Breccia fragmentado. Tercera parte: historia

La torre tiene una forma inabarcable. Libros tapa dura y tapa blanda, de bolsillo y de gran tamaño, se entremezclan con revistas en diferentes idiomas, de diferentes épocas. El material de estudio ocupa bibliotecas, mesas y mesitas. Caraballo tiene un hilo del cual tirar para empezar su tesis de doctorado, pero falta esa piecita, ese tema que sabe le hará ensanchar el pecho de la emoción. Entre todas las publicaciones, se topa con unos dibujos en blancos y negros, con formas geométricas intercaladas con rostros fantasmagóricos. Era el «viejo». «Yo no fui a buscar a Breccia, Breccia me encontró o me interpeló», cuenta Laura Caraballo.

Alberto Breccia nació en Montevideo, Uruguay, en 1919. A los tres años de edad se mudó con toda su familia al barrio de Mataderos, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. Allí funcionaba desde 1889 el matadero de ganado vacuno donde se faenaba la carne para consumo interno y también para la exportación (a dónde iban los mejores cortes como fruto del rol histórico de la Argentina como país periférico productor de materias primas). Mataderos fue su segunda patria, el lugar donde construyó sus primeros lazos de amistad y donde tuvo su primer trabajo: rasqueteador de tripas. Para Alberto, rodeado de moscas, significaba «sacar mierda, tragar mierda y vivir entre la mierda». Supo que la única forma de escapar de ese destino, en el que oía gritar a las vacas y a los chanchos con cada lluvia fuerte, era aprovechando su habilidad con el dibujo. Dibujaba lo que podía y probaba suerte en las pocas editoriales que no publicaban exclusivamente historietas que venían de Estados Unidos. Editorial Láinez le compró diez tiras del detective chino Mu-Fa y la cosa cambió para permitirse sobrevivir de la historieta.

Cartel de la muestra «Breccia 100».

Laura Caraballo vive hace ya muchos años en Francia, donde hizo gran parte de su recorrido académico como historiadora del arte. Llegado el momento de escribir la tesis de doctorado, ella ya tenía el tema general, pero le faltaba encontrar una veta que le ofrezca especificidad a su trabajo de investigación. Decidió enfocarse en el lenguaje y la narración visual en la historieta, los mecanismos para contar que se activan en este género. Como el objeto de estudio no era nuevo, Laura le quiso dar una vuelta de tuerca y decidió abordar la transposición y la adaptación de la literatura a la historieta, esa capacidad manejada por algunxs artistas para mover ciertos objetos a otro universo de significado. Con los meses, juntó un corpus heterogéneo, con autores y cómics norteamericanos, historietas europeas y obras latinoamericanas en donde la novela pasaba a traducirse en una combinación de dibujos, diálogos y demás elementos propios de la historieta. Entre la montaña de títulos, estilos y épocas, destacó el «viejo». Elegirlo como objeto de estudio se volvió evidente.

En 1959, durante un viaje por Europa, Breccia leyó The Dunwin Horror, libro del en aquellos años todavía no tan célebre H.P. Lovecraft. Instintivamente, decidió que tenía que llevarlo al lenguaje de la historieta, idea que cobra mayor fuerza cuando desemboca en la obra icónica del escritor de Providence, The Call of Cthulhu. Breccia encontró que las obras literarias le ofrecían algo que los guionistas clásicos de historieta no: una historia ya escrita. Descubrió que cada libro le mostraba la posibilidad de adaptarlo, veía los hilos desde los cuales ir tejiendo su propio guion y generar ese pasaje a un nuevo idioma.

Cartel de la muestra de Alberto Breccia en Francia.

