Caminar por las calles de Ciudad de México es distinto, aún no sé a qué (porque preciso me figuró esta época de pandemia, pisar por primera vez suelo mexicano) es lo que dicen «distinto», «todo es distinto en la pandemia». Para mí, los lugares se tornan aún más parecidos en esta época de ciudades vacías, portones cerrados y rejas, sin embargo, y a pesar de lo distinto, allí estuve, en una pequeña «isla» que encontré en medio del silencio pandémico: RRD(Red de Reproducción y Distribución).
Fueron unas amigas las que me hablaron de este proyecto, ubicado en la calle Pedro Antonio de los Santos frente al número 80, en la Colonia San Miguel de Chapultepec. De lejos parece un puesto de revistas como cualquier otro, de los muchos que se pueden ver en la ciudad de México, porque aquí, los quioscos de revistas son igual de abundantes que los puestos ambulantes de tacos, e igual de vitales durante la pandemia, o eso me pareció.
De cerca ese quiosco azul celeste se encuentra tatuado de stikers y logos de un prócer con un parche pirata, arriba lleva las letras RRD. Me acerco y veo una serie de revistas que no parecen muy convencionales, donde encuentro varios cómics. Me dispongo a husmear, entre ellos, uno llama mi atención, tiene una portada con una parte que parece censurada en color negro y una escena de un clásico de los cómics de super héroes sobre el derribamiento de las torres gemelas: Human Torch, Towering Infernos!, con un pequeño subtítulo: “The World Trade Center Ablase! This is the Big One!» Y supongo que efectivamente ¡este si en uno grande! por la antigüedad de la escena de la Antorcha Humana en la portada con el World Street en llamas, resulta ser premonitoria. Así que sigo ojeando el cómic, todo este homenaje a la ley de Murphy expresada en la cultura de los cómics gringos, ese terrible miedo al derribamiento de las torres gemelas, toda una cultura del miedo a través de la historia de los cómics de los super héroes, compilado y publicado en 2019 por Sebastián Utzni, quien recogió estas escenas desde 1973 hasta 2001, (algo que luego averigüé). En las últimas páginas, también están los comentarios de los lectores a cada número planteando una patriótica inconformidad. Esto me pareció un gran hallazgo, en especial porque en esta época del fin del mundo no se encuentran muchas librerías abiertas y menos con publicaciones underground como me pareció en este quiosco azul.
En el quiosco, encontré, además la revista Anuario, entre el cómic y el fanzine, una propuesta del colectivo Fanzinombre. Y otra propuesta que reúne acciones colectivas de dibujo a varias manos, de temas como el género, la sexualidad, el cuerpo, entre otros; la propuesta editorial de Amigas intimas, un proyecto de libro de artista desde lo literario y lo visual, lo artístico, como parte de textos cuyas portadas son una apuesta visual muy interesante que abre la historia del carteo que hay dentro. Otro de los hallazgos fueron los libros de narración gráfica hechos desde la propuesta Vacaciones de trabajo, un seminario de creación de historias gráficas, que reúne a varios artistas para crear de forma individual una narrativa desde el dibujo, y discutir colectivamente en cuanto al proceso individual. También posters, pines, entre otros artículos de la cultura gráfica.
Es entonces que en medio de mi curiosidad y no sin poner en comparación el ambiente del libro y la narrativa gráfica y visual en Bogotá, esta isla de libros callejera me recordó los Paraderos para libros para parques (PPP) propuesta institucional de circulación de libros en Bogotá en los parques públicos, a modo de biblioteca, o los libreros de la séptima, que copian y venden de segunda mano. Pero la pequeña isla azul me pareció que representaba algo mucho más transgresor, así que me dispuse a continuar la conversación con Joel Castro Ramos, el artista quien me recibe y me cuenta de que se trata todo esto:
¿A qué tipo de publicaciones le apuntan ustedes?
El interés principal es el dibujo, pero le apuntamos a diferentes géneros, no sólo el cómic. Tratamos diferentes temas: desde temática queer, sexualidad, poesía, y eso lo vuelves un poco más accesible a la gente, donde, cosas de amigos, de contemporáneos que están trabajando lo mismo que nosotros, que necesitan un canal, para que eso fluya, entonces el canal es: nosotros y la calle. Lo ve alguien en la calle… una señora que por ejemplo digan: no mames ese libro ¿qué onda?, ¿cuánto? ¡Cien pesos, ah órale! Cien pesos cincuenta pesos. Eso es lo chido, creo que ahí es donde se hace una diferencia.
