miércoles, noviembre 6, 2024

«Con la intuición descubrimos un camino editorial en el que había mucho por hacer en Colombia»: Juan Pablo Fajardo

Después de hacer una búsqueda más o menos exhaustiva de La Silueta, y revisar en la historia aportes de las editoriales independientes en materia de cómic, y de narración gráfica y visual, era evidente que este proyecto editorial no podía quedarse por fuera de nuestras entrevistas que apuestan por enriquecer el Informe crítico sobre las publicaciones impresas y digitales de historietas en Colombia, en la década del 2010 al 2020, ganador de uno de los estímulos del Ministerio de Cultura.

Conversé con Juan Pablo Fajardo uno de los creadores de La Silueta, editorial en la que encuentro una apuesta disruptiva si se puede decir, de vanguardia y resistencia, como el mismo Juan Pablo lo afirma entre risas y confesiones, y que yo, pude entender y ratificar aún más cuando finalicé la entrevista y meses después transcribiendo conmovida  por una apuesta tan bella y honesta, pues realmente me conmocionó mucho escribir esta entrevista, porque siento que es necesario ese reconocernos en resistencia y construcción, pero también que es un momento muy sensible, de mucha fragilidad… «Transcribir en medio de la pandemia» seguir viviendo en medio de este ocaso de los tiempos, en este ojo del huracán, en fin. Sin más, aquí les dejo esta gratificante conversación, que espero también a ustedes pueda llegar a lo más profundo de la reflexión, emoción y aprendizajes, donde generosamente Juan Pablo nos revela una gran sorpresa que se lanzará este año 2022 para todos los amantes del cómic y de este tipo de publicaciones tan cuidadas y únicas.  

¿Cómo nace la editorial y qué impacto tuvo comenzar con autoras que luego serían de las historietistas más reconocidas en Colombia y Latinoamérica como Power Paola

La editorial arranca oficialmente en 2007, con el primer libro que decidimos publicar con el otro socio de La Silueta, que se llama Andrés Fresneda. Este primer libro, que fue una publicación no tan experimental, es el de Usado, antes de eso habíamos hecho proyectos mucho más experimentales, que apuntaban a ser proyectos editoriales, pero más raros, utilizando sobrantes de papel o cosas raras, para encuadernados, sobre todo trabajamos con artistas, porque la formación de nosotros es en artes y para nosotros el libro es un lugar privilegiado para la comunicación visual en formato editorial, en la cual todo el proyecto es parte de un discurso, no solo lo que pueda estar escrito ahí, sino desde la materialidad. 

Nosotros llegamos a Paola, precisamente así. No recuerdo bien si con ella hicimos el libro en 2009 o 2010. Habría que revisar bien las fechas, el primer libro de Virus Tropical, un libro pequeño en cartulina negra. La historia es que originalmente, queríamos hacer era un libro de dibujo, no estábamos pensando en una novela gráfica, fue más por accidente. Estábamos haciendo una colección de libros con dibujantes y nos gustaba mucho la obra de Paola, como artista. Hay una cosa muy rara ahí, y es que Paola tiene un conflicto alrededor de eso. Un lado de ella más cercano a la ilustración, a veces se siente encasillada en ese mundo, no se acaba de sentir cómoda dentro de los historietistas, siempre se siente como «bicho raro», y con un pie a veces en el arte, si es que uno pudiera o debiera separar esos dos mundos. Paola también pinta, a veces ha hecho pintura casi que abstracta,  y otras manifestaciones que no son cómic, y nosotros llegamos por ahí, por ese intersticio entre esos dos mundos y por cosas del destino, el día que la conocimos, el día que ella fue a la oficina… yo no me acuerdo muy bien, «el mito medio fundacional», que es medio inventado (risas) es que a ella se le cayó un cuadernito, y en ese cuadernito estaban los primeros dibujos de Virus Tropical, y para nosotros fue una sorpresa muy grande, cambiamos de idea, y dijimos no, no vamos a hacer un libro de dibujo, con el diseño tradicional de un dibujo por página, (como más o menos luego hicimos con Por Dentro, uno o dos años después) y dijimos no, esto hay que publicarlo, se ve súper chévere. Paola tenía muy poquitas páginas en ese momento, pero ahí ya se veía que había una cosa muy interesante y algo que nosotros sentíamos que no se había publicado en Colombia, que iba con  nuestra idea de experimentar e innovar en los materiales. 

