«Empecé a dibujar historietas porque siempre me encantó leer historietas»: Joni b

Johny Benjumea, Joni b (San Carlos, Antioquia, 1981) es un dibujante de historietas que ha figurado, desde hace décadas, en la escena fanzinera y subterránea de historietas de Medellín, participando en revistas de historietas de los años noventa como Sudaka Comix. Joni b ha trabajado como dibujante de historietas, profesor, editor, diseñador, librero entre otros oficios clandestinos. Entre sus trabajos publicados están: Parque del poblado (Robot, 2011); Maldito planeta azul (Periférica, 2012), Muerte en el bosque, una historieta digital dibujada a partir de un guion de Catalina Holguín, y Zona de Confort (2019), esta última, una publicación que hizo parte del Salón Nacional de Artistas 2019, la cual puede leerse como una continuación de lo hecho en Parque del Poblado

Hace más de diez años, como parte de lo que se llamó en su momento «El nuevo cómic nacional», una generación de dibujantes de los años 2000, ayudó a crear un red dibujantes de historietas latinoamericanos, siendo partícipe de proyectos web como el blog Historietas reales (Argentina) y otros encuentros sobre historieta, redes y conversaciones como los festivales: Viñetas sueltas (Argentina) y Entreviñetas (Colombia) que permitirían abrir un mapa de lecturas en el continente.

Joni b es egresado de la Universidad Nacional de Medellín de la carrera de Artes plásticas, sus historietas cortas han sido publicadas en la revista Fierro, en el periódico argentino Página 12, Viñetas sueltas (Buenos Aires), Larva (Colombia), Carboncito (Perú) Taco de Ojo (México), además hizo parte de El Volcán, un presente de la historieta Latinoamericana (Musaraña,2018) y expuso en el Museo de Artes de Buenos Aires.

Hablamos con él sobre sus historietas, sobre la historieta colombiana, entre otros temas y esto nos respondió:

Tendría que pensar en varias entrevistas porque el camino de su trabajo es extenso, a pesar de que usted aún es un autor muy joven, pero ha sido muy precoz; con varios libros de historietas cuando todavía no era habitual publicar en Colombia. Dicho esto, hace poco usted estaba en una conversación en La Cimbra y mencionaba la historieta: Cómo, me calmo yo. Una historieta corta, que es, como dijo en esa conversación, uno de sus puntos más altos. ¿Podría contarnos por qué le gusta tanto ese trabajo?  

Me gusta porque es directo, sin adornos ni oportunismo. Me gusta que el dibujo es apenas suficiente: están los trazos necesarios para ubicar al lector y poco más. También me gusta que es fuerte, incluso ofensivo y molesto, y la verdad es que me gusta ofender y molestar al lector.

No sé por qué cuando se publica en redes sociales aparece un no sé cómo se les dice, un preview tal vez, con una viñeta en que el personaje central dice que está a favor del aborto. Muchas personas leen solo ese preview, se ofenden y a veces me mientan la madre. Una vez respondí a uno de esos comentarios explicando a quien lo había escrito que su opinión le daba la razón a la historieta e incluso la validaba. Esta persona respondió doblemente ofendida incluyendo una bella historia sobre la paternidad, así que le pedí que leyera la historieta completa; lo hizo y al siguiente comentario se disculpó. Somos lectores mediocres y fascistas, y está bueno que una historieta nos haga ver esas cosas.

Página: Cómo, me calmo yo. Joni b.

Usted ha repetido muchas veces que ha dejado de dibujar, algo que no sé si es del todo cierto. Sumado a esto lo han señalado de «resentido» porque supuestamente no tiene lectores o no lo han leído, (no sé quién mide estas cifras en Colombia y saca ese tipo de conclusiones) ¿Por qué decidió parar o apartarse en cierto momento?

No dejé de dibujar, aunque tampoco lo hago con frecuencia. Dejé de hacer historieta. El por qué es tan simple que no convence a la mayoría de los que me preguntan: para qué seguir haciendo algo que ya no disfrutas hacer.

