Durante el pasado mes de abril estuvo en Medellín el historietista e ilustrador español, Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983). Cenizas, Rituales y Murderabilia son sus obras más destacadas, todas con un trazo distintivo, en apariencia inocente, pero a través del cual se fraguan historias que no ameritan dicho calificativo. Su visita tuvo una razón puntual: realizar una residencia en Casa Tres Patios, auspiciada por Entreviñetas, para hacer un cómic sobre el noveno arte en la ciudad. Para ello, Ortiz estuvo encontrándose con varios autores y agentes de la ciudad que trabajan con cómic. Aprovechamos la ocasión para hablar con él sobre su obra, sus procesos, la crisis creativa y el cómic colombiano.
¿Qué conoces o has leído de cómic colombiano?
Me leí un par de libros que me prestó Gerardo Vilches, me gustaron mucho el de Sindy elefante, Elefantes en el cuarto; el de Mariana Gil, Raquel y el fin del mundo. Y leí el de [Virus Tropical] PowePaola tres días antes de venir aquí, conozco el trabajo de ella desde hace 10 años y hasta ahora no me lo había leído porque cuando salió en España no me gustó la edición, entonces no la compré.o encontré tres días antes de venir aquí en un mercadillo en Zaragoza, lo compré, llegué aquí y vi que hay una edición preciosa, me gustó bastante. También algunos cómics de Truchafrita, Joni B., un fanzine que me pasó Marco Noreña y un mogollón de fanzines que pillé en Librería Antimateria, que no me he leído. Y es que me pasa mucho que cuando tengo que hacer cómics, me da pereza leer cómics.
¿Un asunto de contaminación?
No contaminación, sino pereza visual. Todo el día dibujando y pensando en tebeos y luego me tiro a la cama y me apetece leerme un libro de texto y no lo mismo.
Y eso que en instagram sueles mostrar libros, series, películas.
Lo mismo que todo el mundo, sino que yo lo muestro todo el dìa en internet. Hay mucha gente que leyendo mis cómics cree que soy muy cinéfilo y que controlo un montón y no, no sé nada de cine. Yo lo que digo siempre es que mis referentes de cine son mucho más evidentes que mis referentes de cómic. Y como de cine he visto menos y controlo menos, tengo unos gustos mucho más marcados. En cambio, cómic leo de todo, leo cómic autobiográfico, de superhéroes, BD, manga, de todo. Pero en cine… me flipa David Lynch, los hermanos Coen. Y claro, eso luego se ve más reflejado. Cuando la gente me dice que mis cómics son muy cinematográficos, a veces, me enfado.

¿Cuáles serían entonces tus referentes de cómic?
Nunca sé, es muy variado. A nivel estético me interesan unas cosas, a nivel de guiones otras. Siempre digo que uno de los autores a los que más me gustaría parecerme es a Daniel Clowes pero en realidad, si lees algo mío a algo de Daniel Clowes, tampoco es que esté muy cercano.
Pude hojear un poco de tus primeros cómics Julia y el verano muerto y Julia y la ballena y me sorprendió mucho el cambio estético, ¿Qué pasó entre esas primeras obras y las última?
Fjorden. Creo que es el punto de inflexión. Intenté hacer una cosa distinta porque por tamaño era un cómic que lo quería autoeditar, quería hacer algo pequeño a dos tintas para que fuera barato y algo muy mono, entonces al querer hacer algo pequeño, tuve que simplificar el dibujo, cambié de herramientas, cambié los colores. Era como un juego, también era un cómic mudo —que yo no había hecho nunca—, quería hacer algo muy distinto, igual también estaba leyendo otras cosas. Cuando Julia estaba muy flipado con la BD franco-belga, Trondheim, Sfar, Blain, Larcenet, mucho tiempo fueron referentes muy claros, también había leído muchas de las cosas que había empezado a editar Nobrow por aquel momento y cuando fui a hacer Cenizas, que en realidad intenté volver un poco a lo que había hecho en Julia, como no me funcionaba, lo fui cambiando y al final lo que había aprendido en Fjorden lo utilicé para Cenizas y como funcionó, ahí me quedé.