La ruta es muy interesante porque, llegamos desde el arte, desde la narración visual, pero nunca el interés fue: «vamos a especializarnos en novela gráfica» por eso el catálogo de La Silueta durante mucho tiempo, fue tan heterogéneo. Hay títulos de novela gráfica, de ilustración o de libro álbum, hay cosas experimentales ahí, y hay híbridos con otros medios, pero nunca fue una editorial de novela gráfica, o específicamente solo de novela gráfica.

De alguna manera, con la intuición descubrimos un camino en el que había mucho por hacer en Colombia. Todavía hay mucho por hacer, ya menos, son fenómenos culturales muy rápidos, porque pues no estamos hablando del siglo XX, sino que fue hace… puede ser diez años, pero el panorama editorial se ha transformado rápidamente, es decir hace 15 años no había nadie publicando novela gráfica en ese sentido, no quiero decir que fuimos los primeros ni los únicos, porque hay antecedentes grandes, está la revista ACME, bueno, había otra gente que estaba alrededor del mundo del cómic, pero yo creo que nosotros probablemente sí pudimos haber sido, a través de Paola y gracias a ella, pioneros en un tipo de novela gráfica distinta, experimental, más arriesgada desde mi punto de vista, con una narrativa más compleja, y ambiciosa, porque creo, no sé si históricamente me puedo equivocar, pero Virus Tropical, por toda la evolución que tuvo, probablemente si es de los proyectos más complejos en términos de novela gráfica en Colombia.

Primero por la extensión, es decir se convirtió en un libro, con más de ciento veinticinco o ciento cuarenta páginas, (esto en lo gráfico es muchísimo) segundo por toda la evolución que tuvo alrededor del medio, la carrera misma de Power Paola y la nuestra, que tiene mucho que agradecerle a la suerte de haber encontrado ese libro. Para nosotros fue muy importante, pues fue un éxito comercial, sin que nos hayamos vuelto millonarios (risas) ni vender diez mil millones de copias ( más risas), pero para la escala de la editorial, si fue un proyecto muy importante, pues se ha reeditado, no sé, probablemente unas cuatro veces, por eso digo desde siempre, que yo soy muy malo para los números, pero por ejemplo el hecho de que se haya convertido en una película animada, que hayamos sido invitados a la Berlinale con esa película, más los otros libros de Paola encadenados al Virus, porque a mí a veces me gusta pensar en términos de que es como una trilogía ¿no? Está Qp que es parte de eso, Todo va a estar bien, de alguna manera, son libros icónicos y evidentemente van a estar conectados, yo siempre me sueño esos tres libros en una cajita, lo que pasa es que nunca lo hemos querido hacer, porque no queremos caer en reeditar y reeditar lo mismo dándole otro empaque de manera más comercial, nunca hemos pensado en esos términos. El libro fue muy importante para Paola y creo que nosotros para ella, igualmente, porque fue la primera vez que  vio sus trabajos publicados, con tanto cuidado en la edición, con terminaciones de encuadernaciones distintas, papeles raros, tintas, ella siempre pensó en blanco y negro, creo que eso le dio una distinción especial, incluso hoy cuando uno habla con gente que ha publicado los libros de Paola en otros países, las ediciones colombianas son de coleccionista y eso es un motivo de orgullo para nosotros y creo que eso apoyó también la carrera de Power Paola, es algo donde los dos aprendimos, los dos ganamos y fue una suerte habernos encontrado en ese momento así, tan coyuntural. 

Hemos seguido publicando sus trabajos, lo último fue Tierra Larga en el 2019… y hoy aquí la primicia vamos a publicar su nuevo libro, de esto nadie sabe aún   ̶ ¿puedo incluirlo en la entrevista? ̶  (risas) creo que somos la editorial que más ha publicado libros de Power Paola. Hay algunos que ha publicado en otros países o con otras editoriales, no hay ningún tipo de exclusividad en eso, pero si uno mira el catálogo grande, puede ser que en un 70% haya sido primero con nosotros. Y algunos solamente con La Silueta

¿Cómo afectaron las modificaciones a la Ley del Libro la creación de la editorial?