Pero, como a los demás, a mí también me gusta la teoría de conspiración, así que aprovecho este espacio para confirmar que me paso los días clavando alfileres sobre las portadas de los libros de mis enemigos. El otro día me oriné en Follaje, de Truchafrita, vertí la sangre de un gato negro sobre un ejemplar de Revisión a la Historia, de Francisco Peláez, derramé leche materna sobre Resaca, de Byron, lancé agua bendita bendecida al revés sobre el Viñetero, de Luto, y ni digo lo que hice con los libros de Inu y el de Andrezinho porque les cierran este espacio.

Una página de «Maldito planeta azul» Joni b.

En algunas conversaciones con dibujantes de historietas su nombre aparece mucho, no solo como referencia sino como influencia, además de que durante varios años usted ayudó a construir y trabajar con mucho entusiasmo por la historieta en Colombia; promoviendo espacios y eventos, algo que parece olvidarse en los últimos años o se la ha restado importancia ¿Esto se debe a que usted ha sido crítico con algunas formas de la historieta en Colombia? ¿Acaso se quieren eliminar algunos momentos de la historieta en Colombia?

En la actualidad veo una necesidad de validación que me parece francamente ridícula, esa necesidad de validación hace que se opté por exaltar trabajos a lo sumo mediocres, y siendo franco, me parece que un gran porcentaje de lo producido en Colombia, a la fecha, es apenas mediocre.

Y sí, creo que esa misma exaltación de la mediocridad ha obligado a sus promotores a negar procesos que abrieron la trocha que ahora ellos pisan. Pensemos en que, por ejemplo, buena parte de la historieta que se publica hoy en Colombia lo hace por medio de becas, ¿A qué se debe la existencia de esas becas? ¿Quiénes produjeron el cuerpo de trabajo que logró dar visibilidad a la historieta nacional al punto que la institución cultura, tan lenta y estúpida cómo es, abriera esos espacios?

Fragmento de historieta: «Fin de semana» Joni b.

Hacer una crítica o poner en la mesa comentarios «negativos» no es destruir la historieta en Colombia,  ante esto hay una vigilancia que raya en lo policial señalando cualquier comentario no positivo ¿Por qué cree que se quiere eliminar cualquier comentario negativo o revestir la historieta colombiana de cierta asepsia?

Porque quienes promueven que no haya una crítica seria son conscientes del daño que esta haría a sus propios trabajos e intereses. Ahora, esa crítica seria no la voy a hacer yo, básicamente porque no soy crítico de historieta, soy lector, y como lector asumo que tengo derecho no solo a opinar sino también a exigir calidad al medio que consumo. Hace años que me cansé de comprar por colaborar; yo compro para recibir a cambio el gusto detener una experiencia de lectura placentera, no para hacerle un favor a la historieta colombiana, y si la historieta colombiana no me ofrece esas experiencias, pues gasto mis pesos en otra cosa.

Si la opinión de un simple resentido sin lectores en su perfil personal ofende a tanto pendejo, imagina si apareciera una voz crítica, se dispararía la tasa de suicidios de personas frágiles que no soportan un comentario que no exalte su trabajo.

Tira «Autoretrato» Joni b.

Hace más de diez años «había» unas conexiones, unas redes, entre dibujantes de historietas latinoamericanos, sobre todo a través de “Historietas reales” y otros grupos. Redes y caminos que usted ayudó a construir desde acá, eran los tiempos de los blogs, esto abrió muchos espacios ¿Cree eso se ha dejado de lado? Sumando a esto ¿Por qué sería importante leer más historietas latinoamericanas?

Nosotros, es decir, algunas personas de mi generación, optamos por dirigir nuestra atención hacia Latinoamérica. Los latinoamericanos somos todos la misma cosa aunque cada uno por su lado se crea de mejor familia. Actualmente, digamos, es más o menos normal que se tenga presente a la historieta peruana, la chilena, la argentina. Nadie nos va a reconocer eso, pero de nada, fue un gusto, la pasé muy bien.