Para Laura Caraballo, Breccia es uno de los máximos adaptadores de la literatura universal. Fue un gran lector y sus vínculos con la literatura aparecen por todos lados. Ni siquiera Caraballo, habituada al estudio de expresiones artísticas de todas las épocas y latitudes, pudo escapar al asombro al toparse con la obra del dibujante detrás de Mort Cinder. «Trabajé con cosas que no imaginé que iba a trabajar, porque lo que él hace en la transposición es muy interesante». Laura indagó con profundidad científica en el arte de Alberto y descubrió una de sus características definitorias. «Cuando más se acerca a lo literario, que es en las adaptaciones, es cuando en realidad más se aleja porque se sumerge en sus búsquedas plásticas y visuales que para la época eran completamente novedosas», explica la doctora por la Université Paris Ouest Nanterre La Défense. Para Breccia, según Oscar Steimberg, su búsqueda nunca partió de entender la historieta como una forma de difundir la literatura. Pero sí la entendía como otra manera de abordar un mismo texto.

En sus últimos años de vida, Breccia se sumergió en la obra de Jorge Luis Borges. Lo recuperó como un tipo de barrio, de origen popular, como un intelectual nacido del arrabal. Pintó veintiún acrílicos inspirados en la vasta obra del que escritor argentino, lo usó como personaje en su Perramus y adaptó su cuento El fin. En Borges, Breccia encontró un par, un reflejo en el cual ver ciertas victorias y más de una derrota personal.

Seis años le llevó terminar la tesis a Laura Caraballo. Con el paso de las semanas, de las páginas, de los dibujos y las ilustraciones, quedó atrapada por la potencia del arte de Breccia. En cuanto pudo tener acceso a algunos originales del artista, no tardó en arribar a una conclusión que marcaría varios de sus siguientes pasos. «El trabajo plástico de Alberto es fundamental para la historia de la historieta», pensó Laura. Algo había que hacer con eso. 

Una de las salas con la muestra Breccia.

La tesis, por naturaleza, era muy teórica, estaba muy encerrada en los libros y los dibujos que Laura consultó por años. Ella quería socializar ese trabajo, pero no encontraba el camino para lograrlo. Una vez terminada la tesis, pudo entrar en contacto con la familia de Breccia y con su editor en Francia, Latino Imperato de la editorial Rackham. Para Caraballo, esta fue una segunda entrada al universo Breccia y una nueva zambullida en su obra y sus originales. «En esa segunda experiencia, el deseo de trasponer mi tesis en exposición se volvió un sueño, una búsqueda por comunicar mi trabajo teórico de otra forma y hacerlo salir del ámbito académico», recuerda. Junto con otros colegas, también estudiosos del mundo brecciano, Laura armó una muestra en Toulouse y otra en la región parisina. Al mismo tiempo, en Francia comenzaban a reeditarse algunas de sus obras y el reconocimiento comenzó a crecer.

Cartel de la muestra «Breccia 100».

En 2018 se cumplió un cuarto de siglo desde la muerte de Alberto Breccia y en 2019, se conmemoró el primer centenario de su nacimiento. La noticia de una muestra en tierras galas titulada «Pequeñas y grandes historias, Alberto Breccia maestro del cómic argentino» llegó a oídos de Marcelo Panozzo. Desde su cargo dentro de la Secretaría de Cultura de la Nación, Panozzo se mostró muy interesado en traer la experiencia a la Argentina. En medio del gobierno de Mauricio Macri, caracterizado por un enorme recorte en la inversión pública y particularmente en cultura -representado ello por el desmantelamiento del Ministerio de Cultura de la Nación que se transformó en secretaría, el despido de miles de trabajadorxs de la cultura, el cierre de espacios y programas-, la defensa de Panozzo y la confianza en la muestra fueron fundamentales. El proyecto era monumental y significaba transportar entre setenta y cinco, y noventa obras, entre originales, publicaciones y otros materiales. Un volumen y un peso importante que requería la mayor de las responsabilidades y la profesionalidad del personal encargado del transporte en ambos países, porque el papel es sumamente frágil y su conservación muy complicada. Pero el personal de la secretaría en Argentina se desempeñó de manera excelente. Pasados estos primeros temores y con la muestra ya montada en la Casa del Bicentenario, Laura pudo darse cuenta del impacto de su trabajo y la potencia de ese sueño que arrancó al ver los primeros originales a los que pudo acceder. La emoción era enorme, porque, como explica Laura, «desde mi llegada a Francia mi objetivo fue siempre promover la cultura argentina, especialmente la historieta y la figura de Breccia en particular». Para Caraballo fue un momento de gran orgullo y, además, un acto de justicia hacia la figura del maestro.