Esa discusión fue muchos años después, incluso hicimos parte de las primeras reuniones, no sé, estaban Daniel Jiménez, Jhon Naranjo, nosotros dando esa pelea, aunque nunca nos metimos activamente porque, más allá del punto de vista institucional, si se consideraba libro o no, si era exento de IVA o no, para nosotros era claro que eso era un producto de altísima calidad, que podía competir, o por un lado con la Literatura «seria» con L mayúscula, o por otro lado ser un libro de arte, es decir para nosotros eso no fue un conflicto, nunca nos preguntamos  si era literatura o si era «libro en serio», «comiquitas», como decía una tía alguna vez, que le contábamos qué estábamos haciendo (risas) «ah es que ustedes publican comiquitas» (risas)

La editorial no solo ha publicado historieta, sino puede decirse libro-arte, libro de artista, libros de dibujo, entre otros ¿Cómo está vinculada la historieta con los otros tipos de publicaciones? 

En la medida en la que la novela gráfica o el cómic no era un interés en sí mismo para la editorial, sino parte de un conjunto más amplio de narración visual que podía ser a través de la fotografía, de la gráfica, de la investigación visual, o de la historia de arte en Colombia. Nunca fue un nicho en el que hubiéramos decidido investigar, ni pretender ser la editorial bandera del cómic colombiano, no se planteó en esos términos, pero sí más bien, tratamos de encontrar ángulos novedosos, interesantes y experimentales. Por eso publicamos con Typozon, digamos que él no aparece dentro del mundo de la novela gráfica, con él hicimos una especie de libro álbum, porque viene de otro mundo, de la tipografía, por ejemplo. 

Con Inu, qué es más conocido, elaboramos un par de proyectos, también hicimos Ciervos de bronce con Camilo Aguirre, que igualmente fue de sus primeras publicaciones, entonces siempre hubo esa apuesta por, experimentar, probar lenguajes, tipos de narración. Nunca pretendimos convertirnos en la editorial referente del cómic en Colombia o algo así, siempre fue una constante exploración, encontrando cosas y contactos, así un poco accidentales y algunas apuestas sí muy pensadas, pero dentro de un marco de un catálogo más amplio, porque también al ser una editorial pequeña tampoco podríamos hacer tantos libros como quisiéramos, el tamaño siempre fue una limitante.

Las portadas y los diseños en general de las publicaciones de La Silueta son particulares, cada publicación parece tener un estilo único en cuanto al uso de tintas, tipografías, tipos de papeles, formato de publicaciones ¿Podrías contarnos más acerca de los criterios para el diseño editorial?

La aproximación siempre fue, experimentar, en el sentido de que el soporte mismo ayudara al discurso, o no necesariamente, sino que lo enriqueciera. Por ejemplo, hay un libro que no cabría dentro del cómic, pero sí se podría denominar como narrativa visual, que también es muy icónico, Care libro, no tiene texto, es de Mateo Rivano, otro autor con el que hace mucho tiempo hacemos proyectos de gráfica experimental y está en el borde de ser un libro arte, o para niños, pero es objeto porque son una especie de máscaras.

Siempre estamos rondando esa idea del objeto y como puede problematizar el discurso mismo, enriquecer, hablar; sin que sea solamente, una foto, una ilustración, una historia, sino «eso como se cuenta», creo que tiene que ver con nuestra formación en artes y el venir de ese mundo donde el objeto es fundamental. Digamos entonces que la página no es solo la página, sino que ahí se representa una dimensión simple o plana de lo bidimensional, con muchas posibilidades; el color de la tinta, el papel, su grosor, si uno lo dobla, lo perfora, le pega hojas, cosas así… esa página puede hablar de otra forma. Entonces todo esto enriquece los libros, por ejemplo algunos tienen sobrecubiertas, afiches que se convertían en parte del libro, ese tipo de apuestas, se convirtió en un sello de La Silueta, y un poco la idea de no estar repitiendo los formatos, incluso la escala de los libros, las tintas, no hay dos piezas iguales, claro en términos comerciales puede ser un riesgo, porque se pierde a veces la identificación, menos recordación tal vez, pero sabemos que esa es la potencia precisamente de cada uno de los libros, porque nunca se acudió al modelo convencional del mismo tamaño o papel etc sino que cada libro es un reto.  

