Un renovado despertar del empoderamiento femenino cada vez más presente ha extendido su eco hasta los formatos visuales no convencionales, entre los cuales el comic es el de mayor auge. Una obra sintonizada con esta tendencia, es la citada en la siguiente reseña y que lleva por título Tres horizontes (Cohete Comics, 2021), proyecto ganador en modalidad Beca de Creación en Novela Gráfica o Comic de la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín. En ella, sus artífices Lina Flórez (sicóloga y periodista) y Pablo Pérez (periodista e ilustrador), retratan precisamente a tres representantes de esta estirpe de mujeres que emprenden la búsqueda de su identidad.
Natalia Rico, Andrea Aldana y Judith Botero, cada una desde sus respectivas profesiones de bailarina, periodista y antropóloga, mentalizan un propósito en común: la autonomía. Ninguna se conoce con las otras, tampoco se cruzan en algún punto de la historia. Cada una tiene su capítulo aparte, pero el lector no puede evitar entrelazar sus destinos como si fueran una secuencia unificada, ya que comparten el mismo espíritu de superación cuyas victorias conquistadas, se condicionan por el conflicto inserto en la ciudad colombiana de Medellín; urbe que de igual manera como les abre puertas, también les ofrece retos. Circunstancia esta que estimula aún más su perseverancia.
Al respecto, se percibe la sensación de que Natalia obtiene beneficios más inmediatos que sus compañeras de narración. Su constancia se grafica como premiada, aunque pese a no lograr traspasar la frontera de las carencias, se siente satisfecha del rumbo que va tomando el fruto de sus esfuerzos. Por su parte Andrea y Judith, protagonistas de contextos más complejos, siempre están no solo en constante presión externa —como padecer amenazas—, sino también deben lidiar con sus emociones, las cuales logran producirles episodios de ansiedad. Los finales de sus relatos quedan sin resolver, como en un limbo donde al lector le toca intuirlos de acuerdo al entendimiento que posea de la realidad colombiana.
Tres horizontes responde a las expectativas de su línea de investigación, ensamblando un producto que, sin problema, se reconoce como una auténtica historieta periodística. El modo narrativo en primera persona, incorpora un tono de diario íntimo donde se consignan confesiones que delatan sus pasiones secretas. Lo más llamativo, es que los personajes anónimos detrás de tópicos generalizados, brillan por su ausencia en esta producción; en vez de ello, asistimos a la descripción de experiencias de seres reales, con nombres y apellidos que interactúan en espacios de fácil reconocimiento por el público. Nada es postizo, se exponen referencias creíbles hacia quien asume la lectura.
En relación a esas referencias identificables, podría parecer en un primer vistazo que son crónicas que solo incumben al público antioqueño, por la aparición estratégica de lugares tan emblemáticos de esta zona como el barrio Carlos E. Restrepo, la comuna 13 o la Universidad de Antioquia; pero cuando logramos introducirnos en los dramas de estas mujeres y solidarizarnos con su causa, entendemos que son historias universales que ocurren y seguirán ocurriendo en cualquier geografía, solo que nunca sabremos de ellas porque simplemente, son cotidianas pero invisibles.
Para reforzar los efectos que se propone esta novela gráfica de dinamismo en sus mensajes, se vale de la recursiva disposición de las viñetas en diversos tipos de planos, predominando las cerradas, ortogonales y las de una sola página para solucionar el asunto de vista panorámica que invita al espectador a dimensionar el escenario. Los trazos remiten a los comics clásicos policiales, en los que el entramado y el puntillismo que deja la impresión litográfica, insinúan precisión al encajar en esa atmosfera de rigurosidad investigativa que los autores pretenden transmitir. Sin embargo, esta aparente rigidez, no le resta plasticidad al desarrollo del argumento, teniendo en cuenta que la limitada paleta de colores, con su acertada distribución, justifica dicha intencionalidad.
Para concluir, diría que Tres horizontes cumple con el cometido de denuncia, valiéndose de los testimonios de las mujeres abordadas que proyectan sus vidas de acuerdo a sus correspondientes edades; partiendo desde la más joven, pasando por la adulta hasta llegar a la madura, conformando así, una especie de recorrido generacional en espiral. Parafraseando las palabras de Óscar Pantoja plasmadas en el ultílogo del libro, la indagación no deja vacíos aquí porque la literatura oral ha sido capturada por los autores, dando paso a una pieza de gran profundidad y concreción. Adicionando que, como ocurre con los productos del llamado noveno arte en Colombia, es el resultado de una alta dosis de autogestión, con un gran esfuerzo de elaboración y logística por seguir enalteciendo la historieta con sello nacional a partir de creaciones auténticas que induzcan a la reflexión; y que mejor oportunidad para tomar como insumo, el caldo de injusticias que subyacen en el tejido social de nuestra región latinoamericana.