Pero funcionó bien, es muy agradable.
Entra muy bien al ojo, es como muy mono. Yo sé que juego con esa cosa. Hay gente que ve mis cómics y no le gustan, pero por lo general es “ay, qué mono”, “qué bonito”. Así que si esa parte ya la tengo ganada, ahora puedo desfasar con las historias y contar barbaridades. A mí me gusta jugar con eso. En Murderabilia salen mogollón de guarradas pero como está todo en rosa y amarillo, “ay, mira, qué majo, los gatitos aquí comiéndose a su dueño”. En Rituales también hay viñetas que yo me partía de la risa y pensaba que si a mí me hacían gracia, al lector, tal vez, también.
Algo que me agradó de tus cómics es que manejas un tono sereno, pero a la vez muy sincero, reconociendo al lector.
A mí me molan mucho los documentales, intento darle el tono frío de un documental, yo te cuento y mi intención es esa, yo cuento todo igual, no enfatizo ni con el texto ni con el dibujo. Cuento todo igual para que cada uno monte la peli. Una cosa que me gusta mucho hacer por ejemplo, en Murderabilia cuando matan al coleccionista, en lugar de describir la escena; llega la noticia de que lo han matado. Luego, me gustan mucho los detalles y contar cosas que parece que no vienen a cuento pero a la larga sí que están aportando cosas.

Hablemos de Rituales. En una entrevista decías que no te gustaban los cómics que son recopilatorios de historias, pero…
Sí, yo estaba haciendo un proyecto que era un libro de historias cortas, le di muchas vueltas a ver cómo conseguía engañar, para convertirla en una novela gráfica. En Rituales hay muchas conexiones entre historias que no todos se dan cuenta. Hay unos personajes que salen leyendo un libro y la historia de la institutriz está copiada de ese libro.
Luego, la gracia es que Rituales tiene muchas cosas que son de verdad, por ejemplo, el pueblo de comida tailandesa existe de verdad y el piso de Barcelona con la anticuaria debajo es donde vivía yo en Barcelona. Hay mogollón.
En Cenizas notaba una estructura más tradicional.
Lo que pasa es que Cenizas lo hice con una beca en Angulema y era la primera vez que tenía un año entero para hacer un libro, entonces hubo mucho trabajo previo de guion, storyboard, de darle forma a los personajes, estaba todo como muy medido. Murderabilia y Rituales los hice del tirón.

¡¿Sin storyboard previo ni guion?!
No, nada. Hago, pero directamente sobre la página escribo los textos. No necesito storyboard, lo que necesito saber es dónde va cada texto, en realidad, ya sé lo que va a ir.
¿Por eso empleaste más viñetas por página?
Lo de las muchas viñetas es culpa de Cenizas porque cuando empecé a hacer el storyboard que ahí sí que hacía storyboard en papel, superclasico y todo, cuando llevaba 150 páginas no había contado ni la tercera parte de la historia, entonces fue como: ¡hostia!, no puedo hacer un libro de 500 páginas, y lo que hice fue, en vez de meter 8 viñetas por página, meter 16. Fue casualidad. Si Chris Ware puede meter 30 viñetas en una página, yo también. Y la peor crítica que he leído de un tebeo mío es un señor alemán que escribió en Amazon, “te crees Chris Ware y no lo eres y tu libro es un producto superfluo en un mercado saturado”. Me la aprendí de memoria. Una vez me preguntaron “¿Qué es lo mejor que has leído de tu obra?” y yo “Lo mejor no lo sé, pero lo peor es esto”. Otra de las peores críticas que me han hecho, es en Amazon España hay un pavo que es como si… yo qué sé me hubiera metido con su madre o algo así y escribió un párrafo de “este libro es una puta mierda porque…” y escribió una reseña delirante. Pero, las historias que me interesan tampoco son cosas super épicas, todo lo contrario.
¿Qué proyectos de cómic tienes ahora entre manos?¿Algún recopilatorio?
¿De qué? Si no tengo nada que recopilar. Tengo material como para un viajes II, pero el anterior fue de 7 años y ahora creo que dibujo un poco menos que antes, entonces necesito 10 años para tener material para viajes II.
Cada vez que salgo de viaje lo escaneo todo, por si algo. Si la pierdo, me mato. Están hechos a tinta directamente, parte de la gracia es esa. Y tampoco encajo los dibujos, por eso siempre están mal centrados, a veces no me caben, cuando dibujo edificios, la típica de “voy a dibujar una catedral” y la punta no cabe… otra vez que no cabe. Creo que los de Egipto son los mejores que he hecho.