Entiendo que el tema de la reedición no es entonces algo fundamental para ustedes como editorial, sin embargo, tienen libros muy destacados, entre ellos El Mohán de Inu Waters, pero ya no circula ¿Qué piensan al respecto de las reediciones en estos casos por ejemplo?

Durante mucho tiempo como los fondos de la editorial eran pequeños, la apuesta, fue lo contrario a lo que hubiera podido haber hecho alguien con mentalidad negociante, y es que en vez de pensar que si un libro se acababa significaba que era una oportunidad de negocio, justo siempre pensamos que era más interesante sacar un libro distinto. Qué si había un libro que se vendía muy bien, permitía sacar y experimentar otros títulos que de repente fueran menos exitosos. Incluso hicimos una novela gráfica que le tengo mucho aprecio, con este autor se publicaron tres, pero él nunca aparece dentro del mundo de la novela gráfica, Carlos Alfonso, artista, él expone en galerías, hace pintura, hace otro tipo de cosas. 

A él llegamos a través de Power Paola. Fue una apuesta muy interesante porque era una persona que veía el mundo del cómic desde afuera, pero hacía cómic desde ese escenario como artista donde toma un medio y produce algo en ese lenguaje, pero no porque sea un dibujante de cómic. Por ejemplo, hizo libros muy raros, experimentales, tanto que hay uno que se llama Historias Ancestrales Abstractas, no hay diálogos, ni personajes, son solo dibujos, optamos por hacer cosas así en vez de reeditar, sin embargo, con Paola, el único que ha tenido realmente una vida de reedición es Virus, pues porque la gente lo pide y nos parece importante como apuesta, por Paola y por la editorial, pero de resto casi ningún libro, preferimos apostarle a otra cosa completamente distinta, con un espíritu más de creación en vez de negocios.

Aunque sé que esto comercialmente puede ser un error, y con la distancia ahora podría ver eso como una postura un poco, no sé si «arrogante», pero me parece muy bonito en el fondo, esa opción de vivir respetando lo que elegimos, con los costos digamos que puedan tener en términos comerciales, como apuesta general de la editorial, sigo creyendo en ella.

En Colombia existe una de las redes de bibliotecas públicas más grande a nivel nacional y en toda Latinoamérica, así como redes de bibliotecas privadas, esto ha permitido a las editoriales locales un nuevo campo de circulación ¿Cuál es la recepción de la editorial entre los libreros, lectores y las bibliotecas? 

Nosotros en la medida en que nunca hemos estado parados en el lugar editorial comercial, no hemos sido juiciosos con observar este tipo de apoyos. No solo en términos del ingreso, pues porque, buenísimo poder vender ejemplares a las bibliotecas, sino por la difusión a territorios, que de otra forma no podríamos llegar, y eso como editores es algo muy importante. Ahora, que las bibliotecas apoyen a la industria editorial independiente, qué bueno, que eso suceda y seguramente hemos sido beneficiados algunas veces por este tipo de compras.

Lo que pasa es que también desde hace mucho tiempo promovimos la creación de la distribuidora La Diligencia. Somos socios fundadores y de los primeros que tuvimos la idea de agruparnos. Inicialmente éramos ocho editoriales. Creería yo que, en estos momentos, es la distribuidora independiente más grande de Colombia, o lo fue en ese entonces, ya hay otras, pero fue importante aprender a delegar y construir, porque eso es otro campo de investigación y aunque un editor debería tenerlos todos en la cabeza, son problemas distintos; la distribución y la venta bien sea institucional o de otro tipo, eso es un negocio y hay que saber de él, saberlo manejar, y La Diligencia fue la solución para muchas editoriales en algún momento.