Nuestra línea es más de poesía, cómic, libros de arte, arquitectura, fanzine, más en la línea del arte. Cada quien tiene sus propios intereses y también decidimos qué publicar, es parte del proceso. A mí me interesa más el arte como tal, pero también te sirve, como la herramienta que te ayuda a circular la obra de los artistas, por eso decidimos comprar una Riso que te ayuda, pero tampoco somos una editorial, somos varias cosas, como proyecto de arte también tenemos esta herramienta que es la Riso y de repente hacemos chambas editoriales para otras personas e imprimimos también en sus proyectos.
¿Qué es RRD?
Somos una red de reproducción y distribución. Entre los márgenes de la piratería, es decir; encuentras un buen libro, difícil de conseguir y te permites reproducirlo, recircularlo, es un proceso que te puede permitir recircular la información y de ahí viene un poco la premisa de nuestra línea de investigación de trabajo: las copias, la piratería. Nuestro distintivo es Vicente Guerrero y nosotros, al ser piratas, le pusimos el parche.
¿Cómo nace este proyecto?
Hace más o menos 4 años, Bruno Ruiz había estado pensando en un espacio central de medios, que aglomerara videos, fanzines, publicaciones, libros, que reuniera todo esto, pero que también tuviera un sistema de reproducción, por eso somos red de reproducción y distribución. Precisamente por esto nos invitaron al salón Nacional de artistas en Colombia en el 2019, porque tenía que ver con zonas temporalmente autónomas, como que son espacios donde pueden suceder estas cosas, como islas. Y el espacio que tenemos en San Miguel de Chapultepec, es una especie de isla en medio de la ciudad, donde suceden este tipo de intercambios, donde el transeúnte, la gente que está pasando ahí… esos son nuestros públicos más frecuente. También que la San Miguel está ubicada en un espacio donde hay galerías, que están enfocados a esto, y el arte no solo está en galerías, así que aprovechamos el ambiente, desde la ubicación, del puesto en la calle.
¿Entonces eligieron este espacio para circular este material gráfico a la gente de la calle, al transeúnte? ¿Algo así como democratizar la circulación del arte?
El puesto lo compramos y encontramos por casualidad. Bruno encontró que se vendía este espacio, Nos llamó, se empezó a juntar entre amigos, con Nicolas Frank, que está en Londres y trabaja con nosotros, Michel Ponce… Alberto Vivar y Nico juntaron lana, nos costó como veinte mil pesos mexicanos. Del colectivo somos: Bruno Ruiz, Sergio Torres, María José Cruz, Alberto Vivar, Lorena Álvarez y yo.
Al comprarlo comenzamos a hacer parte del Sindicato de Vendedores de Revistas y Publicaciones atrasadas. Aquí en México los puestos de color azul son el distintivo del Sindicato y tienes que poner el color azul y la imagen de Vicente Guerrero, que es un prócer de la patria, una figura emblemática elegida como símbolo del sindicato para diferenciar nuestra línea de otros quioscos que venden revistas y material actualizado.
¿Es decir que hay todo un medio de distribución de revistas «atrasadas» o vencidas en Ciudad de México? ¿Cuál es la relación de estas revistas con la cultura gráfica?
El sindicato es una cosa increíble, somos como doscientos agremiados en toda la ciudad de México, se paga una cuota para pertenecer al sindicato. Es decir, este wey, don Primitivo, quien nos vendió el quiosco puso el anuncio y era como: Se vende, pero al adquirirlo tienes estos derechos; No puedes vender cigarros, no puedes vender otras cosas que no sean de la línea editorial, que sean revistas atrasadas y ya. Eso es lo que nos distingue, nosotros no somos como otros tipos de quioscos, hay varios tipos acá en México, hay weyes que venden revistas del día y periódicos, nosotros no somos de esos. Esa es la condición, vender revistas atrasadas. Es raro, pero nos beneficia para circular revistas de arte, de cultura, dibujo, cómics etc; nos sirve a nosotros para camuflarnos y vender otro tipo de publicaciones en la calle de Ciudad de México.
¿Cómo le aporta esta propuesta de ustedes al tema de la cultura gráfica en México?
Pues cuando lo tienes en el espacio público, esa es la premisa, funciona con el transeúnte. La gente se acerca a ver qué onda, porque saben que no vendemos cosas como TV notas, que es una revista de chismes de por acá, entonces la gente dice «estos weyes no venden tv notas, venden cosas más locas» y eso como que propicia un diálogo distinto, de todo tipo, desde niños, vecinos, que saben que ahí pasan cosas medio raras… luego un wey se disfraza o luego pasan cosas medio raras, sabes, como dislocar un poco la realidad de ese espacio, pero creo que el transeúnte es el target, es la persona que más me interesa, el que no tiene tantos conocimientos especializados de arte y todo en general, pero esa persona es la más interesante para mí, como una persona que tiene su trabajo y pasa por ahí y… «ah que pedo, el puesto de revistas» eso es lo más chido.