Es importante, sobre todo para alguien que hace historieta, creería yo, leer historietas de todas las tradiciones que se le pasen por el camino, intentar entender cómo desde diferentes culturas se aborda la vieja práctica de contar historias con secuencias de dibujos, ponele el nombre que querás. Para nosotros, teniendo en cuenta lo raquítica de nuestra tradición, debería ser prioridad estar en contacto activo con culturas hermanas donde la historieta tiene un mayor peso histórico o está en un proceso de construcción semejante y aprender de esos procesos.

Con los años usted ha sido dibujante, profesor, librero, editor y diseñador de libros de historietas ¿El aprendizaje de esas facetas del ecosistema editorial qué le ha aportado o alterado en sus procesos creativos?

Aprendí la mayoría de esos oficios porque en mi época uno lo hacía todo o no se hacía: si querías hacer historieta debías pasar por cada parte del proceso de producir un «objeto» historieta, o sea, no solo dibujarla, realizar la «obra», sino también diseñarla, montarla, imprimirla, distribuirla… la vieja escuela del fanzine. Quería hacer historieta, esas facetas aparecieron por necesidad.

Parque del Poblado (2011) y Maldito Planeta azul (2012) están próximos a cumplir diez años, dos historietas muy distintas entre sí, y con propósitos casi que opuestos ¿Cuál es su mirada a estos libros tantos años después? ¿Ha pensado en reeditarlas o ampliarlas?

Les tengo cariño, está lindo haber publicado unos cuantos libros en Colombia y Europa, mucha gente sueña con eso. No tengo interés en reeditarlos o ampliarlos. Eso es algo que me preguntan más o menos constantemente. Si alguien quiere reeditarlos, yo no tengo problema en seguir recibiendo dinero por ellos, pero para mí son pasado, hijos bobos que hace años se fueron de la casa.

Página de la historieta «Cuando los muertos hablan» Originalmente publicada en Revista Don Juan. Adaptación a historieta de una crónica del periodista Daniel Rivera.

Algo de lo que se comenta poco, son sus trabajos de historieta periodística o documental, de hecho, las historietas para Agencia Pinocho podrían encajar ahí, las cuales no son una referencia menor en Colombia ¿Por qué no ha ampliado sus trabajos en esa dirección? ¿Qué opinión tiene sobre la historieta periodística o documental que se hace en Colombia?

Porque es una dirección que requiere mucho trabajo, y trabajo serio, que es muy difícil de lograr si quien lo hace no tiene medios económicos para dedicarse de lleno a ello. Tomar una investigación hecha por otro, bajar fotos de referencia y copiar y pegar textos en la página es algo que cualquier chimpancé entrenado puede hacer. Un autor activo, que participe de la investigación, que proponga herramientas para pensar el problema tratado a través de la narrativa gráfica y que, además, llegue a una narración clara y atrapante, es bastante difícil de encontrar. A la fecha no he visto nada así. Sé que en estos meses de pandemia se publicaron algunos libros que van por ahí y aún no tengo oportunidad de leer, ojalá estén buenos.

Hay algunos dibujantes que rechazan abiertamente la lectura de historietas, algo que no logro entender muy bien ¿Cuáles han sido sus lecturas fundamentales en historieta y por qué es importante que los dibujantes se formen también como lectores de historietas?

Yo empecé a dibujar historietas porque siempre me encantó leer historietas, así que también me resulta extraño que alguien decida dedicarse a un medio que no consume, o sea, a un medio que, en definitiva, no le gusta.

Nada más por tirar títulos de algunas lecturas entrañables:

Ada en la jungla, de Altán.
Fin de semana, de Montesol y Ramón de España.
Lester Fenton y los muertos andantes, de Kyle Baker
Todo Jaime y Beto Hernández.

Si bien creo que alguien que se dedique a la historieta debe estar atento al medio, también creo que un buen narrador gráfico no se forma solo a partir de la lectura de historieta, que es nada más uno de los tantos medios dentro de ese espectro enorme que es lo narrativo. Así que sí, qué carajo, hay mucho trabajo al que se le nota, sobre todo en la ingenuidad de sus mecanismos narrativos, la falta de calle, de lecturas. Igual la mayoría de lectores son mediocres y se conforman con cualquier cosa. Me molesta mucho ese argumento de que no se debe comparar la historieta colombiana con la de otros lugares porque somos una tradición joven, que es lo mismo que decir que es nuestra obligación medirnos con el rasero de la mediocridad porque somos tan tercer mundo que no podemos hacer cosas realmente buenas.