Desde que se creó la Diligencia, nosotros nos desentendemos de ese músculo comercial que igual es fundamental, en la medida en que somos socios estamos tranquilos, porque la persona que está ahí, trabaja en pro de todos, no solo de La Silueta, sino de todos los que hacen parte de La Diligencia, en un ejercicio que ha sido muy interesante como colectivo y que nos permite también estar en diálogo con las instituciones de otra forma, que cuando se hagan compras invitan a La Diligencia, que mueve un catálogo amplio de editoriales independientes y todo eso se va construyendo al tiempo, pues cuando hayan estas compras de Biblored, Biblioteca Nacional  o compras de Fundalectura o de ciertas bibliotecas, a todos nos sirve, creo que de alguna manera es un aporte del que no se habla mucho pero donde La Silueta cobra un papel fundamental, no como único, porque ahí está Laguna, está Luna, y otras que al comienzo  hicieron parte de esa movida, pero La Silueta también fue como un germen fundamental para hacer posible que esos libros circulen, no solo «sacar los libros» eso nos tomó mucho tiempo aprender.  

En relación al público en esa misma medida en que hay desorden un poco o muchos intereses al tiempo, nunca fue un objetivo, «trabajar para el rango entre 7 y 15 años y nos vamos especializar», jamás se pensó así. 

El público es un público que puede ser joven, o puede tener un interés y necesita cierta educación visual y eso podría hacer pensar que necesita tener un estrato específico o formación exacta para poder disfrutar los libros, pero no necesariamente. Sí son libros que requieren una sensibilidad y ya, eso es a lo que le apostamos, a gente que quiera dejarse sorprender independiente de su edad porque los libros de todas maneras en Colombia y aunque hicimos un esfuerzo siempre porque fueran económicos, pues de todas maneras hay mucha gente que no va a poder comprarlos, el libro sigue siendo un objeto relativamente excluyente, exclusivo ¿no? Pero si ha sido una apuesta que los libros no sean costosos. Como la preocupación por hacer algo muy sofisticado con elementos muy simples: el papel más económico que pudiéramos encontrar y pese a ello, hacer una pieza bella. Creo que esa fue constantemente una reflexión que estuvo alrededor, y en esa medida, el público es muy amplio, no especializado. Por ejemplo, los comiqueros dirán, «hicieron chévere lo de Power Paola», pero… ella nos decía, «los que son más línea dura y más tradicionalistas les parece horrible que nosotros usemos papel rosado y tinta morada», los más radicales piensan que el cómic tiene que ser tinta negra sobre papel blanco, entonces como que siempre estamos en un lugar raro, de no lugar. 

Entendiendo el papel que juega La Diligencia en la cadena de comercialización de varias editoriales independientes, pero a la hora de participar en eventos de circulación como ferias del libro o festivales, ¿cómo gana circulación y posicionamiento la editorial?

Nosotros fuimos también pioneros, (aunque va a sonar como ashh otra vez este señor con eso de que son pioneros)  (risas) pero sí lo fuimos por el momento en el que se dieron las cosas: la participación en las ferias del libro como editoriales independientes junto a Rey Naranjo, Luna, El Peregrino, tomamos esa apuesta de «bueno vamos a sacar un Stand» (que en ese momento valía un montón de plata,  así sea un cuchitril de 2×2) yo no recuerdo en qué año fue la primera participación que fuimos como en llave en dos o tres editores, en todo esto del «pabellón de independientes» o el «corredor de los independientes», pues arrancó ahí. 

La participación en la feria del libro fue un gran paso de visibilización, se abrieron caminos para esa movida de editorial independiente y nos pusimos al frente de todo ese ambiente, que afectó de forma muy positiva, en la posibilidad de vender nosotros mismos, directamente, ser visibles, porque tal vez habían otras antes que nosotros, pero no se llamaban así, eran más del mundo de las ciencias sociales, o de la literatura, ese adjetivo de «editorial independiente» se volvió super «play». 

