El cuy Jacobo y el Tesoro de Quillacinga es una historieta escrita y diseñada por Iván Benavides Carmona, catedrático universitario en Museología, Gestión del patrimonio y Diseño, nos cuenta en primera persona el comienzo de las aventuras de Jacobo, un pequeño cuy originario de Pasto, capital del departamento de Nariño, a finales del siglo XIX, proveniente de una familia de tejedores de sombreros de paja toquilla, que vive gracias al comercio de esta artesanía. La edad avanzada de su abuelo «Jacobito» obliga al nieto a hacerse cargo de las entregas más lejanas, eso lo lleva a la sombrerería Wilmot ubicada en el centro de Bogotá, cerca de la Plaza de Bolívar. Y una casualidad termina juntando su camino con el de don Casidoro, el lagarto, un estudioso de la historia precolombina colombiana. Don Casidoro toma un sombrero que le ofrece Jacobo sin darse cuenta, precisamente el que tiene en su cinta un amuleto de la suerte de abuelo Jacobito, una «moneda» de oro labrada con motivos de la cultura Quillacinga que se localizó en lo que hoy es Pasto y sus alrededores.
Es así como esta «odisea» da inicio: Rodolfo, colega y asistente del erudito lagarto se une a la investigación empezando por la búsqueda de un texto de autoría de Cieza de León, conquistador y cronista español que fue de los primeros en colonizar esos territorios. Casidoro, por su parte emprende una campaña para convencer al Presidente de la República de financiar una expedición en busca del hallazgo, pero nuestros protagonistas sospechan que es el indicio de un tesoro arqueológico, situación que uno de sus ministros: Joaquín el zorro aprovecha para hurtar la «moneda» y con falsas intenciones unirse al grupo de expedicionarios. Posteriormente entre empollones y apuros emprenden el largo viaje desde la capital hasta la casa del abuelo Jacobito y su nieta Rosita, una niña valiente, inteligente y decidida, que será parte fundamental de esta historia. Es ahí donde descubren más sobre el origen de este objeto: fue un regalo del abuelo de don Jacobito, lo encontró en la laguna de La Cocha, lugar del que cuentan leyendas muy antiguas, donde originalmente vivieron los Quillacingas pero fueron castigados y desterrados con una inundación por el sol, la razón es que dejaron de otorgarle ofrendas en su templo.
La búsqueda continua al día siguiente en la catedral de Pasto, en su biblioteca se encuentran una copia del libro de Cieza de León, sin embargo traicionados por Joaquín se ven obligados a emprender la huida de una turba fanática y furibunda. Después de una noche de descanso los cuatro personajes emprenden un arduo camino hasta La Cocha (Rosita va de incógnito al inicio) además del «mandadero» que conoce el terreno y los acompaña como su guía. El camino se ve interrumpido temporalmente por un descuido de Joaquín que deja caer un pañuelo con el amuleto hurtado el cual es descubierto por Rosita, sin embargo antes de que pueda delatarlo el zorro la empuja al rio, los expedicionarios deciden continuar el camino pues lo más probable es que se encontrarán con ella en la laguna que es uno de los afluentes del mismo. Sin embargo la pequeña cuy es rescatada inconsciente por Astarún, una deidad que acompaña a la comunidad Quillacinga desde que el sol «bajo a la tierra», es llevada a la aldea aledaña a la laguna e informada del peligroso castigo que pueden enfrentar sus amigos si deciden profanar el templo.
Mientras tanto el resto del equipo se dirige precisamente a ese lugar sagrado, una repentina lluvia verde anuncia los problemas que se avecinan, Astarún junto con Rosita, que intenta convencerlo de la inocencia de sus amigos, van en su búsqueda. Al interior del templo los expedicionarios descubren los cadáveres momificados de los antiguos Quillancinga quienes custodian la bóveda del tesoro. Se llevan un gran susto cuando estos despiertan mientras Joaquín roba desesperadamente todo lo que puede cargar, son capturados por los espectros y llevados ante la presencia del Astarún y Rosita.
Rodolfo, Jacobo y el mandadero reciben perdón en un juicio público, El zorro por otra parte espera paralizado bajo un hechizo a la salida del templo un castigo mucho más grave. A la mañana siguiente los aventureros se despiden de sus nuevos amigos prometiéndoles no confesar nunca los secretos que guarda su comunidad. Pero al llegar a casa del abuelo Jacobito descubren que Rodolfo a hurtado una pieza del tesoro del templo, a la par que el Taita Quillacinga y Astarún se dan cuenta que Joaquín es mucho más que un político corrupto y ambicioso, pues ha escapado por medio de magia negra del hechizo que lo paralizaba. Los pequeños cuyes planean una estrategia para descubrir que hay detrás de las intenciones del gobierno para involucrarse en la expedición y junto con Rodolfo volverán a Bogotá a descubrirlo.
El siglo XIX representó para Colombia una época de cambios radicales, pues Panamá después de liberarse del dominio español decide unirse voluntariamente a la Gran Colombia, pero con la disolución de esta, terminó convirtiéndose en parte del territorio que se denominó Colombia. Esta nueva disposición territorial nunca fue del agrado del pueblo panameño: la lejanía de los centros administrativos les hacía sentir abandono y poca empatía por ser parte de esta nueva nación. Tras la guerra de los mil días, finalmente se constituyen como un estado independiente. Es este el contexto en el que la primera parte del Cuy Jacobo Y el tesoro de Quillacinga se ubican, para a la par contarnos y encontrarnos con el pasado de un territorio que constantemente ha coqueteado con la guerra. Una genial estrategia de Iván Benavides a la hora de abordar la historia de Colombia desde está ficción dirigida principalmente para niños y niñas, que sin embargo por la creatividad de su trama y su fluido desarrollo engancharán también al público adulto. Una ardua y exhaustiva labor investigativa narrativa y visual, que por el momento, se interrumpe justo en el instante adecuado, dejándonos con apetito de la siguiente entrega.
Me gustaría saber los nombres de los personajes como el del guardian del templo
que porqueria