Pero admites el error, en libretas de dibujo es usual esa intención de querer hacer páginas como de exposición.
En cómic lo veo mucho, gente que intenta como hacer las páginas perfectas y repite una y otra vez la misma historia desde otro punto de vista, otro enfoque, cambiando el dibujo, el estilo. ¡Cojones!, hazla, acabala y haz otra, ya aprenderás.
Luego, ¿escaneas, redibujas y pules?
No, no redibujo nada. En viajes le añadi unas tramas. Lo que sí que cambio son los textos y ajusto un poco el diseño y le meto un filtro al final, es una manía que tengo que ni siquiera sé si impreso se nota la diferencia.
Hablando de esto, ¿cuánto llevas en crisis?
Tres años. Rituales salió en 2015 y es lo último que escribí para mí. Luego escribí Dos holandeses en Nápoles, que fue un encargo de Thyssen, que me siento muy orgullo de ese libro y es muy personal también, lo defiendo igual que el resto de mis libros, pero fue un encargo, si no me lo hubiesen encargado, no lo hubiese hecho. Y desde entonces lo único que he escrito han sido dos historias cortas porque me las han pedido.
Y ¿qué tal editar un libro de sketchbooks?
No, soy muy celoso que la gente pague dinero por cosas que no lo merecen. Por ejemplo, alguna vez me dijeron, “como ya no tienes ideas, ahora a recopilar material viejo” y no.
¿Una cuestión de respeto?
Claro, muchísimo. Si alguien va a pagar por un libro mío, tiene que ser porque yo creo en ese libro cien por cien, si no, no lo voy a hacer. Y es por eso que no hago nada, porque tampoco quiero hacer por hacer, no me voy a inventar una historia solo porque tengo que, tampoco tengo ningún compromiso editorial.
¿Sientes la presión de la gente para que hagas más cómics?
No es presión de la gente, sino presion de mí contra… alguien. Es complicado. Y encima, esta ya es la segunda [crisis] que tengo. Entre Cenizas y Murderabilia, estuve como un año que no escribía nada, pero esta es más larga. Incluso, a veces pienso que ya he contado todas las historias que tenía que contar.
De ahí vienen las viñetas de ti mismo en crisis.
Sí, esas las hago cada vez que se me ocurre una idea. Y también ha habido gente que me ha dicho: “tío recopila esto y haz un libro”. Están en internet, leedlos ahí y dejadme tranquilo. Pero, por ejemplo, la editorial que sacó lo de Julia, cerró y creo que ya podría volver a editarlos, pero no quiero volver a editarlos, quiero hacer un PDF, subirlo a internet y quien lo quiera leer, que lo lea gratis.

