Búsqueda y nostalgia por el aura en el cómic

La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de Walter Benjamin es un texto que está distante del terreno de la denuncia, se encuentra más cercano al campo profético, casi mágico o místico. Leyendo las ideas allí propuestas en la actualidad no puede negarse que Benjamin predijo la característica dominante y definitiva que tendría el arte en las próximas décadas y probablemente durante una considerable cantidad de tiempo futuro, al hablar de su reproductibilidad, y por tanto, de su masificación. Únicamente cuando Benjamin se refiere a lo que él denomina el aura, se puede percibir un tono nostálgico pero nunca acusatorio frente a la degradación e incluso la desaparición de esta cualidad de las obras artísticas anteriores a la reproductibilidad técnica. «¿Qué es el aura propiamente hablando? Una trama particular de espacio y tiempo: la aparición irrepetible de una lejanía por cercana que ésta pueda hallarse». Ese aquí (espacio) y ahora (tiempo) mencionados por Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, están ligados con la autenticidad y la excepcionalidad de la obra de arte. Para este pensador alemán el aura contiene lo irrepetible, lo único de una pieza artística, con cada copia del original el aura se debilita y se acerca a su extinción. 

Un medio que cabe dentro de las predicciones de Walter Benjamin acerca de la reproducción y consumo masivo de imágenes es el cómic, en especial el estadounidense. A continuación se procederá a analizar brevemente el caso recién mencionado bajo la luz de las ideas que aparecen en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Antes de realizar lo comentado se expondrán elementos esenciales para poder llegar a hablar sobre el cómic partiendo desde las proposiciones de Benjamin. 

En los textos de Walter Benjamin se hace evidente su fascinación hacia la cultura popular y hacia lo masivo. Podemos encontrar escritos sobre juguetes, sobre pasajes comerciales, sobre el teatro, sobre el cine y sobre la fotografía. Benjamin reflexionó sobre los componentes de un mundo capitalista, objetos que en su mayoría son mercancía. En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica el autor presenta lo que sería apenas el inicio de lo que se convirtió en toda una revolución tanto en la producción de esa mercancía sobre la cual escribe, como en el entretenimiento. La posición o el papel del público se transformaría radicalmente gracias a la serie de cambios que Benjamin enuncia en el texto en cuestión. Para la obra de arte aurática la idea de genio artístico es esencial, este produce una obra de arte excepcional, única, que un público (muchas veces limitado) podrá observar, contemplar y hasta presumir que tuvo la exclusividad de observar. En este caso la pieza artística tiene un valor de culto, se crean rituales alrededor de ella, no todos pueden acceder a su cercanía o compartir un mismo espacio con la obra. Hay que buscar a la obra ya que está anclada a un lugar que contribuye a su carácter aurático. Con la reproductibilidad técnica de principios del siglo XX lo anterior se desajusta por completo, ahora la imagen puede ir en busca del receptor gracias a la masificación, gracias a la copia. Las imágenes se democratizan y rompen los límites del espacio al cual solían estar fijas, con esto se abre una posibilidad de exponibilidad.

Benjamin procede a hacer un paralelo entre la exponibilidad latente en la grabación de imágenes y sonido, con la reproducción escrita en la prensa diaria cuando esta abrió un espacio al cual Benjamin se refiere como «buzón». Con lo anterior a los consumidores se les dejó el camino libre hacia el periódico para enviar sus aportes compuestos en general por textos de opinión que se podrían publicar en el diario. Benjamin afirma que a partir de esta nueva posibilidad «el lector está siempre preparado para convertirse en escritor». 

Página original: Steve Ditko Tales to Astonish #13 «My Friend Is… Not Quite Human». (Marvel, 1960).

El cine, una de las pasiones del pensador alemán en cuestión, es el ejemplo más contundente de las nuevas posibilidades que trae la reproductibilidad técnica. Los filmes no son producidos por una sola persona, su esencia es la de ser una obra realizada en conjunto que debe pasar por diferentes fases y diferentes personas con especialidades diversas, las cuales contribuyen al proceso de construcción de la película (el director, el guionista, el editor, el camarógrafo, etc.). Pero la verdadera revolución del cine, la que hace trizas al aura, es su posibilidad de mejorabilidad. Con el cine el hábitat del hombre puede ser grabado y representado, es posible hacer un montaje de éste, hacer una edición para transformarlo al gusto. Finalmente, lo que produce todo el desarrollo detrás del cine, la mercancía consumible y comercializable que resulta, está destinada a las masas y no a una pequeña fracción exclusiva de personas. 

Ahora se hace necesario hacer una breve contextualización acerca de los cómics, medio propuesto en el título y en la introducción de este ensayo para analizar a partir de las proposiciones presentes en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. En 1933 (curiosamente un año contemporáneo a Walter Benjamin), Martin Goodman formaría la compañía que se convirtió años más tarde en Marvel Comics, una de las principales editoriales de revistas de superhéroes. Blake Bell y Michael Vasallo afirman en su libro The Secret History of Marvel Comics: Jack Kirby and the Moonlighting Artists at Martin Goodman’s Empire, que el modelo de Goodman era el de producir la mayor cantidad de ejemplares en el menor tiempo posible, con la menor cantidad de costos y claro, generando sustanciales ganancias. Goodman se sentía orgulloso de esta forma de producción y de los bajos salarios que ofrecía a sus empleados. Sin duda el carácter masivo de este tipo de cómics hace imposible la aparición del aura en ese medio, pero de manera inconsciente se hace un intento por imitarla, por hacer una falsificación de ella, usando los términos de Benjamin. Una de las duplas creativas más productivas y reconocidas del imperio creado por Goodman estaba conformado por el guionista Stan Lee (Stanley Martin Lieber) y el ilustrador Steve Ditko (Stephen J. Ditko), que como casi todos los creadores de los personajes de las historias de superhéroes más reconocidos, eran judíos hijos de inmigrantes europeos. Utilizando dos imágenes de la autoría de Ditko se expondrá la manera en la cual se construye el montaje del aura en el cómic.