Historieta «Narcobollo» Joni b.

Usted es un lector atento no solo de historietas sino de literatura, sobre todo de literatura latinoamericana ¿Por qué sería importante un diálogo más amplio entre la historieta y la literatura que se ha publicado en los últimos 20 años?

Uno de los mayores nidos de mediocridad de la historieta actual es el de las incursiones de escritores como guionistas. Simplemente son medios diferentes y que puedas escribir una novela no quiere decir que puedas escribir historieta, Margaret Atwood es prueba de ello, por no fastidiar con ejemplos locales.

Pero bueno, más allá de eso, es innegable que, frente a la literatura, la historieta es un arte menor. Esto no es malo, quiero decir simplemente que la literatura ha desarrollado mecanismos que logran conectar a un nivel más intenso con el lector de lo que suele hacerlo la historieta. Yo sé que la historieta no es literatura ni cine, pero es que ningún medio es puro, siempre ha habido un contrabando constante de unos medios a otros, así que no veo nada de malo en aprender, retomar o apropiarse de herramientas de otros lenguajes, más pendejo el que no. Y bueno, como decía, la literatura es una fuente constante de todo lo bello de la vida, o la narrativa en general, qué sé yo, y a literatura latinoamericana, en particular, puede enseñarnos mucho sobre cómo la historieta puede apropiarse de un lenguaje tan extenso y bello como el ejpañó.

Dos últimas preguntas: usted ha visto de cerca varios momentos de lo que ha sido, en parte, la historia reciente de la historieta en Colombia ¿Qué opinión tiene de lo que ha sucedido en los últimos años? ¿Qué tipos de historietas le han parecido puntos altos?

Los últimos años los he visto desde los estantes de la librería. Está bonito ver como pasamos de no tener sección de historieta colombiana, al inicio simplemente la poníamos con las demás historietas, a tener una sección que ya pide su propio estante. La producción ha aumentado, sin duda, pero la calidad sigue siendo el talón de Aquiles y creo que podemos seguir encontrando experiencias más afortunadas en ese pasado reciente que ahora se niega. Por poner un ejemplo, La Reliquia, de Carlos Díez, me parece una buena historieta, bien contada, se le nota el cariño por el medio, la calle, pero nadie habla de ella, y que conste que no conozco al autor, no me vayan a culpar ahora de solo hablar bien de mis amigos, que ellos mismos pueden dar fe de que siempre estoy dispuesto a decirles cuando su trabajo es una mierda.

Paola me parece un punto alto, pero también me parece molesto que se diga que es «la punta de lanza», en palabras de otra reconocida dibujante que no voy a nombrar, «de un tipo de historieta que demuestra que para hacer historieta no hay que saber dibujar». Paolo dibuja cómo le da la gana, es supremamente hábil, es una pena que se utilice su trabajo para justificar la pobreza de habilidades de otros. Para mí, Bastonazos de ciego, de andrezinho, es el mejor libro de historieta que se haya publicado de un colombiano.

En el último año me gustó mucho, también, Emús en la zona, de Rey Migas.

Y hoy no voy a nombrar el trabajo de mis amigos, pero entre ellos están las personas del medio que realmente más admiro, así que besitos para todos.

Autobiografía autorizada de Joni b por Nomás Cómics.

¿Volverá a dibujar historietas?

Si me dan ganas, seguro que sí.

Mario Cárdenas
Mario Cárdenas
Estudió literatura en la Universidad del Quindío. Ha escrito en diferentes medios sobre cómic y literatura. En sus ratos libres se dedica a tomarle fotos a "Caldera" su Bull terrier.

Dejar un comentario

Por favor escribe tu comentario
Por favor ingrese su nombre aquí

Leer artículos similares...