Una historia del Quilombo de Palmares

«Durante la primera mitad del siglo XVVII llegaban a Pernambuco en Timbeiros, aproximadamente cuatro mil africanos al año. Durante la segunda mitad del siglo, la cantidad aumentó a ocho mil. Muchos morían en la inhumana travesía. Estas personas procedían de los antiguos reinos de la actual Angola, el Congo y los alrededores.»

Mocambos e ingenios. Angola Janga. Marcelo D’Salete

 

Las historias de los esclavos africanos traídos como mercancías a los nuevos reinos de América son tantas, tan numerosas, así como desconocidas para muchos lectores. Historias como el secuestro a seres humanos de regiones lejanas que eran exhibidos como «salvajes primitivos» en zoológicos humanos, circos y teatros, diseminaron una idea aceptada del racismo, revistiendo de exotismo y barbarie estas atrocidades que edificaron el imaginario occidental sobre el cual estamos parados. O la historia de Benkos Biohó, bautizado como Domingo cuando fue traído forzosamente al puerto de Cartagena, desde Bijagós, hoy en día Guinea-Bisáu. Benkoz, fue un hombre que lideró la más recordada rebelión de esclavizados en la historia de Colombia, convirtiendo su lucha en una leyenda del renacimiento del pueblo afrodescendiente en América, cuando en 1599, huyó con su esposa, sus hijos y treinta hombres y mujeres que se les sumaron en el camino, refugiándose en la ciénaga de La Matuna, al sur de Tolú. Cuatro años después de la huida, la nueva tierra libre, que era defendida con una empalizada (un «palenque») fue territorio que sirvió de refugio para hombres y mujeres que buscaban la libertad. Sin embargo, casi veinte años después, Benkos Biohó, proclamado rey de La Matuna, fue apresado tras un altercado con la guardia de Cartagena, acusado de desacatos y de seguir levantando esclavos, por lo que fue ahorcado el 16 de marzo de 1621.

Una página de «Angola Janga»

Otra de estas historias, de las luchas por la libertad en los pueblos de América, la dibujó hace algunos años el historietista e historiador brasilero Marcelo D’Salete (São Paulo, Brasil, 1979) en un gran volumen de episodios gráficos titulado: Angola Janga, (FlowPres Media, 2019) la «pequeña Angola», una historieta, de largo alcance, en la que se representa cómo vivieron por más de sesenta años, a finales del siglo XVI más de 20.000 personas en asentamientos construidos en las profundidades de las selvas. La nueva Angola, fue entonces, un nuevo reino fundando por los esclavos que escaparon de las plantaciones de azúcar y minas controladas por esclavistas portugueses. Esclavos que eran obligados a trabajar en jornadas de más de 16 horas, y que habían sido traídos desde África, sobre todo de los reinos de Angola y el Congo, en Tumbeiros (Tumbas), nombre que se le daba a los navíos en los que se movilizaron a millones de seres humanos.

Fragmento «Angola Janga».

En el extenso volumen que es Angola Janga, D’Salete reconstruye en episodios, con varias líneas temporales, la vida de esos años en el nuevo reino. Sin hacer uso de una cronología, en los episodios se describe desde el origen, el camino, hasta los asentamientos, las guerras y las traiciones que incidieron en su caída, y las herencias que dejó la violencia colonial para los esclavos y sus descendientes en lo que hoy conocemos como Brasil. De modo que, como si el lector entrara en una ruta en la que se exponen atrocidades y las resistencias por las libertades, los dibujos y los anexos que usa D’Salete, conducen al registro y la presentación de una historia del Quilombo de Palmares, en ese Brasil colonial del siglo XVI.

Una página donde aparece dibujado uno de los Mocambos.

En el texto dibujado, el historietista brasilero recrea con imaginación y el cruce de la investigación histórica y del paisaje, parte de lo que sucedió en esos años de resistencias y búsqueda de la libertad para los esclavos. La historieta entonces, es un aparato gráfico que no solo organiza escenas sino que muestra cómo era, posiblemente, la vida de los esclavos, mientras huían y se trasladaban en las selvas con el único poder que detentaban, el poder de su cuerpo.

Los símbolos, la escritura y las imágenes que se superponen en «Angola Janga».

La historieta no es una narración con un héroe definido, aunque los nombres de líderes del Quilombo como Ganga Zumba y su sobrino heredero, Zumbi, y el rebelde Soares, aparecen, nombrados y dibujados así como muchos otros más. Esto, tal vez se debe a que la intención  de esta narración gráfica, no es tanto la definición de personajes, es la exposición de los hechos, de ahí que cada escena, no esté armada a partir de una trama que moviliza lo contado entre páginas, al contrario, las páginas dibujadas se enlazan en un montaje, que no está solo al servicio de la historia contada, sino en la ampliación narrativa de los hechos. De esta manera, en la construcción aleatoria de la historicidad que se da entre páginas y viñetas, se recrean las supervivencias, los anacronismos, las afectaciones que son el modo narrativo con el que se arma la historia de esos años. Es por eso que, cada parte, cada capítulo, está precedido por una nota histórica, el fragmento de una crónica o las líneas de una comunicación, que señalan lo dibujado; textos que sirven de prólogos en cada sesión, haciendo que cada información sea representada por lo que D’Salete dibujó. Así, en viñetas vemos y leemos parte de esos hechos, que aunque ficcionalizados, dan cuenta y recrean conceptos de eso que sucedió y cómo está enlazado con el futuro de la República del Brasil.

Pájaros en el cielo enmarcados por el símbolo Adinkra del Ananse Ntontan.

Angola Janga, no es un texto inclasificable, sin embargo, el logro del dibujante es el traslado de una investigación histórica y documental al lenguaje de la historieta, sin caer en la fácil resolución didáctica o ilustrada. El cuidado con el glosario que pone al lector con la lengua y las palabras, la cronología de las guerras, la explicación con mapas que explican el tráfico, aumentan la información en el montaje realizado.

Como si se tratara entonces de un viaje al origen, a la fractura que dejó el tráfico de esclavos, el pillaje y la destrucción de los reinos de Angola, en África, y su vínculo con el desarrollo del Brasil, la historieta de D’Salete no es solo un testimonio, es un boquete al pasado, a la memoria y la herencia de los más de 12 millones de cuerpos comerciados como objetos sin derechos, y cómo sus heridas y las consecuencias de esos hechos habitan en el presente, en una depredación que aún continúan los gobiernos fascistas y las élites blancas que dominan el Brasil y gran parte del continente americano.

Una página de «Angola Janga».

No es una casualidad que Marcelo D’Salete ganara con este libro el premio Jabuti el más prestigioso de Brasil, en la categoría Histórias em Quadrinhos, y otros reconocimientos. Este libro, sin espacios para improvisaciones y los conocidos atajos, es el resultado de más de diez años de trabajo, una narración gráfica que debería ser una referencia para las lecturas y proyectos de historieta en toda Latinoamérica. Una historieta en la que se marca uno de los cimientos del racismo estructural y esa ansia de blanquitud y el espíritu Blancoide que campea por las américas, de la mano con la promesa de desarrollo, la destrucción del paisaje y la expansión del capitalismo.

Mario Cárdenas
Mario Cárdenas
Estudió literatura en la Universidad del Quindío. Ha escrito en diferentes medios sobre cómic y literatura. En sus ratos libres se dedica a tomarle fotos a "Caldera" su Bull terrier.

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