“Debo declarar, por lo tanto, que yo, Anthony Rogers, soy, por lo que sé, el único hombre vivo cuyo lapso normal de ochenta y un años de vida, se ha extendido durante un periodo de 573 años. Para ser precisos, viví los primeros veintinueve años de mi vida entre 1898 y 1927, y los otros cincuenta y dos desde 2419…”Con este aparte de los primeros cuatro párrafos, Philip Francis Nowlan hace una breve sinopsis de la ruta psicológica del personaje central de su novela corta, o más bien relato, titulada “Armageddon 2419 DC”, publicada en agosto de 1928 en la revista Amazing Stories. Este embrión fue un piloto sin querer de lo que se convertiría luego en un icono de la cultura popular. Para enero de 1929 ese embrión crecería rápidamente hasta amoldarse al formato de tira cómica y Nowlan asumiría el papel de creador de tiempo completo de su proyecto, hasta el punto de rebautizar al protagonista como Buck.
«Buck Rogers» apareció por primera vez en esta edición de Amazing Stories, de agosto de 1928.
Efectivamente, Buck Rogers había demostrado ser comercialmente competente como para apalancar un programa radial en la CBS y de ahí en adelante, todo sería ganancia allanando el camino para otros formatos como película de cine, series de tv. y videojuegos. Es apenas normal que se desprenda de este primer boom, una seguidilla de homenajes y alegorías entusiastas, pues está considerada la primera serie de ciencia ficción de la historia del cómic. No está de más recalcar la escena del primer episodio: Buck Rogers se encuentra en el interior de una mina y queda atrapado en su interior en estado de animación suspendida por los efectos de un gas radiactivo. Luego de este desafortunado evento, despierta en el siglo XXV, encontrándose con una tierra dominada por los mongoles, liderando la lucha por la libertad de la humanidad (particularmente del pueblo estadounidense). En dicha lucha conocerá a su inseparable compañera Wilma Deering, que le seguirá en sus batallas terrestres y marcianas también.
Por supuesto, la distinción también va para el aspecto artístico. Los dibujantes son la otra parte de la obra que ayudan a construir la fisonomía del escenario. Todos los dibujantes que tuvo Buck durante más de cuarenta años dejaron su impronta y no alcanzaría para describirlos, pero basta con reseñar al primero, como lo fue Richard “Dick” Calkins, veterano de guerra y veterano del lápiz desde antes de encargarse de Buck, ya que trabajaba como dibujante en otras editoriales hasta 1929, año que comenzó con la saga hasta 1947. Aunque algunas fuentes indican que la dejó en 1932. El motivo de su retiro del proyecto tampoco se ha precisado. Cuando muere Nowlan en 1940, se apropia también del guión para efectos prácticos y se presume que por diferencias con la editorial sentenciaron su renuncia, pero no hay mas detalles sobre esas riñas. Como siempre suele pasar, podría tratarse de las inevitables guerras de egos que ocurren es los espacios creativos. Nunca se sabrá. Este gran dibujante muere de un infarto en mayo de 1962.
La novela “Armageddon 2419” de Philip Francis Nowlan inspiró de inmediato una serie de tiras cómicas.
Como era de esperarse, el éxito arrollador le trajo a Buck Rogers un antagonista estrella. Nadie menos que Flash Gordon, 6 años más joven (1934). Este no fue profeta en su tierra, pues gozaba de mayor popularidad en Europa que en los mismos Estados Unidos, donde nunca alcanzó la estatura de Buck. Quizá por que ya le aventajaba en la complejidad de la trama y porque, sin duda, nuestro invitado llevaba en sus venas el “ADN” conceptual de H.G. Wells, lo que lo hace más entrañable para los lectores de la época. El comic book también fue un nicho clave en su extenso prontuario, bajo el titulo “Famous Funnies” con el que se editó. Durante seis años se reimprimieron las tiras de prensa con nuevos colores hasta que pudo obtener su propia titularidad con cinco exitosos números. Entre enero y mayo de 1951, Toby Press (compañía de cómic entre 1949 y 1955) editó varios números que incluía historias originales y en 1964, Gold Key publicó un numero especial titulado “The Space Slavers”.
Buck Rogers por Frank Frazetta Comic Book
Todo este compilado parece haber saturado la vida del héroe espacial, hasta el punto quedar en el semiolvido y a merced de las nuevas generaciones de dibujantes que amenazaban con darle un giro total a la trama, más acorde con los acontecimientos reales del momento; como las tensiones políticas producto de la guerra fría o las carreras espaciales que hacían pensar el cosmos desde otra perspectiva. En el epílogo de la década del setenta se le da un nuevo respiro. Adhiriéndose a la moda de las sagas space-operas impuestas por Star Wars, aparece una película con tintes más contemporáneos, en la cual aparece un Buck piloto de la NASA que también se pierde 500 años en el futuro, pero por fallas en su nave Ranger 3. Esta fue una especie de experimento que le abrió las puertas a una corta pero recordada serie de televisión con los mismos actores (Gil Gerard como protagonista), que se emitió entre septiembre de 1979 y abril de 1981. Aunque dicen los entendidos de antaño, que la de 1939 fue mas épica a pesar de las limitaciones técnicas, pero hay que tener en cuenta que fue una serie de proyecciones teatrales en vivo (12) y no de capítulos. A modo de anécdota, en la década de los cincuenta se emitió la primera serie oficial para televisión producida por la cadena ABC-TV, pero lastimosamente olvidada porque ningún episodio se logró conservar.
Tira de color del domingo de Buck Rogers de Murphy Anderson del 3 de agosto de 1958
En fin, hay mucho mas que abordar sobre el mítico Buck Rogers, pero las palabras se agotan para este artículo. En la actualidad sigue presente, aunque no vigente, con varias historietas alternativas y juegos de roles, pero estas manifestaciones, sin desmeritarlas, se ven como pálidas figuras de su grandeza pasada justo en sus 90 años como tira oficial de circulación. Es necesario resaltar su legado para entender que gran parte de las historias retro futuristas actuales, parten de esta idea de Nowlan nacida en un simple pulp. Personalmente pienso que el dibujo no ha sido superado por los otros esquemas de difusión. Si algún día se tropiezan en alguna vitrina de una tienda de juguetes o de coleccionistas especializados con una pistola desintegradora de “marca” X-Z 38, aunque sea disfrazada de posmoderna, ya saben que le pertenece al capitán con la que cazó tantas peleas interplanetarias. Hoy puede parecer un personaje convencional, pero fue un visionario no solo en la naturaleza narrativa (aunque a veces incurriera en lo insulso), sino en la estética visual del trazo de sus artistas que le imprimieron esa característica voluminosidad anatómica, siendo el precursor de los famosos superhéroes que han fascinando a varias generaciones. Auguramos larga vida al gran Buck, hasta el siglo XXV desde ahora.