Después de la feria en Bogotá, comenzaron a abrirse ferias regionales, y a los dos o tres años, pudimos participar en Medellín, en Cúcuta, en algunas ferias pequeñas, en Barranquilla, en Cali, lo que pasa es que todo eso es también un trabajo muy grande, desgastante y más para una editorial pequeña. Tal vez el último año que hubo feria del libro, La Silueta participó coordinado por La Diligencia y al agruparse, es cierto, se pierde la particularidad, porque durante mucho tiempo nuestro Stand fue incluso muy elaborado, era muy llamativo, había pocos Stands así con gráficas, pues Tragaluz, también fue pionero en eso. En la medida que La Diligencia creció, tomamos finalmente la decisión de participar colectivamente, y si, se pierde un poco esa identidad individual, pero también es interesante porque se abre el campo para otros. El Stand de La Diligencia, podía tener alrededor de unas 12 o 14 editoriales, incluso hasta un poco más. Entonces creo que ese movimiento colectivo es muy interesante. La Silueta sufrió otros procesos internos distintos, pero son procesos naturales, no sé si de madurez o inmadurez (risas). 

 

¿Cómo ha sido la experiencia de la editorial con el ambiente internacional? Entendiendo que ustedes tienen varias publicaciones de artistas e historietistas extranjeros.

También fuimos precursores en eso, (otra vez el viejito cansón) (risas) fuimos de las primeras editoriales invitadas a esos espacios, no miles de lados, participamos en ArteBa en Buenos aires, Tenderete en España, en Lima, muy ligadas todas a Ferias de Arte, en Bolonia. Fue muy interesante ver que lo que estábamos haciendo acá era vanguardia en otros países, o estaba muy en la punta… Con todo ese reconocimiento externo pudimos haber hecho otro tipo de cosas, pero nunca nos interesó, por ejemplo la venta de derechos, el caso nuevamente de Paola, Liniers de los primeros que también editó a Paola, ya tenía claro el mundo editorial y de alguna manera él si tomo esa posibilidad como un producto, para poder vender los derechos en otros países, mientras que La Silueta, no estaba interesada en eso y no era parte de su estrategia para «tomarse el mundo» nunca pensamos en vender derechos, solamente publicar aquí en Colombia, hasta un experimento que hicimos en Brasil y hasta ahora el actual proyecto latinoamericano, (del que ya voy a contar un poco más) y es parte de los aprendizajes y creo que también le da escuela a los editores jóvenes, dónde hay cosas interesantes que hacer, dónde hay que meterse, dónde no, y esa visibilidad internacional fue muy importante, muy gratificante y ayudó a muchos. 

¿Cómo se ha dado la evolución de la editorial? ¿Cuáles considera han sido sus mayores retos y logros? 

Hay una línea bastante juiciosa desde el 2007 hasta el 2018, con un número creciente de números publicados, no exponencialmente, precisamente por todas esas decisiones de las que hemos hablado hasta ahora: de no reedición, de experimentación siempre con el riesgo de hacer libros que fueran muy malos comercialmente, de pronto, pero muy interesantes de forma, la historia nos juzgará (risas) y en algún momento también existieron unas dificultades y es que en La Silueta siempre hubo una doble personalidad en el sentido en que siempre tuvo un Estudio de Diseño, porque prestaba servicios editoriales y hubo una parte grande que se dislocó en los intereses propios, en investigación sobre historia del diseño, historia del arte en Colombia, también trabajamos en algún momento, teniendo una imprenta propia para publicar cosas más raras, y no tener que mandar a hacer a terceros, de alguna manera los intereses se comenzaron a abrir, y el foco editorial, puede que no se haya perdido en términos de dejar de hacer, pero no era lo único que había que atender y eso siempre fue una dualidad, un problema. 

Yo me acuerdo mucho de Felipe González, de Laguna, él tiene una cosa parecida a nosotros, él comenzó como artista de formación, haciendo libros de arte, luego empezó a girar a la Literatura y en algún momento prestaba servicios, porque eso es una fuente normal de ingresos para una editorial pequeña, y Felipe tomó la decisión de no volver a hacerlo y dedicarse solamente a ser editor que fue una gran apuesta, muy riesgosa, pero interesante, que me parece que le ha funcionado bien, con sus costos. 

