Una y otra vez Laura Dean ha dejado a Frederica “Freddy” Riley, una y otra vez le termina y regresa. Las veces que le deja son muchas, incontables, con algunas variaciones, con cambios de estilo y tiempo, pero con el mismo final. Laura deja a Freddy, le termina, vuelve a regresar y la vuelve a dejar: un 4 de julio, en el inicio de unas vacaciones y Freddy vuelve con ella, regresa, sigue ahí, atrapada en ese relato que retorna e inicia una nueva vez y del cual no sale, no puede salir, no sabe cómo salir. Este podría ser un primer resumen del cómic Laura Dean termina conmigo (Océano Historias gráficas, 2020) de la escritora Mariko Tamaki Skim (2008), Aquel Verano (2014) y la dibujante Rosemary Valero-O’Connell. Otra descripción rápida sería la de una historia de amor, o lo que creemos es una historia de amor: un laberinto, una forma de estar atrapados y consumidos. En otra posible definición, podríamos añadirle un subtítulo al libro, y clasificarlo -con una frase hecha- que abunda por estos días, ya que lo que pasa entre de Freddy y Laura Dean es la muestra “exacta” de una relación tóxica, pero eso sería estrechar demasiado el relato y quitarle espacio a este libro que es mucho más que una breve descripción pasajera sobre las relaciones contaminadas -como si existieran relaciones libres de residuos-.

Es fácil resumir el libro bajo esas condiciones, eso, desde luego, es lo que se ve a lo lejos, pero de cerca, en medio de las secuencias ligeras y esa apariencia dócil que le dan sus decorados, este cómic es un artefacto complejo que desliza muchas líneas que son todavía imperceptibles en una sociedad con muchos temas por resolver; como el derecho al aborto, libre y seguro -para que las mujeres puedan decidir qué hacer con sus cuerpos-.

Laura Dean me ha vuelto a dejar fue uno de los libros más galardonados en los premios norteamericanos del 2019, ganando tres Premios Ignatz: Mejor Artista, Mejor Historia, Mejor Novela gráfica y un Premio Harvey como mejor cómic juvenil. ¿Qué hace tan especial este libro para lograr tantos reconocimientos? ¿Qué nos cuenta y de qué forma lo hace? Las respuestas están diseminadas con sutileza y con pocos subrayados en las páginas, porque la relación entre Laura y Freddy es una disculpa para poner en escena mucho más.
Pasando por encima de una simple convención, este es un cómic que se ajusta a cualquier lugar común en las relaciones de personas del mismo sexo, pero es más que esa etiqueta. No es solo eso, y además escapa del romanticismo inocente e idílico que dibuja en ocasiones Tilie Walden. Al contrario, la dirección del libro de Tamaki y Valero-O’Connell es más vivaz, con zonas grises, agujeros y manchas, porque está narrado sin miedo a expresar las grietas y los temores que la adicción al amor contrae, de sus cambios y transformaciones, y la locura y las ideas maleables que tenemos de éste, así sea un amor en apariencia flexible y múltiple, porque el amor al final y más allá de los géneros implicados, es un acto humano, una creación nuestra, indomable, sin una forma, y un método exacto de hacerse, y de ser.

Tal vez en una respuesta a las tantas preguntas que se hace Freddy, una de ellas: ¿Quizás hay más de una manera de estar con alguien? Se hila en secreto la historia, porque mientras se lee todo el tiempo el lado de Freddy, incluso sus conversaciones con una columnista en línea (Anna) de relaciones amorosas con la que trata de entender lo que sucede, nunca leemos el lado de Laura, la otra parte, y sus opiniones sobre el amor, sus maneras de estar con alguien. Eso queda vedado y reservado. Y aunque Laura sea el centro del relato, pues en ella gira todo, y ella decide las pautas; lo que se hace y se deja, su versión del amor nunca se escucha, nunca se lee. ¿Qué pensará Laura del amor? ¿Por qué será que Laura deja una y otra vez a Freddy? Las respuestas detectables son su vida poliamorosa, amparadas en su engreimiento y el poder de hacer lo que quiera por su atractivo y popularidad.

El encaje narrativo de la historia se adhiere a las formas gráficas que propone Valero-O’Connell, que son de una engañosa limpieza y una atractiva armonía, con la repetición de líneas sinuosas y los colores empleados, que son pocos, pero efectivos. Todo parece hermoso entre el blanco, el negro, y el rosa pastel. Todo parece atractivo y nada resulta dañino -en apariencia- en unas páginas que tienen la estructura y la composición del manga shöjo, y del famoso Mi experiencia lesbiana con la soledad (Fandogamia, 2016) de Kabi Nagata. Con esas sensaciones estéticas está dibujado este universo queer, no binario, donde las relaciones LGTBIQ+ son libres, flotan, se dan sin reparo, sin juicios en el camino, y son la norma. En ese espacio los riesgos son otros, las siempre frágiles relaciones humanas y las dificultades a las que no se puede escapar.

Pero no solo es el amor o el final de un amor lo que atraviesa esta historia. Cuando la cuerda entre Laura y Freddy parece no dar más, cuando parece que todo terminará y es definitivo que dejará a Laura, un hecho a contracara sucede, algo que no está como una decoración; su amiga Doodle la necesita, necesita de su compañía, de su cuidado, de su cuerpo, de su confianza y sus palabras -porque en este mundo la amistad se impone al amor, porque la amistad como dejó escrito George Steiner en su entrevista póstuma con Nuccio Ordine “Quizá la amistad sea más valiosa que el amor». Así Freddy renuncia a estar en la fiesta de cumpleaños de Laura, tomando una decisión radical porque su tiempo y compañía es ahora para su amiga que ha ido a abortar, y a pesar de que el papá de su amiga la apoya y la acompaña, y a pesar de que el procedimiento no es clandestino, el cuerpo de Doodle necesitará reposo, necesitará descansar y sobreponerse al dolor y a las pérdidas. Es por esto que la amistad se impone. Así concluye este libro, con Freddy, Doodle, Eric y Buddy restaurándose, siguiendo un nuevo camino, disfrutando de su versión de la vida. Señalando de paso, que el amor tiene estas y otras formas, así como ellas y como los peluches que transforman con partes de otros. Porque el amor y la amistad son estados fluidos, y ambos cambian y mutan de un momento a otro.
Laura Dean termina conmigo
Océano Historias gráficas
Mariko Tamaki Rosemary Valero-O’Connell
304 Páginas
2020