Testimonios gráficos desde la incertidumbre

Resulta un análisis plano determinar que un siglo empieza de inmediato luego de que el calendario marca el cambio de guarismo del 9 al 0. Tan solo se abre la antesala a una nueva era que empieza a adquirir fisonomía propia, por lo menos, al cabo de veinte años. Es lo que está ocurriendo con el siglo XXI del cual somos testigos; no empezó con el ataque a las Torres Gemelas, ni con el estallido de la Primavera Árabe, sino con la toma de conciencia del advenimiento de las distopías, la cual empezó a fraguarse resultado de una sumatoria de erráticas decisiones por parte de los gobiernos más influyentes y que el bombardeo de información, aceleró.

Las historietas se han convertido en una especie de terreno abonado para el surgimiento de crónicas graficas propicias para la creación de narrativas que desnuden la fragilidad de las certezas que nos han inculcado y no nos hemos tomado la molestia de cuestionar; tales como el individualismo, la fe ciega en la tecnología y las bondades de un futuro salvador, por nombrar algunas. Gran parte de los autores colombianos se ha enfocado hacia esa línea, que pretende despertar sensibilidades en beneficio de una lectura crítica de lo que nos afecta. Para la presente reseña, expongo un par de publicaciones que ejemplifican esta vocación de desenmascaramiento, si que quiere.

Portada de «Pandora» 4Mesas.

Por un lado, debemos remitirnos a Pandora (2021), ensamble resultado de las elucubraciones de 16 mentes que el colectivo 4mesas se encargó de congregar en torno a una propuesta materializada a través de una Beca de creación concedida por el Programa Distrital de Estímulos del Instituto Distrital de las Artes, Idartes de Bogotá. Este trabajo es una compilación de minificciones que a medida que nos vamos adentrando en las viñetas, se develan como fragmentos secretos de vida. Pero estas vidas que se cuentan, nacen desde la incertidumbre de transitar un periodo en el que presente y futuro parecen fusionarse de súbito; acentuada esta percepción, desde luego, con la irrupción de la Covid 19 como telón de fondo, lo que reforzó el lenguaje surrealista presente a lo largo de la obra.

Pero el hilo que ata la diversidad de tramas y en lo que parece las dibujantes ponerse de acuerdo, es la desconfianza hacia los artefactos, tanto los cotidianos como los posibles. Los portátiles que usamos, cascos que instalan plataformas en el cerebro, caretas que modifican la percepción del mundo y robots que interfieren el curso del tiempo, están presentes como cualquier dispositivo casero, solo que se debe tener cuidado con ellos porque detrás de su funcionalidad, se oculta una estrategia de alienación al mejor estilo de novela de Huxley. Futuro Pasado, la primera historia de la compilación marca el rumbo que seguirán las demás, en la cual Lina Cuéllar (Caniche), ilustra un futuro no tan distante donde un personajillo caracterizado como George Orwell afirma que escribió una novela en 2020 titulada homónimamente. Se entabla entonces, una discusión con su perro en la que este le reprocha que no era necesario haber creado una obra similar a 1984, pero Orwell se ufana de que, en esta ocasión, el caos generado por el virus haya sido el resultado de una confabulación universal para favorecer la conclusión de su nueva novela sin interferencias.

Fragmento del trabajo narrativo de Henry Díaz en «Pandora».

Con este preámbulo, Henry Díaz, Jesús Hernández, Diana Sarasti, Mónica Rivera, Daniel Pineda, Amalia Satizábal, Andrea Gaitán, Juan Duarte Guevara, Miguel Vallejo, Hugo Quintero, María Vanegas, Verónika Chaves, Pavel Molano, Pedro Rivera y Sergio Rodríguez Gómez imprimen sus propias dosis de escepticismo a un sistema en apariencia infalible. Todas las historias finalizan con una paradoja que tira por la borda, la argumentación que el lector suponía tener clara, obligándole a replantear la lectura deteniéndose en los lenguajes sugestivos presentes que había ignorado hasta el momento.