Mientras que La Silueta seguía haciendo muchas cosas, sin querer volverse una gran empresa, y quisimos tener una estructura más pequeña, manejable con la capacidad de cambiar y enfocarse en proyectos artísticos personales, lo que hace que uno a veces deje a otros de lado. Esto digamos a veces puede haber jugado una pasada junto a otras cosas, no necesariamente una mala pasada, pero hizo que la evolución de la editorial comenzáramos a alejarnos y que cada uno se enfocara en proyectos que le interesaban más en términos personales dejando La Silueta, un poco quieta. Eso es lo que sucede y lo que ha sucedido y cada quien armó su proyecto particular a partir del 2019. Cada uno está trabajando en sus proyectos… Y hasta este año (2021) tomamos la decisión de volver con La Silueta, digamos que fue una pausa de casi tres años. Y ahora es como un primer ejercicio de, bueno, podemos volver a editar algo en llave y nos parece chévere y lo queremos hacer, queremos probar algo distinto, por eso hablo de esta nueva lógica del gran lanzamiento latinoamericano del libro nuevo de Power Paola, es otro momento de la editorial, porque está en un punto raro, porque en la medida que cada uno de los socios tiene sus proyectos independientes, como proyecto conjunto ha perdido fuerza, no está produciendo tanto, ya tres años fácilmente, tomamos la decisión de dejarla quieta, no cerrarla, pero sí estuvo en el congelador, hasta este año, que decidimos retomar con Paola, por diferentes razones, entre ellas, porque ella ha sido tan leal con nosotros, que para ella es muy importante publicarlo aquí, y de alguna manera se juntaron esas preocupaciones de cada uno de los socios, y de repente sale este proyecto y es momento de probar otra escala, revisando qué cosas se pueden hacer de forma más profesional, sin querer hacer mucho en el sentido de «publicar trescientos libros este año o algo así». 

Vamos a apostarle a hacer una cosa muy bien hecha. El libro se llama Todas las bicicletas que tuve y un poco con esa idea de pensamiento colectivo similar al de La Diligencia, en términos colombianos, este precisamente mirar a Latinoamérica con pares, equivalentes o amigos, y vamos a publicar todos en conjunto ese libro y la idea es poderlo lanzar casi que al mismo tiempo en muchos países, es una cosa que solo la podría hacer una editorial muy grande como Random House, o alguna multinacional. Nosotros lo vamos a hacer desde una escala chiquita, pero lo vamos a hacer así, con un pequeño grupo de editoriales independientes y amigas en diferentes países, es un proceso muy bonito y siento que es una manera de recoger todo lo que hemos hecho, no botarlo en la caneca, sino ponerlo otra vez en un lugar privilegiado, con cariño, con las ganas de hacer un libro interesante con una persona que queremos mucho, una apuesta madura, «vamos a hacer una apuesta madura creo», (risas) haremos la venta de derechos que esta propuesta exige, la página en internet, estamos trabajando en un montón de cosas que, esperamos ser más activos en redes, probablemente, esperamos que sí funcione como lo estamos imaginando y se pueda convertir otra vez en un proyecto icónico por la manera en que se plantea. La idea es que, para marzo, pueda estar saliendo.  

Estaremos muy pendientes. Juan Pablo muchas gracias

*Esta entrevista hace parte del «Informe crítico sobre las publicaciones impresas y digitales de historietas en Colombia, en la década del 2010 al 2020». Proyecto ganador del Programa Nacional de Estímulos 2021 del Ministerio de Cultura de Colombia, en la línea «Fortalecimiento a la creación y circulación de contenidos de crítica cultural y creativa».

Sonia González Campos
Sonia González Campos
Promotora de lectura y dibujante garabatera. Le interesa el dibujo como un lenguaje expresivo, comunicativo, pedagógico y de experimentación. Ha colaborado con dibujos para el colectivo El son del Frailejón o el periódico comunitario El Callejero de Bogotá. Se considera ecléctica de nacimiento y en constante aprendizaje.

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