¿Le apuntan específicamente al público no especializado?
Hum.. se da porque es el que está ahí en el espacio público, no apuntamos necesariamente, pero si es muy importante el transeúnte, el pedestre que va ahí, eso está chido, porque también al compartir, al explicar esas cosas como que vas entendiendo tú mismo lo que haces y cómo afectas a los otros, eso está chido, me parece importante; y con los vecinos, con los compañeros que venden ahí, como que se va creando una red.
¿Cómo se da la relación de red con esos otros proyectos alternativos, como se dan esos lazos?
Acá yo estuve en otro proceso que se llama el Cráter Invertido (deberías investigarla) Hubo un boom de Risos (duplicadora). De repente en el año dos mil, había tres y ahorita todo el mundo tiene una Riso, pero mucha gente se unió a eso, «lo editorial» era tener una Riso, lo que más jalaba era para hacer libros, porque podías hacer cuatricromías, podías tener una máquina digital… y la Universidad de Morelia tiene una, El Cráter, Macollen, la Universidad de Zacatecas también. Empezaron a ver que por medio de estas máquinas, de tener estas máquinas, que son japonesas, de estas fotocopiadoras, son duplicadoras, en realidad lo que haces es crear un master y ese master lo duplicas la cantidad de veces que quieras, lo escaneas. Hay gente que tiene interfaz en la compu, entonces de la compu mandas tu imagen y ya, sale el master y pones trescientas, y en cinco, diez minutos está.
Nosotros apuntamos también al mimeógrafo que fue lo que llevamos al salón Nacional, que es el abuelito de la Riso. El mimeógrafo es una caja con una tela de organza, lo que haces tú es que, hay unos esténciles especiales, que ya no se hacen, que haz de cuenta el esténcil, lo pones en la caja de esta forma… es peculiar porque haz de cuenta que lo que vas a hacer en tu hoja que es el esténcil, vas a raspar un poquito y eso al contacto con la tela, es manual, lo copia. Nosotros apuntamos luego a las copias, a los procesos más manuales de impresión, es decir, muchas cosas las hacemos a mano, y eso también está super chido, nosotros trabajamos así, porque por ejemplo yo no soy tan bueno en la compu, entonces yo todo lo hago a mano, combinamos entre la serigrafía, la Riso y medio las copias, así trabajamos nosotros el colectivo.
Los colectivos a veces vienen a nosotros y nos piden distribución, es decir, mucha gente viene a nosotros y nos dicen: wey te dejo 25 copias de esto, te lo dejo a concesión y me regresas mi lana, y son desde conocidos, gente que conoce el proyecto por internet, Instagram etc. Ahorita por ejemplo Macollen, tenía su Riso ahí cerca de nosotros, cerca del puestito, y creo que, por la crisis, decidieron finalizar el proyecto, que creo que se ha llevado varios… pero aquí Risos, si hay, hay bastantes, colectivos que tienen las Risos y las trabajan y publican para otras personas, etc. Uno de los proyectos más importantes acá de Risos, es El Hijo del Ahuizote, que es el proyecto del nieto del Anarquista Diego Flores Magón, los Flores Magón tuvieron una editorial, que crearon un diario disidente, que, pues eran anarquistas básicamente, imprimían panfletos, etc. Y hubo uno muy importante que era La constitución a muerto, era banda, que estaba en otro pedo. Eso es de una tradición que viene desde el siglo XIX.
¿Cómo se relaciona RRD con lenguajes como el cómic y otros lenguajes gráficos? ¿Cómo aporta esto a la cultura gráfica en México?
En la distribución y la creación, pues hay un antecedente cabrón del cómic en México, que es Los Agachados de Eduardo del Rio (Rius), de ahí viene todo eso, de Los Agachados, los Pata Rajada, es decir, hay un antecedente grande del cómic, la historieta mexicana, que al final son los referentes que nosotros tomamos. Es decir, es muy interesante cómo nosotros lo hemos abordado y cómo lo hemos apropiado. Porque al final es un antecedente, porque son weys que hacían todo a mano. Las DuDa (Revistas clásicas de cómics en México publicada en los años setenta) todo se hacían a mano, porque antes no había Riso, las Riso es algo más reciente, todo se hacía en off set y circulaban mensual o semanalmente, era increíble.
Sí, estuve mirando y por ejemplo ustedes tuvieron uno de los grandes editores y adaptadores de comics Franco belgas: Grijalbo, que fue un exiliado español radicado en México y cuyos intereses ideológicos permitieron que a través de su editorial Grijalbo se apoyara la difusión de pensamiento crítico, filosófico, social.