A la hora de buscar una explicación al tardío reconocimiento hacia la figura de Breccia fuera de Argentina, se pueden barajar varias posibilidades. «Si bien él está muy por encima de un Hugo Pratt o un Moebius, no ha hecho series con personajes reconocibles y eso lo alejó de la posibilidad de popularizarse en otros países», explica Laura. La falta de un Corto Maltés, la creación de obras quizás muy argentinizadas y búsquedas estéticas que no son comunes en el mundo del cómic, quizás puedan explicar que el reconocimiento haya sido tardío y su situación sea más marginal y menos conocida su obra.

Detalle de «The Eternaut», Fantagraphics Books.

En 2015 la editorial estadounidense Fantagraphics Books, quizás la más importante en la periferia del mundo superheroico anglosajón, tomó la decisión de editar la versión de El Eternauta de 1957, guionada por Héctor German Oesterheld -escritor desaparecido por la última dictadura cívico militar argentina- y dibujada por Francisco Solano López -familiar lejano del mariscal paraguayo homónimo que fue asesinado por las fuerzas militares argentinas, brasileras y uruguayas durante la sangrienta Guerra del Paraguay-. Con la exitosa salida de The Eternaut -libro que hoy está agotado, fuera de catálogo y cuyas únicas unidades en E-Bay trepan hasta los mil dólares-, la editorial se animó a extender esta colección centrada en Oesterheld y así desembocó en el arte de Breccia. En 2018 editó la que es su historieta más representativa, Mort Cinder, a la que se sumaron The Eternaut 1969 ( la reversión experimental guionada por un Oesterheld ya enlistado en la organización Montoneros y que en Argentina se publicó en Revista Gente para ser rápidamente cancelada por su contenido político) y Perramus: The City and Oblivion (con guiones de Juan Sasturain, ex director de la Revista Fierro y actual director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina). Para fines de este mes de agosto de 2021, Fantagraphics anunció la salida de la versión de Drácula, originalmente publicada en la revista española Comix Internacional entre 1982 y 1983. Todas estas obras son parte de la serie titulada The Alberto Breccia Library que la editorial inauguró con el paso de los lanzamientos.

Hace pocas semanas, Breccia fue incluido dentro del Salón de la Fama de los Premios Eisner -el equivalente a los Oscar para el mundo de la narrativa gráfica-. Para Laura, el trabajo de Fantagraphics no puede dejarse de lado si quiere entenderse esta puesta en valor sobre el trabajo de uno de los mayores artistas de la historia mundial de la historieta, un dibujante que nutrió a otros artistas como Bill Sienkiewicz, Ted Mc Keever o Ian Debiase. Como explica Caraballo, pese a este creciente reconocimiento de su figura, «la obra completa, global, de Breccia no es conocida en ningún lugar del mundo». Por esto, la llegada del premio y las reediciones en varios idiomas no son la meta de todo esto. «Queda mucho trabajo por hacer y el reconocimiento va llegando».

Lea acá la primera y segunda parte de Breccia fragmentado. 

Demian Urdin
Demian Urdin
Estudiante de Antropología Social por la Universidad de Buenos Aires, especializado en el estudio de la Historieta Argentina como construcción patrimonial. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina en el año 2018, donde analizó los procesos históricos de desarrollo del fanzine de historietas y su incorporación al Archivo de la Historieta y el Humor Gráfico Argentinos de esta misma institución. Ha realizado diferentes investigaciones en clave museológica acerca del trabajo del Museo del Humor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aire. Es, además, columnista para diferentes medios gráficos y radiofónicos argentinos donde indaga en el mundo de la historieta, los cómics, las series, el cine y los videojuegos. Fue co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas “Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta”. Actualmente, dirige el proyecto de difusión de la historieta latinoamericana "Grafo: Culturas Dibujadas".

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