Una historieta de Germán Andino: reportaje gráfico y medios digitales

Entre los pendientes que tenía por leer, estaba una historieta de German Andino: Transformar números en barcos piratas. Un referente que se suma a la relación entre el periodismo y lo gráfico, a lo que viene haciendo Angélica Penagos (Angie Pik) para Vorágine en Colombia, @Patatacaricaturas o lo hecho por Catalina Holguín y Joni B con Muerte en el Bosque, sin revisar el historial en cómic documental aportado por el ya clásico Caminos Condenados (Cohete cómics, 2016) entre otros, me parece interesante, así que por fin tuve tiempo de leer esta otra experiencia de hacer periodismo gráfico y autónomo desde Honduras.

Lo primero que quisiera decir sobre Transformar números en barcos piratas es que tiene versión impresa y digital. La impresa no la conozco aún, (ya no se consigue), pero tuve la oportunidad de leer la digital publicada en el periódico El País en 2016 que al parecer es solo uno de los capítulos del impreso. El autor y todo un equipo de trabajo no solo publicaron en digital la historieta, sino que la adaptaron al lenguaje gráfico digital, ofreciendo así una experiencia distinta a lo que puede implicar la lectura del libro impreso. Tener claro que la lectura digital va más allá de publicar lo mismo que podría estar impreso, entender la multidimensionalidad de lo digital hace que tanto la lectura impresa como esta, sean dos experiencias distintas y totalmente enriquecedoras cada una en si misma y nos da la oportunidad de romper el viejo mito: «prefiero el libro impreso que el digital» «los libros en físico se van a extinguir»… y toda serie de mitos godos, que se dicen desde la incomprensión de los medios como tecnologías distintas y que acuden a dialogar con los lectores desde sensibilidades y conexiones diferentes, e irremplazables.

Vista horizontal de «El hábito de la mordaza» German Andino.

Esta propuesta digital aporta la experiencia de escuchar la voz de Isaac en audios dentro de la narración, que sirven como puente y conexión entre las imágenes que avanzan en una secuencia horizontal en blanco y negro que además da tiempo a la interiorización de la historia tanto por el ejercicio de ir escuchando y a la vez observando en primera persona un reportaje que no le teme al silencio y da espacio, no satura. Espero poder un día leer el libro físico para entender el reportaje en unidad, sin embargo, si no llega a mí para satisfacer ese capricho como lectora, está bien, pero espero que haya llegado a los lectores más importantes para esta obra, lo cual aclararé más adelante.  

La relación entre el dibujo y la historia también me parece asombrosa. Este cómic es un reportaje gráfico sobre las Maras en Honduras en donde a través del dibujo como lenguaje narrativo, pero también el dibujo como tema que se conecta con las pandillas, se van desarrollando los testimonios de Isaac un tatuador empírico de las Maras, que accede a ser entrevistado por Germán Andino, hondureño y también dibujante, cuya sensibilidad permite que nos identifiquemos con los dolores y sentimientos de los personajes, que han dejado de ser pandilleros para ser dibujos en este comic, al que no le restamos credibilidad sino que consigue mayor convicción, el poder del dibujo conjugado con el reportaje periodístico.

Detalle «El hábito de la mordaza» German Andino.

La historia avanza permitiendo adentrarnos en la comprensión de la existencia del pandillismo, sin juzgar, sin moralidad, nos invita a ser testigos de sus experiencias. El dibujo es el punto que articula todo el relato, ya que es tal vez la única salvación para Isaac, para quien este se va transformando y va pasando de un lugar a otro en la historia, y a su vez Germán Andino va dibujando a quien dibuja y lo que narra en medio de la conversación, de la entrevista.

En la publicación digital se encuentra también una breve reseña de Germán Andino, nos permite conocerlo un poco más en ese acercamiento al periodismo gráfico autónomo mientras se vive en medio de la violencia, decide contar su propia historia desde adentro, un periodismo propio, una idea de descolonización de las narrativas muy interesante de la que a su vez somos testigos de los costos políticos en la vida real, lo que vemos a través de este cómic y me parece cobra aún más credibilidad y honestidad al reportaje, nos hace pensar sobre la responsabilidad política de lo que se cuenta, sobre la gente de la que se cuenta. «El poder de las historias» diría el cronista Juan José Hoyos.

Una viñeta de «El hábito de la mordaza» German Andino.

También es interesante ver todo el equipo de trabajo que acompañó esta idea, en la que llegamos al final como toda crónica o reportaje que nos pone el título como una ingeniosa zancadilla para ir descubriendo su significado.

Finalmente, al averiguar un poco más de esta publicación, y entender que no todos los libros tienen que llegar a todos los públicos, ni participar en esa lucha desmadrada por la masificación, veo que esta auto publicación tiene un público claro objetivo y son las niñas y niños de Honduras y no quiere en principio que el mundo lo conozca, ni ganar grandes premios, pero si como consecuencia resulta, ¡pues qué bien! Pero la apuesta es por devolver una lectura propia a su comunidad, una narrativa desde sí mismos, y me parece un destino hermoso, (tal vez por eso ya no hay ediciones impresas, y la auto publicación aquí cobra aún más sentido), que a veces la industria editorial y el sistema que nos atrapa, no nos permite visualizar ¿para quién escribimos historias? por suerte para  los de afuera, se publicó  este capítulo, en uno de estos grandes medios así que aprovechen y descúbranlo ustedes también, saludos y buenas lecturas.

*Esta historieta ganó en 2017 un Premio Gabo en la categoría innovación.

*Puede leer la historieta en el siguiente enlace.

Sonia González Campos
Sonia González Campos
Promotora de lectura y dibujante garabatera. Le interesa el dibujo como un lenguaje expresivo, comunicativo, pedagógico y de experimentación. Ha colaborado con dibujos para el colectivo El son del Frailejón o el periódico comunitario El Callejero de Bogotá. Se considera ecléctica de nacimiento y en constante aprendizaje.

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