En esta editorial hay bastante de la historia del cómic y la caricatura mexicana, pues luego Grijalbo también se ocupó de publicar no solo las adaptaciones de Asterix o Blueberry, sino antologías completas de diversos caricaturistas locales, así como por ejemplo en otra grande editorial mexicana Almadía, está compilada la obra de Rius y Ericka Martínez, entre otros.
Por otro lado estas revistas DuDa, de las que me hablas, que son parte de editoriales más independientes, pero también propias mexicanas como Posada, que en los años setentas- ochentas producían material local semanal de forma continua en cómic tanto de ficción, de divulgación científica, de temas muy ligados a una especie de esotérica o sobrenatural, así como otras revistas de cómic de crítica social e historia no oficial y diversos temas de resistencia, había como tal desde esa época, una cultura de la narración gráfica disidente, en especial desde el cómic local mexicano, pues las ideas y los dibujantes eran locales y sus intereses iban por la difusión de temas propios de la cultura e ideología mexicana y de resistencia, esto me parece bastante interesante porque en nuestro caso (colombiano) son nulos los referentes de cómic seriado editorial o independiente que tuvieran una incidencia masiva como estas propuestas editoriales mexicanas, tanto las editoriales formales como las independientes, que igual tenían gran circulación y tiraje.
Actualmente ¿qué nos podrías decir del cómic local o del que ustedes circulan en el quiosco?
En cuanto a cómic, me parece que de los proyectos más afortunados que distribuimos, es Vacaciones de trabajo, que es donde sale Érase una vez el Nif (libro que creé allí). Es una colección resultado del trabajo de 15 artistas, que fuimos invitados a hacer libros de dibujo y había gente de todo, gente muy clavada al cómic, que le gustaban los cómics y la narrativa gráfica y gente como yo, que, me considero dibujante, pero al final tampoco es lo único que hago. Me interesa mucho, pero creo que esta serie y estas personas. Andrés Villalobos, en específico, quien dirige el proyecto, invitan artistas a que profundicen en el dibujo y el cómic a través de un proceso de creación individual. Son proyectos de largo aliento, nos llevó hacerlo un año cuando él nos invitó. Esto te permite conocer otras personas, saber cómo son sus procesos, como dibujan, como entintan… nosotros nos reuníamos, éramos como diez artistas y alguien presentaba, presentaban tres personas y debatían, debatíamos, era todo el día estar hablando de dibujo y eso era bastante chido. Ese referente es muy puntual. Vacaciones de Trabajo de Andrés Villalobos y como editorial El Cráter invertido, que también es una editorial independiente, que sentó varios precedentes en cuanto a colectivos acá en México y pues fui afortunado de conocerlos y vivirlos.
Acá como antes de la pandemia, había ferias que se dedicaban a difundir, novela gráfica, cómic, libros de artista, libros de dibujo, pero ahorita se paró todo. Ha estado muy duro para todos, para nosotros también. Nosotros hemos estado ahí sobreviviendo, invitamos personas específicas porque con la pandemia ya no hay un flujo continuo de gente.
¿Por qué consideras que es tan fuerte el tema del lenguaje gráfico en México?
Porque acá todo lo dibujamos y todo lo ponemos chido. Hay muchas cosas que son bien interesantes de la calle. La gente escribe de todo, muchos de los letreros son hechos a mano, yo creo que esa tradición viene de… como que acá nos gusta dibujar y escribir todo. No en el sentido profesional, creo que la gente tiene eso como para «llamar la atención» porque acá se habla mucho de eso, como «llamar la atención» como «En ese negocio venden jícamas, o venden piñas…» y el dibujo es como que te lleva a eso. Acá se dibuja mucho, se ponen monitos con caritas, siempre hay de todo, como monitos, con caritas, acá la gente dice: hazme un mono, siempre hay como una mejicacanización de eso, lo llevan a unos niveles, que… es ver como se lleva el dibujo a otros niveles en la calle. Ves frutería y las frutas tienen unas caritas y unas patitas. Siempre hay esta idea de «llamar la atención» a través de lo visual en la calle, todo está en la calle.
¿Por qué apostarle a la autogestión, a lo independiente?
Por amor al arte, amor al proyecto, en sí nadie nos obliga como tal. Aquí podemos diversificar contenidos que no vas a conseguir en otro lugar, en una librería oficial, por ejemplo. Más accesible wey, de repente puede ser un poster que no es costoso, es una información accesible para todos, divertido, que no es un libro solamente. Más que todo como el nombre lo dice, para crear una red, es más que todo por eso.
¿Tienes algún recomendado de narración gráfica que quieras hacernos?
Todas las publicaciones del proyecto de Vacaciones de Trabajo de Andrés Villalobos y pues El Jardín de Yuichi Yokoyama, Los Agachados de Rius, y de editorial Posada, las revistas de los setenta.