Sin lugar a dudas el dibujante, ilustrador e historietista antioqueño Luis Echavarría Uribe es de los más sólidos y emblemáticos del panorama actual de la historieta que se hace en nuestro país. Solo basta con echarle una mirada a su blog personal Usted ve lo que quiere ver donde se encuentra recopilado buena parte de su trabajo en cómics, ilustración, bocetos y apuntes de dibujo y demás proyectos que hablan de la gran calidad y excelente oficio de este creador.
Luis Echavarría se destaca en su obra por la perfecta ejecución de un dibujo detallado y minucioso. Un dibujo analítico que traza la realidad como un cuchillo cortando mantequilla. Dentro de sus viñetas vemos equilibrio en la composición, una gran capacidad de manejo anatómico en sus personajes que los dota de gran versatilidad y credibilidad, la recreación precisa de ambientes y lugares que, sumados a una narrativa dinámica y estimulante, nos hace quedar enganchados dentro de sus historias.

Echavarría no está improvisando. Conoce bien su oficio y con cada trabajo nuevo que realiza lo sigue confirmando. Este autor ha pasado por variados momentos e instancias del registro gráfico para fortalecer su trazo. Ha colaborado con ilustraciones para la revista El Malpensante y cómics e historietas para la extinta Carboncito en Perú o para el periódico El Espectador en su sección de Entreviñetas. En su ciudad natal, Medellín, ha dirigido y coordinado el Laboratorio de Historieta La Chimenea que ha sido caldo de cultivo de ideas y preguntas en torno al cómic en la ciudad, hace parte además del equipo que organiza la feria anual El Faire de fotografía, historietas e ilustración y su trabajo junto con otros amigos dibujantes en La Bruja Riso, un espacio de impresiones en Risografía.

En su trabajo como dibujante y creador de historietas los temas que representa también suelen ser de gran riqueza y versatilidad, pero me gustaría detenerme en uno en especial al que el autor ha acudido en reiteradas oportunidades y esta es la temática sexual que aparece en muchas de sus obras gráficas.

Para entrar en estas obras asumiremos entonces el papel del Voyeur, necesario para enfrentar dicho material. Elegiremos obras como Vejámenes (2016) realizada en la técnica de la serigrafía a dos tintas y que el dibujante construyó basándose en un artículo de un periódico donde se nos cuenta la historia de un asaltante a una peluquería que terminará por un espacio aproximado de dos días siendo víctima sexual de toda clase de vejámenes por la propietaria del local. Esta historieta en palabras del propio Echavarría, pretendía ser un ejercicio, una experimentación sobre cómo poner en escena esta situación entre absurda y cómica a la vez. Con su dibujo y recreación bastante explicita de las escenas sexuales, el dibujante parece guiñarnos un ojo e invitarnos a dar un paseo por el recinto con la mirada. Entre gemidos y penetraciones, esta historieta funciona como una provocación a darnos un banquete visual que nos refresque los sentidos, el tema del sexo para el autor parece ser solo un pretexto para elaborar una historia sencilla pero efectiva en su ejecución donde un humor fino y de cierta soltura y elegancia le da al lector la satisfacción de haberse encontrado con un producto de gran factura técnica.
Continuamos nuestro viaje de voyeurs en Liborina (Planeta cómic, 2020). En esta, un grupo de jóvenes se interna entre la selva buscando un pueblo fantasma en medio de un hipotético futuro y un gran despliegue del color y la exuberancia de paisajes naturales. Entre páginas el grupo de exploradores se enfrenta a graves y hondos peligros al encontrarse una comunidad que los desea utilizar como ganado sexual para preservar la especie. En medio de la hostil situación que enfrentan nuestros protagonistas, el sexo está cubierto de un perfume violento y desolador. Los encuentros sexuales están teñidos de brusquedad y los protagonistas de la historia tienen miedo a morir si no acceden a los requerimientos de sus captores. En esta obra se nota toda la experiencia de Echavarría acumulada durante años, toda su pericia técnica en la narrativa y lo gráfico logrando una obra que logra atrapar al lector y solo soltarlo hasta que este llega al desenlace de la aventura en la última página.

Por último, en mis manos tengo el último trabajo de Echavarría titulado El Miembro Fantasma, cuya primera edición de 300 ejemplares salió al mercado en septiembre de 2020. El cómic viene presentado con una especie de portadilla en papel albanene que aparenta ser una persiana, donde aparece en la parte de arriba el nombre de Rayar # 1 y abajo el título de la historieta. El nombre de Rayar #1 nos sugiere que Echavarría desea seguir sacando algunos ejercicios de cómic en este formato. Al pasar la portadilla nos encontramos el rostro del protagonista de esta historia, que nos mira como acusándonos de ser también voyeurs como él. Y es que de eso justamente trata esta propuesta gráfica.
En la corta historia su protagonista sufre un accidente mientras espía a un trío de personas en un apartamento teniendo sexo. Luego del accidente, aparece malherido, con una barba que hace rato dejó de ser afeitada e indemnizado frente a un computador en su apartamento. Entendemos entonces a través de la conversación que sostiene con su pareja, que luego del insuceso le perdió todo sentido a la vida. Ella le propondrá alternativas, buscará soluciones. Luego a través del dialogo de los dos personajes, leemos que el hombre perdió su miembro viril en el accidente. El protagonista le hará la propuesta a la mujer que consiga un amante y lo deje ver teniendo sexo a los dos, que eso quizás le podría ayudar a excitarse de nuevo. Ella rechaza de plano la propuesta.

Vemos otras escenas donde la pareja comparte espacios: un autobús, la cocina de la casa, el cine, en la cama, uno al lado del otro. El hombre continúa insistiéndole, rogándole a su mujer para que se consiga otro y él pueda verlos en el acto. Luego, páginas más adelante, la mujer, llamada Mila por el protagonista, veremos que conoce a otro hombre con el que intercambia palabras y risas en un restaurante mientras nuestro voyeur los espía de cerca. Mila irá a bailar con el nuevo hombre disfrutando de su compañía. Envueltos en el tejido de la noche, la nueva pareja entrara al apartamento de Mila y nuestro protagonista, nuestro voyeur, continuará siguiéndolos perfectamente acomodado a su papel de espía. Luego, mientras las caricias respectivas se suceden con lujo de detalles, nuestro protagonista paseará sus ojos por todas estas escenas, así como nosotros hemos estado paseando nuestros ojos por la historieta, hasta que un miembro fantasma, de luminosidad neón emergerá de su área genital, como dice el cómic: como si concentrara toda mi cosmoenergía cochina y se materializara…
Es notable que el dibujante desarrolle una historia, en apariencia sencilla, en un formato de rápida lectura pero de una muy buena factura técnica. Este cómic es un muy buen ejemplo de gran narración con pocos pero sugestivos elementos, además de un fino sentido del humor.
Como he dicho, nosotros también nos hemos entregado a la labor del voyeur al leer y sumergirnos en la lectura de la historieta y específicamente al sucumbir a la llamativa propuesta narrativa de Luis Echavarría Uribe. Las viñetas de los cómics son ventanas donde los dibujos, formas trazadas por la línea de la vida nos obsequian su lado más desnudo, más íntimo. Aquí, en El Miembro Fantasma como en otros medios y creaciones graficas de este artista antioqueño encontramos una solidez estructural en su arquitectura, en su construcción que deberían servir como ejemplos de calidad y buen hacer para el cómic en Colombia.
Esperamos pues que Echavarría continúe con su particular Universo y su alto nivel de ejecución.