Con los lanzamientos de Ser, de Pavaditxs, y El diablo en la torre nueve, de Dani Ruggeri, la editorial argentina Barro Editora retomó su colección Génesis. Centrada en la publicación de primeras novelas gráficas de nuevxs creadorxs de historieta, la serie presenta sus más recientes novedades y una cualidad por ambas compartida: recurren a diferentes espacios de Buenos Aires como geografías para la narración.
Luego de las experiencia antológica digital de «Guiso» -realizadas en co-edición con Clan de Fomento- y de la salida de Apocalípsis mientras tanto -libro de tiras de humor de Sine-, Barro Editora reactivó las publicaciones de su colección Génesis. En su catálogo ya cuentan con la multipremiada y aclamada por la crítica La sombra del altiplano, de Sukermercado, la poderosa obra que es Sejmet, de Cons Oroza, y la arbórea Mi cuerpo, un bosque, de Maelitha, entre otras. La nueva etapa significó la incorporación de Pavaditxs y Dani Ruggeri a la creciente lista ¿Qué sabemos de cada unx de ellxs?

Pavaditxs es un autore sorprendente que, al menos para quien escribe, llegó a las bibliotecas locales gracias a su participación en 8 track+ -anthology- Vol. 1, la antología musical que editó Blackbird Zines hace algún tiempo. En esa experiencia, Pavaditxs se lució con su interpretación gráfica de la canción 2 trees de la banda inglesa Foals, combinando colores rojizos y celestes para narrar una metamorfosis profunda. En su perfil de Instagram, además, se puede bucear entre sus múltiples experimentaciones gráficas donde la forma siempre se ubica al servicio de la narración. La experiencia con Ser significó para ellx aventurarse al desafío de encarar una historia más larga y eligió hacerlo desde el género autobiográfico.
Dani Ruggeri es una eminencia dentro del mundillo fanzinero vernáculo. Con engrapadora en mano y tinta risográfica manchándolo todo, es una prócer de la militancia por la publicación independiente, autogestiva y con conciencia de clase y género en Argentina. Es, además, gestora cultural y una de las mentes y brazos detrás del festival Dibujadxs. Desde Panxa Cómics, ha guillotinado infinidad de obras de tirada limitada que se reparten hoy entre lectorxs de todo el país. El diablo en la torre nueve representó para Dani la posibilidad de animarse al género de aventuras, uno de los más difíciles de encarar en el país por la pesada tradición de autores que trabajaron en él. Pero las tradiciones están para romperse ¿No?

Ser narra, desde un estilo realista en el guion, el verano de Ari. Ellx es unx adolescente que, junto con sus tías Nora y Marcela, viaja de vacaciones a la playa. El escenario elegido es Mar del Plata, la más importante ciudad balnearia de Argentina y una de las más visitadas por los sectores populares. Allí, lx protagonista continúa un camino de transformación que se venía gestando antes de llegar a las costas bonaerenses.

La historia muestra conexiones con la serie Sabrina, la bruja adolescente, en su versión televisiva de 1996. Ari, al igual que el personaje encarnado por Melissa Joan Hart, transita su adolescencia por caminos que rompen con la norma impuesta. Desde el deseo de no suscribir a las limitaciones de género impuestas socialmente, en unx, y desde el tener que ocultar el manejo de la brujería, en la otra, ambxs enfrentan la siempre asfixiante mirada de lxs demás. Ari, como Sabrina, elige el camino que quiere y atraviesa el umbral, aún en contra de los tirones de la hetero-cisnorma que puja con todas sus fuerzas. Para lograr ese camino de ruptura con la mirada ajena, Pavaditxs construye escenas de miradas amontonadas y acusatorias, torsos desnudos pegados entre sí, logrando una potencia similar a la que supo construir Quino con sus dibujos atiborrados de elementos unos encima de los otros en sus trabajos para Revista Viva.
Ser es una muy buena historia de autoconocimiento en esa etapa de transición que es la adolescencia, ese momento en que se queman -algunas- cosas que no sirven y se toma mayor conciencia de que el mundo es un lugar complejo en donde existir. Y, sobre todo, resalta la importancia de los vínculos que una persona construye en ese camino.

Con El diablo en la torre nueve, Dani Ruggeri ofrece una historia de aventuras que combina el ritmo vertiginoso de películas como Los Goonies con la calidez y ternura narrativa de escritores como Roald Dahl. Desde ese mix, imprime su sello propio al ubicar la historia en el barrio Cardenal Samoré, en el barrio porteño de Villa Lugano. En esa geografía de complejos habitacionales que datan de finales de la década de los 80´, un heterogéneo grupo de amigxs se reúne, presenta a grandes rasgos cada una de las personalidades de sus integrantes y emprende la misión de robarle una fruta al mismísimo diablo, el cual -según les cuenta una vecina- vive en una de las torres del conjunto urbano. La historia se construye de manera magistral, presentado un diablo más cercano a un David Bowie local, en su papel de Jareth en Laberinto, que al clásico Lucifer empresario hollywoodense. Este satánico personaje, aunque tan tramposo y poderoso como siempre, vive en un departamento de dos ambientes, no le funciona el portero eléctrico y tira las llaves por la ventana para no tener que bajar a abrir la puerta.

Siguiendo el estilo del escritor de James y el durazno gigante, Ruggeri construye un relato fantástico atrapante donde la verosimilitud solo le interesa a lxs aguafiestas. El escenario es una geografía ecléctica compuesta por especies vegetales que conviven en un mismo lugar por el capricho de los vecinos que fueron llegando con sus historias de vida y sus macetas a Lugano. La fauna va desde perros callejeros a figuras inclasificables, pasando por serpientes peligrosas y pájaros negros. En ese ambiente, el grupo de amigxs avanza a paso firme mientras los vecinos los miran con mala cara sabiendo que están por mandarse un cagada.

En la película documental Estrellas (dirigida por Federico León y Marcos Martínez en 2007), el actor y promotor social y cultural de la Villa 21 de Barracas, Julio Arrieta, sostiene la necesidad de construir historias de ficción por fuera de las grandes locaciones tradicionales. Incluso, llega a participar en un film de ciencia ficción en la que los vecinos de la villa se transforman en la última esperanza de la Tierra, construyen armas y hasta una nave espacial con chatarra, cartones y basura y viajan para enfrentar a un grupo de alienígenas invasores. Dani Ruggeri continúa esta misma línea y ubica la acción al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si para Oesterheld fue una batalla ganada el poder usar a Buenos Aires como foco de la invasión de los Ellos, Ruggeri redobla la apuesta y se aleja de los barrios aristocráticos llenos de privilegios por donde Juan Salvo intentaba salvar al mundo con un traje anticopos de lujo.
Rodeadas de arquitecturas balnearias de principios de siglo XX, de monoblocks importados como forma de marginación y agrupamiento de los sectores populares, de aguas amarronadas y ventanitas incontables, Ser y El diablo en la torre nueve son dos obras que, utilizando geografías periféricas, narran caminos de aventuras y autopercepción sumamente atrapantes. Además, demuestran la continuidad de una lucha por construir historias aquí y ahora, a metros de nuestras cotidianidades barriales.
¡Muy buena reseña!