Para algunas niñas, crecer es abrirse campo en un mundo que solo puede explicarse bajo la lógica de lo retorcido. Vida de una niña, la antología de la historietista Phoebe Gloeckner, es una ventana del mundo desde la cual la violencia se mezcla con el amor y se ven indivisibles. Un tono narrativo ingenuo en las primeras historias hace pensar que se trata de un libro para niños, luego, esta idea rápidamente se diluye mientras se pasan las páginas, se hace nítida y honesta la brutalidad de las historias.
Vida de una niña recoge casi todo el trabajo de Gloeckner como historietista. Publicado por primera vez en 1998, contiene 21 historias cortas. La mayoría suceden en el universo de Minnie Goetze, un personaje adorable que -puede decirse- es una especie de ejercicio de desdoblamiento de la autora, quizá para poder contar su historia desde una posición que le favoreciera observarla, como cuando un pintor se aleja de su cuadro. Sin embargo, la misma autora ha hecho énfasis en dejar claro que se trata de un personaje ficcional. En este sentido, la similitud y la presencia de hechos comunes en los cómics y en la vida de Phoebe, crean un aura de oscilación en el que surge la pregunta sobre cuál es en realidad el contenido biográfico de lo retratado, qué hechos fueron reales. Quizá lo más sensato es seguir la guía de la autora que, parafraseando, opina que la memoria y los recuerdos se transforman. El arte termina por encubrir la realidad con una poética que hace que todo sea posible y que ciertas preguntas pierdan intensidad.
En el fondo, este cómic es como prender un foco para alumbrar esas situaciones paradigmáticas y abusivas que suceden en un mundo artificiado y matizado por la publicidad, el éxito laboral, la supremacía de la academia, la religión escatológica. Aunque la moral no puede disgregarse por completo de cualquier punto de vista, hay obras como esta que se acercan mucho más a una mirada neutra, que simplemente menciona aquello que sucede a los ojos de todos y nadie quiere notar.
Ante una autora con tanto reconocimiento es difícil generar una postura. Existen muchas entrevistas, artículos, reseñas y demás archivos disponibles internet sobre Gloeckner. Además de la controversia que su obra desata por sí misma (Vida de una niña y Diario de un adolescente casi fueron censuradas en Inglaterra y Francia y catalogadas como pornográficas), varias opiniones de Gloeckner complementan esta contrariedad, ha manifestado que su obra no es autobiográfica ni representa una terapia para ella, que no se siente especialmente traumatizada por los hechos que sucedieron en su vida y que no pertenece a la escena del cómic underground a pesar de su cercanía con Aline Kominsky-Crumb, Robert Crumb y otros artistas de este movimiento.
La antología está dividida en 5 partes: Vida de una niña, Otras historias infantiles, Historias adolescentes, Historias adultas, Pinturas, dibujos y grabados. Las tres primeras partes del libro están dedicadas a Minnie Goetze, en algunos momentos parece una versión contemporánea de Alicia en el país de las maravillas que transcurre entre las fantasías y la realidad de una niña atípica, decisiva, que –como Alicia— no esperan a que alguien más responda sus propias preguntas. Las historias se desarrollan entre los 8 años hasta la adolescencia y vida adulta de Minnie y suceden entre su casa familiar, un ambiente donde su madre está supedita a la opinión de sus novios, la escuela cuaquera (a la que también asistió la autora), los amigos, la calle Polk de San Francisco, los cómics, el sexo y las drogas, y finalmente el hastío. Las dos últimas partes son una recopilación de historias de temáticas parecidas en las que aparecen otros personajes diferentes, que ya no suceden dentro del universo de Minnie. Estas historias revelan también esa otra cara detrás del supuesto éxito de los reconocidos académicos, las familias normales y funcionales, los trabajadores comunes, y también incluyen otros dibujos de ilustración y trabajo artístico de la autora.
El dibujo de Gloeckner hace uso de muchas de las posibilidades narrativas del cómic y del lenguaje gráfico y esto en gran parte es lo que hace uno disfrute cada una de sus páginas, sus detalles, y quiera repasarlas varias veces. Una de estas posibilidades es la corporalidad expresiva y voluminosa de los personajes, es fácil notar que muchas veces los personajes ocupan más de la mitad del espacio de la viñeta o de la página, dando una sensación de que son personajes fuertes, grotescos y potentes. Gloeckner trabajó prolíficamente como ilustradora médica desde 1988, y su entrenamiento es evidente en sus pinturas y arte de cómics, que son muy detallados y a menudo presentan de manera prominente el cuerpo humano. Su primer trabajo destacado en la publicación de ficción, una serie de ilustraciones para la edición RE / Search de la novela The Atrocity Exhibition de JG Ballard , utilizó imágenes clínicas de anatomía interna, sexo y trauma físico en combinaciones ambiguas y sugerentes.
