos el Minotauro es: un monstruo de la mitología griega, con cabeza de toro, cuerpo de hombre y extremidades inferiores de toro. Un monstruo de tres partes, o de cuatro, o de muchas, así como la tiras de tres, cuatro y cinco viñetas de Laerte que están compiladas en el libro. De esto hay un ejemplo en una tira de cuatro viñetas en las que se nombran las partes de un cuerpo, del cuerpo de un hombre: en la primera viñeta aparece una cabeza, en la segunda un torso, en la tercera los miembros, y en la final una cola, que es la cola de un hombre, pero también la cola de otro animal. Algo que pasa también en otra de las tiras, como esa donde se dibuja en el aire, en el agua, en el fuego, en la tierra. Se dibuja en todo lado y en cualquier parte, porque la materia y el espacio para dibujar no es uno sino muchos, como nos indica Laerte. Tres partes, en muchos casos, o cuatro ventanas o más en otros, que nos muestran, en ese espacio limitado de las tiras, aunque propicio para el juego y la vacilación, las recreaciones de ideas y preguntas sobre el cambio, la mutación, la alteración, y la transformación.
En las antologías de tiras uno puede entrar por cualquier parte, sin seguir el orden o la instrucción de la secuencia que va de principio a fin. La elección es aleatoria. Aunque en este caso, sin importar el orden, el punto de entrada o la elección, el mensaje apunta a un lugar similar: el cuerpo. Parte física que aparece representada de muchas maneras, en muchos momentos, sin una identidad definida; el cuerpo hecho tripas, una boca que se come a otra, un cuerpo preguntándose por su sexualidad, un cuerpo transformado en un ser mitológico, un cuerpo desnudo, un cuerpo con máscara, una cara que se arranca la piel, un cuerpo intentando parecerse a otro cuerpo, un cuerpo comiéndose a otro cuerpo, un cuerpo con la forma de varios cuerpos, cuerpos humanos que emiten sonidos de animales. Donna J. Haraway, escribió en su Manifiesto ciborg «Los cuerpos son mapas de poder e identidad». Laerte, en gran parte del conjunto de estas tiras crea un reflejo de tensión entre el poder, de lo que se representa y vemos, y la tensión en el cambio de identidad, en relación a su transición. De ahí que estas tiras puedan leerse como un apéndice autobiográfico de la dibujante, sin la estructura habitual de la autobiografía en cómic, en la que contar desde un punto de vista en primera persona, prevalece con ciertas representaciones realistas. Lo de Laerte es un juego, una identidad de muchas piezas, que está en camino a la definición, un cuerpo hecho de muchas tiras, un cuerpo que es uno y todos a la vez. Que podemos armar y ver a través de los espejos que hay en sus viñetas, siguiendo la lectura de estas tiras en cualquier orden.
Pero este manual es un espacio para otras ideas. Las tiras son un laberinto en el que encontramos otros escenarios y sincronías con ideas y lecturas en la línea fluida de Laerte que se escapa a la rigidez. Es también el mundo imaginado por la dibujante que nos lleva hacia el absurdo y lo extraño, un espacio donde tantea con las formas de los objetos como si cada tira no partiera de un plan o hacia un plan sino que siguiera la intuición y se desviara de un lado a otro. Por momentos en sus tiras hay un pequeño eco a Keith Haring o Daniel Padure en sus gruesas líneas negras que bordean las figuras, la proporción de las formas, la síntesis y lo concreto, lo abierto de sus comentarios, la huida hacia no lo explícito, aunque con el revestimiento de los colores pastel que refrescan el tono de lo que se dice y se dibuja.
Como lo escribió su hijo el dibujante Rafael Coutinho «Hay muchas Laertes, todas muy ricas, cultas, de múltiples humores y habilidades». En esta muestra podemos leer y ver a muchas de esas Laertes, acercarnos a sus misterios y a sus preocupaciones políticas, a las ideas oscuras y su mirada que encuentra belleza en los objetos comunes y los días sin mucha pirotecnia.