En clara alusión al famoso mito griego de Pandora y su tinaja llena de desgracias que obtuvo como obsequio de bodas, el libro se recrea bajo el concepto de «caja», en donde cada capítulo es una metáfora de otra caja contenida, guardando en su interior una narración con el perfil de su respectivo autor; de manera que es responsabilidad del lector si asume de buen o mal agrado lo que encontrará en cada compartimento. Sin embargo, habrá un espacio reservado para la esperanza, aunque no siempre sea la protagonista. Como se consigna en el prólogo de Rodrigo Bastidas, «cada una de estas historias es parte de un mosaico que, al unirse, construyen la imagen espectral de lo que podríamos considerar un futuro propio». Algo que se comprueba cuando el blanco, el negro y el rosa como tonalidades unificadoras, no impiden que los estilos de dibujar y escribir de cada artista, brillen con luz propia.

Portada de Dr, Fausto # 13.

Con la misma orientación, en un nuevo número Dr. Fausto Comics hace una apuesta interesante con El futuro llega después del fin, que ve la luz en mayo de 2022 con un elenco de historietistas e investigadores que hacen su aporte desde su área de trabajo. Existe una diferencia respecto al texto atrás reseñado en el sentido del grado de acidez en sus propuestas tanto narrativas como visuales. Si bien esta publicación también conserva el aire oscuro del periodo de confinamiento, se presenta más contestataria al incitar a sus lectores a ir más allá del consumismo pasivo y acoger los comics como medios válidos para cuestionar los convencionalismos desde todos los ámbitos. Es notorio el contraste de trazos en el que —no sé si será por efectos prácticos—, con una  trilogía blanco-negro-naranja se convierte en el sostén de líneas finas, gruesas, entramados o colores planos que logran escenificar universos desoladores y cercanos a la vez.

Interior del trabajo de Julio Rodríguez para Dr. Fausto.

Son cercanos porque vemos reflejado el mundo huérfano que estamos habitando, donde el único mecanismo de supervivencia para los humanos es reconocerse a sí mismos como son; tal como la flor que tenía miedo a nadar (cómic de Zay Cardona), pero luego de meditar sobre sus limitaciones, se da cuenta que el único obstáculo real, es perder el control de sus emociones. Edd Muñoz, Pavel Molano, Libardo Restrepo, Carolina Pineda, Miguel Vallejo, Juan Quintero, Henry Díaz, Julio Cesar Rodríguez, Jorge Carvajal, Diego Zhaken, Juan Suarez, Luto y Reptil comparten la misma visión en esta experiencia gráfica impregnada de rabia contenida. Mención aparte merecen Diana Paola Gil y María Angélica Cordero que con su artículo Nuevos Futuros por parte de la primera y la entrevista al ilustrador Giovanni Castro (Nigio) por parte de la segunda, contribuyen a enriquecer el debate planteado.

Esta reseña queda con final abierto porque percibo que, con este símil entre ambas creaciones, se puede marcar un precedente respecto a la técnica para elaborar comics en Colombia. Los argumentos han perdido rigidez en beneficio de una mayor plasticidad, logrando que hasta los mismos errores se conviertan en excusas para ampliar el margen de experimentación. Algo que se debe celebrar. Salta un interrogante inevitable que solo el tiempo responderá: ¿Se encamina el comic colombiano hacia una maduración narrativa? Si bien desde la década anterior se vislumbran indicios, dependerá a partir de ahora de que dibujantes y editores sigan trabajando en comunidad, sin detenerse en las diferencias de forma, las cuales se recomienda armonizar sobre la marcha. Como hijos de la pandemia, estos trabajos guardan un peso histórico para la nueva historieta que se avecina, porque retratan como si fuera en realismo 3D, el periodo de transición actual en donde la tendencia postmodernista pretende abarcarlo todo para demostrar su banalidad.

Raúl Trujillo
Raúl Trujillo
Ilustrador freelance y bibliotecólogo en formación. Ha realizado colaboraciones para el periódico Dela Urbe, de la facultad de comunicación de la Universidad de Antioquia y Revista Pérgamo de la Escuela de Bibliotecologia de la Universidad de Antioquia. Además ha sido seleccionado para exposiciones y muestras de caricatura e ilustración en Colombia en ciudades como Medellin, Rionegro, Pereira y Armenia. En el extranjero en Buenos Aires (Argentina) y Sinaloa (Mexico).

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