En medio de la característica reproductibilidad del cómic, el consumidor de cómic con el tiempo se convierte en un nostálgico y busca la manera de hacer único lo masivo. Acá aparece una figura a la cual Benjamin hace referencia en su texto Obra de los pasajes: el coleccionista. Este se sumerge en una extensa búsqueda de la autenticidad, la excepcionalidad y lo irrepetible. El cómic copiada una y otra vez, vendida en Nueva York, en Francia, en algún país de América Latina o en cualquier lugar del mundo donde sea reproducida, tiene un origen auténtico, al menos así lo entiende su comprador o consumidor. Se trata de la idea original, los primeros bocetos creados por el ilustrador de su título favorito.

Página original por Steve Ditko para Tales of Suspense #26, publicado por Marvel Comics, febrero de 1962.

El coleccionista escudriña para localizar el estado del cómic antes de convertirse propiamente en cómic, antes de pasar a la etapa de lo reproducible. El aficionado codicia la hoja descolorida o el dibujo a lápiz que puede ser todo un tesoro. Si la pieza tiene la firma del artista, una fecha o unos apuntes hechos a mano, el hallazgo es extraordinario. El apasionado por el cómic explora todos los rincones aguardando tropezar con la página que aún tenga los márgenes marcados, pedazos de cinta o cualquier pista que sugiere una exclusividad, un momento único en el cual se produjo la señalización dejada por el autor. Anhela poseer alguna prueba del instante previo de ser editado, antes de ser transformado y de llegar a ser exponible. El rezago del aura, el montaje de esta que el aficionado al cómic desea, se encuentra presente en la evidencia de que la persona idealizada detrás de la firma, efectivamente estuvo detrás del ejemplar contemplado, una prueba definitiva del trabajo de la mano del ilustrador. 

Con las posibilidades que brinda actualmente la tecnología al servicio de la auto-publicación, el lector y coleccionista de cómics puede volverse también autor. Además, puede convertirse en crítico de la mercancía que consume, puede publicar sin ningún costo (gracias a la internet) su opinión para compartirla con la comunidad que rodea su objeto de interés. Puede llegar a transformarse en cuestión de meses en el ídolo que siempre imaginó detrás de los cómics que compraba. Desde su blog lidera a sus colegas coleccionistas en la búsqueda nostálgica por el aura, dictando además  las pautas de la exploración hacia esta. Desde su reino virtual proclama qué debe leerse y qué no, qué hay que buscar en la obra para que esta sea única dentro de las posibilidades de la autenticidad del cómic.

Página original por Steve Ditko para Mr. A en Comic Crusader #4, 1968. Scan tomado de Heritage Auctions.

La reproductibilidad técnica significa una nueva relación entre el público, la tecnología, la producción artística y material del hombre y los medios de comunicación. Los límites entre productor y consumidor dejaron de ser sólidos desde hace varias décadas. A pesar de las transformaciones profundas y significativas, el pasado sigue  dominando y siendo el objeto principal de los deseos de los elementos masificados o democratizados. En la actualidad se están llevando a cabo investigaciones científicas con fondos de millones de dólares para indagar sobre el pasado de nuestra especie. Con la inscripción a una revista o una simple búsqueda en Google podemos estar enterados de los avances de dichos proyectos. Queremos fotos instantáneas con una apariencia que solo los años le pueden dar, en la televisión y en los cinemas programan las series o las películas exitosas de la década del 80 y del 90 para lograr lleno total en sus salas. En otras palabras, la nostalgia por lo único e irrepetible dirige nuestras vidas y lo que consumimos. 

*Este ensayo fue realizado en el año 2015 para la clase ‘‘Políticas y consumo en las estéticas contemporáneas’’ de la maestría en Estética e Historia del arte de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Clase a cargo de Elkin Rubiano.

 

Bibliografía. 

Aguirre, J. trad. (1973) La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Madrid: Taurus.

Bell, B. & Vasallo, M. (2003) The Secret History of Marvel Comics: Jack Kirby and the Moonlighting Artists at Martin Goodman’s Empire. Seattle: Fantagraphics Books.

Brotons Muñoz, A. trad. (2008). Obras libro I/vol.2. Madrid: Abada Editores.

María Camila Núñez
María Camila Núñezhttps://www.youtube.com/channel/UCfOZLOYGxMxK6T80_gxGfzw
(Bucaramanga, 1990) Historiadora, máster en Estética e Historia del arte y especialista en Docencia universitaria. Co-creadora de Los cómics son buenos, un canal de Youtube dedicado a producir videos acerca de la relación del cómic, la historia y el arte. Esta iniciativa también se enfoca en realizar video reseñas sobre historietas colombianas y latinoamericanas. Colaboradora de Entreviñetas y medios como Cartel urbano y El Espectador para los cuales escribe sobre cómic.

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