Esta voluptuosidad también crea esa aura de hastío que en un punto provoca el libro, donde entiendes que estás en el fondo de la realidad humana soterrada bajo una falsa perfección de estética publicitaria, y que hacia abajo no hay más, no hay nada más grotesco, y mejor opción más que negarla es contemplar ese desorden infernal y bruguelesco. Se puede intentar disimular la violencia pero al final siempre va a estar ahí a la vista, en la mesa de la cocina como una especia para condimentar o en las estanterías del supermercado. Al leer esta obra consentimos en un morbo del que no podemos dejar de participar.
Una de las maneras en las que se evidencia el talento de Gloeckner es a través de los cambios que se generan en los personajes, aunque no cambien del todo los rasgos físicos, gestos muy sutiles como la actitud, las posturas, forma de vestir reflejan una re-caracterización de los personajes y transformación a través de la edad.
Al mismo tiempo, el universo dentro de las historietas de Gloeckner es un universo lleno de detalles que le dan sentido y realismo al mundo de Minnie y todos los personajes. Aparecen citas de canciones, un afiche de The Doors, inscripciones de consignas hippies (en los botones que usan la cuadrilla de niñas del colegio cuáquero), marcas de productos, nombres de libros como Lolita de Nabokov, nombres en los camiones como «camión lleno de dulces» y Almejas Corey, la inscripción Silencio = Muerte (del movimiento de la lucha contra el SIDA).
El tamaño de proporciones es otro recurso narrativo de Gloeckner. Utiliza el cambio de escalas y tamaños irreales para resaltar personajes, como si uno tuviera más presencia que otro, más poder de acción; o para acentuar reacciones y diálogos de ciertos personajes.
A pesar de que Gloeckner no se siente parte del underground –en muchas entrevistas ha comentado que pertenecían a una generación anterior y los asociaba a su madre ya que ella alguna vez le presentó a Robert Crumb a través de otro historietista con quien tenía un romance— su estilo de dibujo sí está muy influenciado por dicho movimiento, y sobre todo por Aline Kominsky-Crumb por quien sentía mucha admiración y la alentó a seguir dibujando cómics después de que Phoebe le envió una carta. El alto contraste blanco y negro, el uso de tramas para dar sombras, la cantidad de detalles y figuración, los temas de las historias y el punto de vista desligado de una mirada moralista, son elementos comunes entre el cómic de esta pareja de historietista y Gloeckner.
Más allá de la tragedia, es realismo. Phoebe se ha interesado en que su historia personal y su obra en el cómic no sean recordadas por el hecho más escandaloso: haber perdido su virginidad con el novio de su madre. Para ella es más importante ilustrar todo el entramado de comportamientos y relaciones sociales que encubren y alientan este tipo de hechos. En el prólogo de este libro Robert Crumb nombra a la historieta Cosas divertidas qué hacer con niñas pequeñas (pág. 68) como una obra de arte –la autora por primera vez en todo el libro menciona explícitamente que tuvo relaciones sexuales con el novio de su madre y sólo aparece una viñeta—, pero lo más interesante es cómo a través de una narrativa que permite insertar el pasado en el presente y un juego irónico sobre el final de esta historieta, Phoebe muestra cómo toda su escena familiar daba pie para este abuso sexual y también además hace una referencia, casi como un hipervínculo, a otros problemas presentes en otras familias.
Ecléctico, excesivo, hostigante y liberador. Esa es la sensación que queda después de leer Vida de una niña de Phoebe Gloeckner. La lectura de este cómic está atravesada por el erotismo, la sexualidad, el placer, el abuso y el amor, una pócima ácida para la vida social y psicológica. Gloeckner ha mencionado su sorpresa ante la censura y lo fácil que es catalogar todas las representaciones de la sexualidad femenina como pornográficas. Por eso, esta reseña ha enfatizado más en las niñas, porque todos los cuestionamientos que se plantean en esta obra se hacen indudablemente desde una mirada femenina.
Al final, lo bonito y poético de esta obra, y que coincide con el prólogo de R. Crumb, es que no intenta arreglar nada, y aunque a veces su lenguaje se asemeja a las estructuras de las fábulas, no hay una moraleja, un aprendizaje, ni siquiera es ese tipo de libro que las profesoras van a poner a leer a sus estudiantes adolescentes con el mensaje de «mira lo que podría sucederte si…». Es el tipo de libro que quisieras haber leído en tu adolescencia, sobre todo si eres mujer, aunque probablemente lo hubieras hecho a escondidas porque nadie quiere ver con tanta luz ese pedacito verídico de lo retorcido del mundo.
Gracias por el artículo, me encanta Phoebe, pero ha sido imposible encontrar «Vida de una niña», ¿sabes dónde lo puedo encontrar?