Esta parte me encanta es la segunda novela gráfica de la estadounidense Tillie Walden (1996). Vista en retrospectiva, en esta obra ya se intuyen la sensibilidad y destreza que llevarían a la autora a publicar, hasta la fecha, cinco libros de cómic y merecer en 2018 el Eisner al mejor trabajo basado en realidad.
Walden cuenta una historia sencilla y delicada, como un homenaje al amor adolescente con su sorpresa y temor: dos compañeras de colegio se atraen, empiezan a salir y lo que viene después. Aquí, como en la adolescencia, lo relevante son las emociones. Para plasmar todos sus matices la autora se vale de blanco, negro y morado en acuarela.
La historia, aunque bien podría estar contada de una forma lineal y literal, juega con la selección de momentos significativos que se entrelazan, la omisión se convierte así en la clave para tramar los hilos que Walden dispone. Asimismo, emplea viñetas grandes (una por página) donde focaliza a las protagonistas, Rae y Elizabeth, usualmente inmersas en edificios y paisajes, hecho que recuerda la composición de algunos cuadros pictóricos y libros ilustrados. Cada viñeta parece estar pensada como un cuadro que contrasta geografía y sentimientos. Lo que obliga al lector a detenerse en el cuadro a cuadro -viñeta a viñeta-.
Las conversaciones anodinas, la relación con la música, las primeras veces, los últimos mensajes y el silencio están presentes, y sin embargo, están dispuestos con la sutileza suficiente para que sea el lector, una vez más, quien llene los huecos. Todos estos elementos dan al cómic un tinte íntimo, de estar asistiendo, de nuevo, al primer amor. Tillie Walden es de esas autoras que sabe bien cuánto dar y cuándo callar para transmitir. Esta parte me encanta es un atisbo de aquella capacidad creadora, así como una premonición, un «cuando sea grande» que la autora ya parece cumplir.