Ce Larrea, conocida en Ecuador como Casi Mira, elige retratar el camino de Josefina Tunki. Siendo la primera lideresa mujer en la historia de la federación Shuar Arutam, Tunki es símbolo de lucha contra la minería extractivista. En «Josefina y la lucha de los pueblos Shuar Arutam» se expresa la pelea de su pueblo y la cosmovisión desde la que se comprende.
«Los pueblos bajaron a la capital, marcharon para que el gobierno pare con la minería», cuenta un taxista que me lleva desde el casco histórico de Quito hasta el parque La Carolina de esa misma ciudad. «Los medios de comunicación solo se ocuparon de los incendios, culparon y condenaron a los líderes, pero nadie dijo nada cuando se comprobó que no habían sido ellos los que generaron los incidentes», agrega.
En Ecuador, como en el resto de América Latina, los movimientos indígenas y ambientalistas son representados como incitadores y vándalos. La imagen monstruosa es construida por medios masivos e intereses empresariales. Desde 2018, Amnistía Internacional acompaña el movimiento indígena denunciando dos fenómenos interconectados: la destrucción progresiva de la Amazonía como efecto de la mega minería y la persecución, tortura y muerte de les líderes, activistas y pobladores que combaten su avance.
Mientras la pandemia por COVID-19 avanzaba a pasos agigantados por todo el planeta, Cecilia Larrea, junto con una colaboradora, ganó un fondo del Goethe Institute Indonesien, dentro del proyecto Movements and Moments. El proyecto creó una compilación global de historias de lucha centradas en mujeres con una potencia narrativa e informativa atrapante, donde la artista decidió contar la historia de Mama Dulu. Con esa experiencia detrás, llegó la posibilidad de participar en el número #15 de Cypher Comics. Larrea trabajó con la historia de Josefina Tunki, primera mujer en la historia en liderar al pueblo Shuar Arutam, durante las movilizaciones a la capital de los últimos años.
El pueblo Shuar Arutam es una de las más antiguas y exitosas federaciones étnicas en Latinoamérica. Gracias al trabajo de sus líderes y lideresas, han conseguido mantener fuertes lazos de comunidad basado en la resistencia a la pérdida de identidad y autonomía frente a los gobiernos nacionales. Ocupan un territorio de más de 230 mil hectáreas al sur amazónico ecuatoriano. De ese espacio, el 60% se encuentra hoy amenazado por el extractivismo minero y la connivencia gubernamental.
En «Josefina y la lucha del Pueblo Shuar Arutam», Ce Larrea se inclina por una narrativa híbrida. Es etnografía, es historieta, es texto de denuncia. Partiendo de la cosmovisión shuar, explica y describe la problemática ambiental que sufre el Ecuador. Una paleta cromática infinita para representar la biodiversidad amazónica amenazada por el humo negro de las máquinas y el amarillo de las excavadoras. Un dorado luminoso se eleva a las espaldas de quienes marchan: son los dioses y las diosas que dan la fuerza para la lucha.
Ajena a una visión exotista sobre las demandas de los pueblos, sin caer en una construcción de indígenas aferrades al estado de naturaleza, la autora logra una representación compleja y presente de su lucha. La planta Natem les muestra en visiones fantasmagóricas las múltiples aristas desde las cuales debe entenderse el conflicto. Les shuar arutam cooptades por las mineras y perseguidores de intereses económicos mezquinos. Les Shuar Arutam en situación de pobreza obligades a entregar sus tierras para asegurar el sustento ante un Estado ausente. Este mismo Estado más cercano al uso monopólico de la fuerza y alejado de su rol como garante de una vida digna. Mientras les deidades acompañan con los reclamos, las fuerzas de seguridad defienden los intereses extractivistas.
Larrea parte de una perspectiva interseccional desde la cual comprender la situación. Josefina Tunki y la lucha del pueblo que dirige se enmarca no solo en una problemática ambiental. Es, además, una lucha decolonial acerca de cómo entender el vínculo con el espacio y las especies que en él viven. Se suma a ello el hecho de ser mujer dentro de una sociedad patriarcal. Elementos interrelacionados que la artista explica y describe por separado, pero que deben comprenderse como un todo determinado por estas múltiples variables.
El proceso creativo se constituyó en sí mismo como un camino decolonial y colectivo. En él participaron la misma Josefina, Ale Yepez Jácome y otros miembros del Pueblo Shuar Arutam, manteniendo una estructura horizontal. En ese mismo sentido, la autora y Jácome buscaron evitar que la historia se fugue y solo llegue a publicarse en el exterior. Gracias a la autogestión y la búsqueda de fondos, lograron imprimir seiscientas unidades de cuya comercialización participó también la comunidad.
La lucha del pueblo Shuar Arutam, en la voz de Josefina y en el trazo de Cecilia, nos incluye. Nos agrega en un reclamo que, de ninguna manera, busca sólo resolver el conflicto y las necesidades de su comunidad. Atraviesa identidades étnicas para posicionarse por encima de ellas. El agua se contamina, los ríos se manchan de podredumbre, el alimento escasea, las armas reglamentarias disparan contra les que quieren un mundo en el que poder vivir.