Ahora, por ejemplo, ya ha llegado un momento en el que sí que me gustaría hacer un cómic nuevo. Estoy muy quemado de mi trabajo como ilustrador, yo siempre combino: mi trabajo personal son los cómics. Pero luego, mi trabajo como ilustrador, soy un mercenario; me pagas, yo dibujo. Pero últimamente he encadenado muchos trabajos seguidos y quiero hacer un cómic mío. Pero no tengo idea. Igual y empiezo a escribir y que sea lo que Dios quiera. Realmente confío bastante en mí y sé que podría encadenar cosas que funcionen, entonces igual y es quitarme todos mis prejuicios de querer hacer algo muy redondo y muy perfecto en cuanto a estructura y tal. Sé que tengo palique suficiente y forma de encadenar las cosas como para hacer cien páginas que se puedan leer. Tengo una libreta llena de miles de historias, anécdotas, o sea que material hay. Últimamente tomo muchas notas de cosas que veo, me cuentan. Aquí estoy llevando un diario y lo he cumplido todos los días.
¿Así fue cómo procedió con Rituales, en cuanto metodología?
Claro, Rituales tenía muchas historias. Pero en realidad, las ideas en Rituales son anteriores a Murderabilia, cuando estaba en la crisis entre Cenizas y Murderabilia, no tenía nada, entonces todo lo que apuntaba me daba para historias cortas y Murderabilia era una historia corta de esa colección de historias. En un viaje de tren que me quedé sin teléfono y el libro que me llevé no me estaba gustando, dije, venga, esta historia es corta, tengo 5 horas de tren, voy a intentar escribir una escaleta y por eso se adelantó a Rituales y luego, para Rituales pedí una beca y dije que quería hacer un recopilatorio de historias cortas que eran esta, esta, esta… y funcionó, se parece mucho a la idea original.

¿Trabajas todo en digital?
Sí, siempre trabajo en digital desde Murderabilia. Aquí me vine con un cuaderno porque no me apetecía cargar con el ordenador y la tablet y dije, bueno, más libertad, me puedo venir a una cafetería y dibujar —cosa que no he hecho—, pero creo que todo lo que he dibujado estos días aquí, lo voy a mandar a paseo y cuando vuelva a Zaragoza, haré una historia bien, mejor estructurada. Es que de lo que estaba haciendo, dibujé como 18 páginas y escribí, tenía anotaciones como para otras 10 páginas y era la mitad de 15 días y voy a estar un mes, entonces calculaba que tal y como lo estaba haciendo me iban a salir 50 páginas.
A propósito de esto, ¿qué sensación te ha dado hasta el momento la escena del cómic de Medellín?
Hay como pequeños subgrupos, como ghettos. A mí me sorprendía el rollo con los espacios, también estuve viendo a la gente de La salida, Un nuevo error. Me sabe mal que al final siento que he perdido un poco de tiempo. Tenía información de más gente, pero en un momento dado vi que me superaba lo que estaba haciendo entonces no intenté contactar con más gente, y cada uno con que hablaba me decía tienes que hablar con noséquién y con noséquien, y pues, claro, llegaba un punto en el que apuntaba nombres y ya no podía contactar.
¿Has alcanzado a percibir rasgos o características del cómic colombiano o de medellín?
Rasgos no puedo, creo que en países con más tradición y más industria sí que se acaban generando algunos patrones, que tampoco son ciertos. Pero podrías resumir el cómic mainstream americano relativamente fácil o la típica BD franco-belga o el Manga japonés. Aquí al no haber esa industria, creo que la gente no tiene ese rasgo tan característico. Luego aquí hay una cosa que me ha hecho mucha gracia es la importancia del Víbora, aquí varios autores me han hablado del Víbora.
¿Encuentras alguna relación entre la historia del cómic español y la historia del cómic colombiano?
De historia de cómic no sé mucho, pero me recuerda un poco lo que pasó en España en los 90, En españa, había como una tradición de revistas de los años 40 y 50. Y luego en los 80 hubo mucho boom de revistas de ciencia ficción/ terror/cimoc, el tío vivo, TBO, etc. Entonces en los 80 había bastantes revistas y las cerraron todas. Entonces los 90 fueron un páramo porque de repente el soporte que eran las revistas desapareció, el rollo de la novela gráfica no había entrado todavía, ni siquiera había cómic muy de autor, había como pequeños amagos de editar cosas, pero era todo un desastre. Cuando yo empecé a leer cómics me costaba mucho encontrar cómics españoles. Si encontraba un cómic que me llamaba la atención y era un autor español, no por solidaridad sino por interés, lo compraba pero era muy difícil. Entonces yo creo que aquí un poco eso, que ante la falta de una industria, la gente va como muy a su bola: hacen fanzines, cada uno autoedita lo que puede. Si no hay una industria, la gente hace lo que puede y lo que le apetece, que también es parte de lo que creo interesante, cada uno va a su bola.
